Un Año Problemático [completa]

Capítulo Treinta

El coche avanzaba por la carretera desierta, Cleopatra se recostó en el asiento, tratando de calmar sus pensamientos. Aaron encendió la radio, y una suave melodía llenó el coche, proporcionando un poco de alivio a la tensión que sentían.

Ambos rieron suavemente, recordando esos momentos felices. La conversación continuó, alternando entre recuerdos y planes para lo que les esperaba en la casa. Aunque el viaje era difícil, sabían que estaban juntos en esto, y eso les daba la fuerza para seguir adelante.Cleopatra asintió, mirando por la ventana.

Cleopatra se sentía abrumada al volver a la casa, y más sabiendo que cada rincón va a estar impregnado de recuerdos de Leo, lo que le provocaba una mezcla de tristeza y nostalgia. La mención de su nombre y la visión de sus pertenencias le traían a la mente momentos felices, pero también el dolor de su pérdida.

La casa yacía bajo capas y capas de polvo, suciedad y trozos sueltos de la pintura vieja, aquellos pocos años sin nadie que la habitara fueron los peores para la pobre casa. Ambos, Cleopatra y Aaron, encontraron un ambiente cargado de emociones, recuerdos y momentos grabados en las paredes. Él la observaba atentamente, notando como, por momentos, sus ojos se cristalizaron y su mirada se perdía entre sus pensamientos.

Empezaron a investigar por la sala principal, los cuadros de una falsa familia feliz decoraban las paredes. Leo, Luciano y sus padres están centrados en ellos, algunas de ellas enmarcadas y otras simplemente apoyadas en estantes. Cleopatra sentía su estómago completamente revuelto, la rabia y la furia la controlaban.

— Ese maldito bastardo... —Se dijo a sí misma, observando directamente el rostro de Luciano—. Cómo me gustaría poder borrarte esa sonrisa y de esta maldita vida, psicópata.

Mientras exploraban, Aaron descubrió una caja de madera escondida en un armario. Frunció el ceño, buscando la cerradura.

— Oye, Cleo. —Gritó, llamando su atención. Ella subió rápidamente hasta la antigua habitación de Luciano, al entrar, notó a Aaron con esa extraña caja entre manos—. Está sellada, no encuentro ninguna llave por aquí...

— ¿A la fuerza tampoco puede abrirse? —Preguntó ella, pidiendo la caja. Buscaban una llave pequeña, con una extraña forma triangular en la punta—. Nunca había visto este tipo de cerrojo, ¿No hay nada por allí? —Señaló unos cajones del escritorio, Aaron negó.

— Ya los revisé, no hay nada.

— Qué extraño, déjala allí, sigamos buscando. —Cleopatra se quedó mirando un punto fijo en la habitación, recordando algo. Al levantar la vista, Aaron la observaba expectante, con el ceño fruncido—. Hay un sótano. —Comentó, su rostro se iluminó.

En aquel sótano, Cleopatra y Aaron se encontraron con una vieja puerta de madera, cerrada y sellada bajo tablones de madera. Aaron, decidido a descubrir lo que había detrás, buscó una herramienta adecuada y encontró una palanca oxidada en un rincón oscuro del sótano. Con esfuerzo, comenzó a quitar los tablones uno por uno, mientras Cleopatra iluminaba la escena con una linterna.

El crujido de la madera al romperse resonaba en el sótano, aumentando la tensión en el aire. Finalmente, después de varios minutos de trabajo arduo, lograron despejar la puerta. Aaron giró la oxidada manija y, con un chirrido prolongado, la puerta se abrió lentamente, revelando una habitación oculta.

El aire dentro de la habitación era denso y cargado de polvo, ambos entraron con cautela, sus ojos recorriendo el espacio oscuro. La linterna de Cleopatra iluminó las paredes, revelando un montón de fotografías de víctimas pegadas con cinta adhesiva y documentos esparcidos por el suelo. Había libretas con anotaciones detalladas, algunas de ellas con fechas y nombres.

Cleopatra se acercó a una mesa en el centro de la habitación, donde encontró una pila de cartas.

— Mira esto, —dijo, levantando una carta que parecía especialmente antigua— Aaron, no es una maldita carta.

— ¿De qué se trata?

— Es una maldita denuncia, esto dice:

"Vernazza, 4 de septiembre de 2014.

Comisaría de Policía de Vernaza, Italia.

Denunciante: Nombre: María Bernasconi, documento, domicilio y teléfono.

Denunciado: Nombre: Desconocido. Descripción: Hombre de aproximadamente 1.80 m de altura, cabello corto y oscuro, vestía una chaqueta negra y jeans azules.

Hechos: El día 3 de septiembre de 2014, aproximadamente a las 20:00 horas, me encontraba caminando por la calle Principal, en dirección a mi domicilio. Al llegar a la intersección con la calle Secundaria, fui acechada por un hombre desconocido que, de manera violenta, intentó abusar de mí en un callejón escondido.

El agresor huyó corriendo en dirección al parque cercano. Inmediatamente después del incidente, logré quitármelo de encima y huir del lugar, llegando a la comisaría más cercana.

Solicito que se inicie una investigación para identificar y detener al responsable del acoso.

Sin otro particular, quedo a disposición para cualquier información adicional que se requiera.

Atentamente, General Liorino."

— Liorino... ¿No es el que interrogó a los que intentaron arrestarme? —Preguntó Aaron, completamente confundido.

— Sí, pero se supone que ese General es de nuestra confianza, ¿Por qué Luciano tendría un documento confidencial como este?

— Cleo, no es la única, mira todo esto... —La mesa se encontraba completamente ocupada de denuncias, tanto antiguas como recientes. Todos eran documentos confidenciales, con firma y sello de policías de la ciudad donde se encontraban.

Aaron, mientras tanto, examinaba una de las libretas.

— Oye, este maldito maníaco no sólo nos estuvo siguiendo a nosotros, aquí hay más anotaciones y son muy detalladas... —Comentó, pasando las páginas con cuidado—. Parece que estaba siguiendo a estas personas muy de cerca.




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