Una tarde mientras platicábamos escuché la puerta y al ver era mi mamá que había llegado temprano del trabajo. Lo único que me dije a Jaime fue "mi mamá" y en ese momento sólo pude pensar en esconderlo bajo mi cama. El problema ahora sería como sacarlo de la casa, porque mi mamá no saldría ya.
Quise pensar en una solución, pero el pánico hizo que me bloqueará y no pensaba en otra cosa que no fuera ¿Qué tal si lo atrapa ahí escondido?, tenía que buscar la manera de sacarlo pero ya, entonces recordé una taquería que acababan de abrir, así que invité a mi mamá a ir, de buenas acepto y nos fuimos. Sentí un alivio enorme, después vi que por otro camino pudo salir Jaime y ya respire con más.
Desde ese día tuvimos la costumbre de estar revisando la hora y yo me asomaba a cada rato por la ventana para ver si mi mamá venía, pero a la larga esas cosas me empezaban a molestar y pues no me sentía bien de estarme escondiendo, era una impotencia horrible el hecho de no poder tener una relación normal como la de cualquier persona, hasta en la calle tenía que cuidarme de que nadie me fuera a ver, pero pues sabía que lo que estábamos haciendo podría traer graves consecuencias.
Creía que nuestros encuentros a escondidas iban bien, esas salidas por dónde pensamos que nadie nos vería estaban marchando a la perfección, hasta que un día vaya sorpresa que me lleve.