Un bello y encantador Señor problema

20. ¿Qué le pasa a Arthur?

Después de depositar mis cosas en el sillón de mi cuarto, me pongo algo más holgado para estar cómoda. Dejo la carpeta sobre mi escritorio, voy a la cocina y me preparo una taza de té para relajarme y leer con calma la tontería que se le ocurrió a mi madre, además de sacarme del hotel donde me encontraba con Arthur.

A propósito, no le he llamado, esperando que él lo hiciera por casualidad. Nada. Vuelvo a mi escritorio, agarro la carpeta y saco el documento. Mi mano empieza a temblar y todo se ve borroso. Observo los lentes de los que no me he deshecho y los guardo en un estuche y tomo los míos.

—Mamá está completamente loca, y espero que no sea cierto que publicó esta locura —digo en voz alta.

—¿De qué locura hablas, Maggie?

Me sorprende Erick.

—¿¡Desde cuándo estás ahí como un tótem!? —exclamo sobresaltada.

—Mag, deja la paranoia. Acabo de llegar —responde sosteniendo una botella de agua y su maletín—. Además, no contestaste a mi pregunta.

—Bueno, debe ser porque entraste a hurtadillas como un gato.

—No trates de embolatarme, se supone que deberías estar trabajando.

—¿Por qué lo haría mocoso?, solo me tomé la tarde libre.

—No eres agradable, ¿sabes? —dice aburrido.

—¡Erick!

Le detengo cuando daba media vuelta para irse a su cuarto.

—¿¡Qué pasa!?

—¿Ya no estás enojado conmigo?

—No. No lo estoy, cuántas veces te lo voy a repetir; además, eso es bastante infantil.

—Me alegra oír eso. Luego, cuando te asees, puedes venir un momento. Debo mostrarte algo.

Me siento como una mala hermana; sin embargo, no puedo desaprovechar que Erick aparentemente me ha perdonado, y creo que así será mucho más fácil hablarle de la última hazaña de mamá.

—Vale. Ya regreso —dice y se va a su habitación.

Sigo ojeando el artículo y no puedo creer cómo a mi madre se le ocurriera publicar algo tan innecesario. Aun si fuese cierto y mi hermano estuviera confundido, no es un tema que debería contarlo a todo el mundo. Me calmo; porque esto, en definitiva, no le va a gustar.

—Ya estoy aquí. Me tardé porque estaba enviándole un mensaje a Charlie. Traje esto para compensarlo —dice colocando una bandeja con mini sándwiches.

—Gracias, eres un amor. —Tomo uno y mientras lo llevo a mi boca, le entrego el documento—. Léelo y no olvides lo que te dije —añado preocupada por su reacción.

Él recibe la resma de papel y, apenas ve el título me da la impresión de que casi se desmaya.

—¿¡Qué es esto!? —protesta exaltado.

Después deja caer los papeles y se sienta en la alfombra abrazando sus rodillas.

—Lo sé, es un despropósito.

—Maggie, no puedes permitir que mamá publique esto; prométeme que se lo impedirás —manifiesta apesadumbrado.

—Ella dijo que ya estaba listo para ser publicado; sin embargo, si fuera así, no me lo habría dado. Tal vez espera que lo apoyemos.

—Por supuesto que no. ¡Me niego! —repone más exaltado que antes.

—No te preocupes. Eso no saldrá el lunes, y mamá lo hará sobre mi cadáver. Lo prometo.

Es una promesa, y lo haré; aunque a mamá, cuando se le mete algo en la cabeza, no hay quien se lo saque. Pero en esto sí que va a ceder. Ya me las ingeniaré para lograrlo.

—Gracias, Maggie —dice Erick y me abraza—. Confío en ti —agrega.

—Oye, ya que estamos de tregua, necesito un guardaespaldas para el domingo. ¿Te apuntas?

Lo animo haciéndole ojitos para cambiar de tema y de ambiente.

—¿Otra vez el parque?

—No, es aún peor. ¿Quieres ayudarme a buscarlo?

—¿Y cómo se llama ahora?

—Saint Victorine Canyon.

—¿Maggie? ¿Arthur sabe que estás haciendo esto?

—No. Y tú no se lo dirás.

—Está bien, ya me lo imaginaba —responde elevando sus hombros.

Sin embargo, noto algo de contrariedad en su cara y me pregunto por qué. Luego pienso que son ilusiones mías.

—Yo te ayudo y tú me ayudas.

Le muestro mi meñique.

—Vale —responde, tomándolo con el suyo.

Después de eso pasamos la tarde averiguando todo sobre el lugar y termino desilusionada. Esperé que a Masera no se le ocurriera lanzarme de la cima del cañón. En cambio, a Erick le fascinó la idea de saltar en parapente. Como estaba tan animado le propuse que también invitáramos a Sheyla y aceptó.

Lo que no quiero es cargar sola con la culpa por desobedecer la orden de Arthur, que a propósito aun no me llama. Erick se va a su cuarto y yo me quedo revisando los informes para la publicación. Se sintió bastante raro no tener el acceso a las pruebas finales de impresión; siempre me dejan hacerlo. Le escribo a Agnes consultándole, y me contesta que todo ya ha pasado a la fase de finalización. Eso me deja como única opción hablar con el director de sección, si mal no lo recuerdo, se apellida Parrs. Director Henry Parrs.




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