Cleopatra y Aaron estaban parados frente a la oficina de Thalía. El silencio entre ellos era incómodo; Cleopatra se mecía sobre sus pies, mientras que Aaron permanecía inmóvil, con los brazos cruzados. Al entrar, la habitación se reveló amplia y bien iluminada, con varias sillas dispuestas alrededor de una gran mesa de madera en el centro. Thalía estaba sentada tras la mesa, concentrada en revisar algunos papeles. Los dos se quedaron de pie frente a ella, expectantes. Después de un momento, Thalía levantó la vista y les hizo señas para que tomaran asiento. Ambos se apresuraron a obedecer, sentándose frente a ella. La habitación quedó en silencio, roto sólo por el suave susurro de las hojas al pasar y el ocasional crujido del sillón de cuero. Thalía los observó por unos instantes antes de romper el silencio.
— No pude encontrar mucho sobre esa tal Emma Grey, pero sí sobre Abby Dosson, su verdadero nombre. —Cleopatra y Aaron se inclinaron un poco hacia delante, atentos a la información que Thalía le estaba brindando. Aquella revelación les despertó un repentino interés—. Resulta que Dosson proviene de una larga línea de familias de asesinos profesionales. Sus padres murieron cuando ella era pequeña, por lo que fue criada por su tía. Desde temprana edad se dedicó al mismo rubro que sus parientes; asesinatos a cambio de pago.
— Básicamente a ser una sicaria... —Habló Cleopatra, con el ceño fruncido.
— Exactamente, Emma se unía a pequeños grupos de bandidos y maleantes, aprendiendo a trabajar con ellos. Su estilo de combate es agresivo y directo, y se sabe que es buena con los cuchillos, algo bastante común en familias de asesinos. —Thalía los miró a ambos con seriedad antes de continuar—. Según mis investigaciones, parece que Emma conoció a Luciano hace un poco más de año y medio, y desde entonces se volvieron aliados y compañeros de crimen. Incluyendo ser parejas, claramente. Esa ambición y deseo los unieron.
Cleopatra se encontraba ligeramente tensa al oír esta parte. La mención de la relación entre Emma y Luciano la llevó a recordar lo sucedido con Aaron hacía unas noches. Aaron, por otro lado, mantuvo una expresión estoica y su mirada enfocada en Thalía.
Thalía siguió.
— Debe de saber que la relación de ambos es muy sólida. Emma es extremadamente leal a él, sin importar nada. Sus lealtades le pertenecen a él, su vida le pertenece a él, lo mismo él con ella.
— ¿Tenemos alguna pista de dónde se esconde ella? —Aaron habló de nuevo, con urgencia en su voz. Thalía lo miró con su expresión firme y determinada.
— Por lo que he oído, creo que aún están en la ciudad. Pero no hemos podido dar con su exacta ubicación. Parece que están escondidos en un lugar oscuro y remoto de la ciudad, aunque no sabemos dónde concretamente.
— ¿Y ya han interrogado a Luciano sobre ella?
— Ya hemos hecho intentos de preguntarle a Luciano dónde encontrar a Emma pero se niega a hablar. Es muy astuto y nunca revelaría la localización de ella, hasta que él mismo quiera.
— ¿Y usando algún método de tortura?
— ¡Cleopatra! —Ella se sobresaltó momentáneamente ante la voz de Aaron, y se volvió para mirarlo con sorpresa. Aaron la estaba mirando con una expresión seria y ligeramente enojada, y Cleopatra se dio cuenta de que su último comentario había sobrepasado un límite—. Sólo decía... —El semblante de Aaron se suavizó ligeramente y suspiró en silencio.
— Lo sé, Cleo. Pero es preferible no llegar a métodos tan desesperados, al menos todavía no. —Respondió en un tono más tranquilo.
— Él dijo todavía, yo no, Podemos pensarlo... —Cleopatra notó el tono sarcástico en su propia voz, lo cual irritó un poco a Aaron. Él se volvió hacia ella con una expresión ligeramente molesta.
— Cleo, sabes bien por qué no podemos recurrir a la tortura. —Dijo en un tono más serio.
— Esa maldita persona nos ha estado torturando y amenazando a nosotros desde hace tiempo, ¿No podemos darle un poco de su propia medicina? —Gruñó, frustrada. Su hermana la miró con una pizca de empatía, sabiendo que no era fácil estar en su situación. Thalía se aclaró la garganta mientras negaba con la cabeza.
— Lo lamento, hermanita, pero no tenemos que caer al mismo nivel que él. Tenemos que mantenernos firmes, por más que no seamos de la policía, tenemos que cumplir con el trabajo de forma limpia.
Aarón la miró con el ceño fruncido y suspiró. Cleopatra se dio cuenta de que las palabras de Aaron y de Thalía tenían sentido, pero aún así, se sentía frustrada y desesperada por encontrar a Luciano y a Emma. La frustración burbujeaba en su interior, pero sabía que tenía que controlarse y mantenerse concentrada. Después de unos momentos de silencio, él habló, continuando su conversación con Thalía.
— Entonces, ¿Cuál es nuestro siguiente paso? —Thalía reflexiona unos segundos antes de responder.
— Debemos seguir investigando y mantener nuestros ojos abiertos por cualquier pista que nos lleve a encontrar a Emma.
— Quiero hablar con él, ¿Dónde está Luciano? —Cleopatra habló, interrumpiendo la conversación. Aaron y Thalía se miraron entre sí, el ambiente se volvió más serio ante el repentino pedido de Cleopatra.
— No creo que sea una buena idea, Cleo...
— No me importa, necesito hablar con él. —Aaron soltó un suspiro frustrado y se frotó las sienes, antes de volverse hacia ella con seriedad.
— Sabes bien que no te dejaremos sola con él, ¿Cierto?
— Está bien. —Aaron y Thalía intercambiaron una mirada breve. Después de unos momentos de silencio, Thalía se levantó de su asiento y se apoyó contra la mesa con las manos.
— Si de verdad quieres hablar con Luciano, lo llevaremos a la Sala de Interrogatorios.
— Vamos entonces.
Los tres se pusieron de pie y salieron de la oficina de Thalía. Caminaron por los pasillos del edificio de la asociación hasta llegar a la Sala de Interrogatorios. Era una habitación pequeña pero cómoda, con una mesa en el centro y sillas alrededor de ella, además de una cámara instalada en una de las paredes. Aaron y Thalía se colocaron a uno de los lados de la puerta, mientras que Cleopatra se situó frente a la otra, con los brazos cruzados y una expresión determinada.
Editado: 13.11.2025