Bien, admito que he metido la pata con su apellido, porque me dejé llevar por lo que escuché; sin embargo, el muy cretino nunca me corrigió; supongo que debí haber leído su currículo para evitar este bochornoso momento.
―¡Es increíble que toda esa explicación detallada venga dentro de su currículo privado! ―exclamo para rescatar un poco de mí despistada dignidad. Lo acepto, no conozco nada del tema y ni siquiera se hacer el mío y tengo testigos de eso―. Aunque no encontré su partida de bautismo o su estado civil ―sigo diciendo toda esta sarta y poniendo cara de falsa sorpresa.
Él se cruza de brazos mostrándome ahora una cara llena de picardía.
―¿Quiere saberlo? ―pregunta agudizando su voz.
Eso hace que se me erice la piel y me recorra un extraño escalofrío.
―Es... es lo que dice, ¿no?; además, usted nunca me corrigió ninguna de las veces que le llamé de ese modo ―protesto indignándome.
¡Que mierda! ¿Cómo pude llamarle así?
―Eso es porque pensé que era más inteligente.
¡Este hombre!
Aprieto mis puños para contenerme y todo porque necesito algo de él.
―¿Le molestó que lo hiciera? Si es así estoy de acuerdo con usted. No me gusta la extrema confianza ―resalto ofuscada.
―No ―responde con firmeza y no sé si es por mi afirmación o la pregunta―. Hoy está inusualmente bella señorita Sawyer ―agrega poniendo una sonrisa socarrona en su rostro cambiando con rapidez de tema.
―¿A qué viene eso? ―inquiero un poco incomoda y espantada por su comentario.
Me recuerdo la razón por la que estoy aquí y no me gusta nada la situación.
―Es lo que veo ―aduce despabilándome de mis pensamientos.
―¡Pues no vea! No crea que me he arreglado para usted.
―No he dicho eso. Solo mencioné lo inusual y bella que está.
―¡Pues lo parece!; ¿acaso me cree tonta? ―prosigo con mi retahíla.
―Si usted lo piensa de esa manera.
Mi mandíbula casi cae y tengo que agarrarla.
―No me confunda. ¿por qué no va al grano?, ¿qué es lo que quiere que haga? Necesitamos resolver esto hoy mismo ―le apuro un poco frenética.
¡Cielos! Este hombre me pone a mil. Mientras él parece calmado y hasta diáfano yo estoy impasible, enojada, descolocada y etc.
―Sígame ―ordena despistándome.
Observo como señala hacia una dirección con su mano.
―¿Por qué no me responde?
―¿Qué cosa?
Resoplo con fuerza con mi sangre en su punto de ebullición más alto.
―Lo que dije de resolver esto hoy mismo ―expongo.
―No le respondo porque no se va a poder ―dice empezando a caminar.
―¿¡Por qué!? ―me quejo yendo tras él.
―No es tan fácil como piensa o quiere que lo sea signorina.
―¿Qué quiere decir con eso?
―Tan claro como lo estoy diciendo.
―¡Eso es trampa! ―resoplo de nuevo, y él se ríe otra vez.
No dejaré de pensar hasta que me muera que este astuto hombre se burla de mí.
―¿Quiere todos los derechos? ―pregunta deteniéndose y enfrentándome.
―¡Sí! ―contesto exaltada.
―Entonces hará lo que le pida a excepción de.... ―recita y luego se detiene acariciando su barbilla como si meditara por lo que parece un eterno segundo, hasta que lo dice―. Sexo, por supuesto.
Mas que ofensivo eso suena tan sarcástico para mí que creo que hoy voy a experimentar cuanto puede llegar a sorprenderme este hombre.
―Tenemos un trato ―exijo encarándolo.
―¡Por supuesto! Cúmplalo y obtendrá lo que quiere ―arguye con toda la calma del mundo. Seguido da media vuelta y sigue caminando por un par de tramos más hasta que se detiene y alza su vista hacia un letrero―. Llegamos ―celebra.
Hasta el momento le había seguido a regañadientes tanto en la conversación como en sus pasos, por lo que no me había fijado cual era el rumbo que habíamos tomado. También levanto la mirada sobre la amplia entrada en forma de arco y leo lo que dice.
Extreme Beast Zone.
Eso me asusta más de lo que ya estaba del sitio.
―¿Dónde estamos? ―cuestiono con un poco de paranoia.
―En el lugar ideal ―responde y de inmediato avanza hacia la entrada.
―¿Ideal para qué o para quién?
Vuelvo a seguirle hasta que me pongo a su lado.
―Para lo que necesitamos hacer.
―¿Y qué diablos es? Dígamelo de una buena vez. ―inquiero porque me estoy ofuscando otra vez al darme a entender que según su teoría hoy no vamos a resolver el asunto, y que me va a tener de aquí para allá a su antojo―. Yo no vine a divertirme, le advierto ―añado inmutable.
―Yo tampoco, así que paciencia donna, ya lo sabrá ―expone apartándose para que pase primero.
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Editado: 12.06.2025