Un Árbol Excéntrico

Un Árbol Excéntrico

Esto es extraño, nunca se me han dado bien los inicios, nunca sé cómo debería iniciar la oración, pero no importa, ya estoy aquí.

Estoy contándote lo que ocurrió en aquella Navidad tan particular.

Tal vez creas que, por el título, esta pequeña historia trata sobre un árbol, pero no es así, el árbol es una de las causas por las cuales recito esta historia, más no es el centro de ella.

En fin, allí estaba yo, paseando alrededor del campus, abrigado de pies a cabeza por causa del infernal frío que estaba haciendo, y no era para menos, estaba nevando.

Por lo regular estoy con mis amigos en alguno de sus cuartos, pero en esta época del año no queda nadie en los dormitorios, solo aquellos chicos como yo que no tienen una familia con las cuales estar, o al menos ese es mi caso, no sé cuál sea el de ellos.

En cualquier caso, estoy paseando por el campus observando lo triste que se ve todo al no tener nada de decoración, pero a pesar de que todos piensan lo mismo nunca nadie decora nada, en ninguna festividad.

Y me detengo un momento, notando lo solo y triste que en realidad estoy en esos momentos, y siento envidia de todos aquellos que si tienen un lugar al cual ir, y me frustro por pensar así, y reprimo las ganas de llorar que me invaden ante el recuerdo de un par de años donde podía volver a casa durante cada festividad y no había ningún problema.

Pero ahora es diferente.

¿Nunca les a pasado que están muy tranquilos todo pesimistas y de pronto sienten una impulsiva y extraña necesidad de hacer algo?

Pues fue lo que me ocurrió a mí.

Pero no es que esa necesidad aparezca de la nada, a mí me azoto en cuanto me percaté de lo solo y triste que en realidad estaba, paseando por allí, sin compañía.

Entonces lo veo, y no es que nunca lo hubiera visto, veo El Gran Pino, que es como el símbolo de la universidad.

Se trata de un enorme pino que, por alguna razón, alguien plantó en todo el medio del campus, por lo que es extremadamente imposible no verlo.

Y aunque suene raro, fue ese mismo árbol el que me encendió -y aunque suene mal no cambiare de palabra.- El solo mirarlo me motivó considerablemente.

Fue un milagro navideño, o solo fue un simple capricho, llámenlo como quieran. Yo estoy seguro que fue lo segundo.

Y resulta que aquí es donde empieza la verdadera historia.

Después de eso tuve una idea, no quería estar deprimido, triste o solo en una época que presumen ser para pasarla en familia.

Si podía solucionar dos de esos tres problemas, quizás pasaría una feliz Navidad.

Eso me decía mi mente.

Así que hice algo al respecto, comencé a buscar por todos lados hasta que unas horas más tarde, cuando estaba a punto de darme por vencido y volver a mi depresiva soledad, encontré lo que buscaba.

Lo que me pregunto ahora es que, si bien nunca se decora ningún milímetro del campus ni sus alrededores...

¿Por qué existe una cantidad excesivamente grande de adornos navideños acumulando polvo en el sótano?

Tal vez eran de la época en la que El Gran Pino era lo suficientemente pequeño como para ser decorado.

Sea cual sea la razón, agradezco por eso.

Y me volví completamente loco, fui sacando todas las cajas una por una hasta el desolado pasillo, hasta que mis piernas me suplicaron un descanso.

Las pocas personas que pasaban por allí me lanzaban miradas extrañadas, y no era para menos, yo hubiera hecho lo mismo si viera a un chico tirado en el suelo con una pila de cajas de todos los tamaños.

Luego del pequeño descanso me emocione desempacando los adornos que había subido con mucho dolor. Me recordó a cuando decoraba la casa con mis padres. Y como las lágrimas son tan egoístas quieren hacer su escena, pero no.

Ese mismo día, como no tenía nada mejor que hacer, comencé a decorar, al igual que todos los días después de ese, un espacio nuevo del campus.

Y me descubrí a mí mismo disfrutándolo, tal vez era porque alejaba mi mente de las cosas negativas o tal vez era una especie de recompensa del espíritu de la Navidad. Lo que sea que fuere, me estaba ayudando.

Poco después de que me diera por decorarlo todo, pude observar a las personas mirando asombradas a su alrededor, a veces recibía algún halago como "oye esta quedando muy bonito", y otras veces me sonreían con simpatía.

Me sentí especial por un momento, hacia algo que hacía feliz a la gente, y eso, de alguna forma, me hacía sentir mejor, me gustaba.

Lo que ocurrió después fue una de las cosas que jamás en la vida hubiera esperado.

Las personas habían estado tomando fotos mientras yo colocaba los adornos y las subían a sus redes sociales con algún que otro comentario estilo: "Eso es tener espíritu navideño." Y "Que buena iniciativa."

En menos de dos días me había hecho viral, o al menos lo que estaba haciendo, y poco a poco fueron llegando personas que preguntaban cómo podían ayudar.

Esa fue otras de las cosas que nunca en la vida hubiera esperado.

Al principio estaba tan desconcertado que no sabía cómo responder, pero de todos modos les conteste y ellos asintieron sonriendo y se esforzaron en todo.



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En el texto hay: navidad, nostalgia, amistad

Editado: 19.12.2019

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