Hace una semana que salí del hospital y me encuentro instalada en mi departamento. Le pedí a Dora que se quedara en una de las habitaciones para que me ayudara con mi hijo ya que le tengo mucha confianza, lleva años trabajando para mi.
Gabriel viene a verme todos los días, en especial a mi hijo. No se si sea el lazo de padre a hijo, pero al pequeño Nicolas le encanta que su padre lo cargue y lo pasee por la casa. A veces me quedo observando como Gabriel le habla a mi hijo y él abre sus pequeños ojitos y se queda atento en todo lo que le dice su padre como si entendiera lo que habla.
Siento un nudo en mi pecho, aun no me atrevo a confesarle las cosas a Gabriel, sé que tarde o temprano se va a saber la verdad, mas aun que mi hijo es su misma imagen, pero sé que cuando todo se sepa, lo perderé de nuevo.
Le saco los gases a mi hijo y escucho desde mi habitación que alguien ha llegado y por el escándalo, me doy cuenta que es Lucilda.
-¿Dónde está mi nieto?- Sonrió al verla entrar por la puerta, no conocía al bebé ya que se encontraba de viaje junto con su esposo.
-¿Cómo estás?- Lucy besa ambas mejillas y de inmediato me quita a mi hijo y lo empieza a mimar.
-¿No es la cosita más hermosa?- Le pregunta a su marido quién ha entrado junto con Gabriel. Me tenso al verlo.
-Es hermoso- dice Raúl besando sus mejillas.
-En serio niña, este niño se parece mucho a mi Gabriel cuando nació- Siento que me he puesto pálida-
-Son ideas tuyas mujer - dice Raúl - Tanto es el deseo que sea verdad que empiezas a imaginar cosas - Raúl le hace caritas a mi hijo.
-Cuanto quisiera que tuviera la marca- Lucy hace una mueca.
-¿Cual marca?- Pregunto.
-Una marca cariño, que tiene todos los Evans- Rueda los ojos -¿Acaso no se la has visto a Gabriel?- Pregunta y yo niego -Debe ser que por esos tatuajes se pierde, pero mira todos la tienen justo a...- Lucy levanta la camisa de mi hijo y en ella veo una pequeña mancha en su espalda justo en la mitad, una que no me había percatado, pensé que era un lunar.
Abro mis ojos asustada, ella me mira con la boca abierta y su esposo mira molesto a Gabriel.
-¿Me puedes explicar porque ocultas a mi nieto?- Le pregunta Raúl molesto a Gabriel.
-¿Algo que tengas que decir?- Dice Gabriel y veo como empuña sus manos, mis ojos se han llenado de lágrimas y el ambiente se ha tensado en la habitación.
-Yo... Yo- Empiezo a tartamudear, no soy capaz de hablar. Gabriel me da una mirada de odio y sale por la puerta y lo único que se escucha como la puerta de salida es azotada.
Mi hijo brinca del susto y empieza a llorar. Lucilda lo acerca a su pecho y lo empieza a mesear, estiro mis brazos para tomarlo pero ella niega.
-No cariño, primero debes calmarte ya que si le das pecho llorando le hace mal al bebé- Asiento y me levanto para ir al baño y encierro un momento para poder calmarme.
Más calmada salgo para poder enfrentar a los padres de Gabriel, Raúl luce molesto y decide esperar a su mujer afuera del departamento, le da un pequeño beso a mi hijo en la frente y sale sin despedirse de mi.
-No te preocupes, se le pasará- Lloro de nuevo, Lucy me abraza -Solo espero que Gabriel lo haga- Tiemblo en solo pensarlo, ambos sabemos del temperamento de Gabriel y algo que jamás perdona es una mentira.
Me acompaña un rato y luego se va. En ningún momento me pregunto nada ni el porqué oculté las cosas, me dio mi espacio y cuido de mi hijo mientras me daba un baño para poder estar más tranquila.
No pude dormir bien, me la pasé pensando y esperando que Gabriel apareciera en cualquier momento pero nunca llegó. Al otro día me sentía cansada con mucho sueño y después de amantar a mi hijo y sacar sus gases lo puse en la cuna, lo observé dormir y decidí aprovechar en hacerlo yo también, así que me acosté quedándome dormida de inmediato.
No sé cuánto tiempo pasó, abrí los ojos y me asusté al ver a Gabriel en la mecedora que está al otro lado de la cama cargando a nuestro hijo sin dejar de observarme.
-Gabriel- Susurro y el levanta su mano haciéndome callar.
-Ahora no- Dice y mi hijo empieza a removerse en su pecho -Mi hijo tiene hambre- Dice recalcando la palabra hijo. Asiento y me lo pasa, de inmediato lo tomo entre mis manos y puedo sentir como estoy temblando.
Gabriel se sienta al otro lado de la cama y yo saco mi seno para poder alimentar a mi hijo. Siento su mirada y no me atrevo a verlo por temor a su desprecio, sé que está molesto, muy pero muy molesto.
Termino de alimentar a mi bebé y antes que lo pueda levantar para sacar sus gases, Gabriel me lo arrebata de mis brazos y se lo pega en su hombro dándole pequeños círculos en su espalda. Yo me quedo quieta, aun sobre la cama observando y después de 20 minutos mi hijo cae dormido.
-Vamos- Gabriel deja a nuestro hijo sobre la cuna y toma el monitor con cámara donde se observa la imagen de mi hijo, me señala la puerta y yo lo sigo.
-¿Cómo pudiste?- Dice y puedo sentir que se esfuerza por mantener su voz en calma.
-Lo siento- Bajo mi rostro sin poder mirarlo a la cara.
-¿Lo sientes?- Dice un poco más fuerte haciendo que suelte un brinco por el susto desde donde estoy sentada. -No sabes ni mierda de cómo me siento en este momento-
-Perdóname en serio, yo te iba a decir todo pero...-
-¿Pero que?-
-El día de la inseminación me di cuenta que estaba embarazada- Miro mis manos - Yo fui a tu departamento para decirte que íbamos a ser padres- Una lágrima resbala por mi mejilla- Y me encontré con la sorpresa que te ibas a casar-
-¿Entoces por eso decidiste callar?- Asiento.
-Maldita sea Leila- Se levanta del mueble y camina de un lado a otro -Jamás pensé que tu fueras capaz de hacerme una cosa de estas- Golpea su pecho con fuerza -¡Me apuñalaste justo aquí!- Sus ojos se han llenado de lagrimas.