Me voy a la cama con ese pensamiento, y cuando abro los ojos por culpa de mi despertador, ya ha llegado la mañana. Salgo de la cama más determinada que en mis días anteriores. Tomo un baño y luego me preparo un café (por fortuna, sé cómo encender la cafetera). Después de beber una taza para acabar de despejarme, me arreglo para salir. Llevo en la mano una manzana que mordisqueo mientras espero el servicio de taxi que solicité. Este no demora en llegar, y después de darle la dirección escrita al conductor, nos dirigimos hacia allá sin ninguna demora.
No obstante, una vez que estoy en el lugar, empiezo a llenarme de nervios. Es cierto que tomé esta decisión, pero no tengo un plan concreto, más allá de ofrecerme para participar en lo que sea que tengan planeado hacer en el circo. Observo mi reloj y falta poco para las ocho de la mañana; pienso que es demasiado temprano. Mientras medito en ello, veo que está abierta la entrada al lado de la taquilla, pero al dirigirme hacia allí, me tropiezo con un guardia, pegándome un susto. Me detengo y me quedo quieta, porque él me mira de forma escrutadora. Luego de lo que parece un eterno minuto, su expresión cambia a curiosidad.
—¿Es usted la modelo de reemplazo que están esperando? —me pregunta.
Debería responder que sí, sin embargo, estoy indecisa al respecto, con los últimos acontecimientos y el genio fúnebre de Masera. No tengo idea de quién es la nueva modelo o si necesitan otro reemplazo.
—Sí, ella es —afirma una voz de mujer con acento extranjero detrás de mí.
El hombre asiente y retoma su camino. Me vuelvo, sorprendida, y ella me saluda meneando su mano. Tiene una rara expresión de felicidad en su rostro. Es una mujer joven, delgada y más alta que yo. Su cabello es corto, lleno de rizos dorados que se ven naturales y la hacen ver hermosa.
—¡Maggie! —escucho que me llama la inconfundible y atravesada voz de Rui Tanaka, quien se acerca al lado de la rubia.
—¿Conoces a esta preciosura, Rui? —pregunta la chica, acentuando las palabras.
—Por supuesto —responde él con su sonrisa agradable—, y estoy seguro de que se ha convertido en la modelo favorita de Marco.
¿Otra vez con eso? Aunque hoy voy a creérmelo. De otro modo, no tendría nada que hacer aquí. La chica me analiza de pies a cabeza, haciendo una mueca con su boca.
—No dudo que tenga algo muy especial para que Marco la haya escogido. Él es bastante exigente con su lente, y ni qué decir de su...
—¡Val! No digas más, ¿quieres? —protesta alarmado Rui, tapándole la boca.
La chica, que parece venir de algún lugar de Europa, se encoge de hombros con una expresión de inocencia, mientras la piel blanca de Rui se vislumbra aún más pálida. ¿Tan grave es lo que ella iba a decir? Me aclaro la garganta, pues necesito continuar con mi cometido, y esto solo me distrae.
—Mil disculpas —me dice la chica cuando estoy por abrir la boca—. Soy Valezia Korsakov, y vengo de Bulgaria. Estás aquí para apoyarme, ¿verdad?
—Eh... no lo sé aún —contesto para aclarar el malentendido—. En realidad, primero necesito encontrar a Marco... Masera —agrego.
Rui me mira confundido.
—¿Quedaste de venir a ayudarle hoy? —me cuestiona, haciendo que trague saliva con fuerza.
—Eso... creo —balbuceo, y mi nariz parece empezar a alargarse.
Entonces se ríe, rompiendo la tensión que se estaba formando en este pequeño círculo de conversación.
—Cuando le pregunté por ti, dijo que tú ya no participarías y no dio más razones, así que le dije a Ruri para que tomara ese lugar; pero como es usual en ella, canceló a última hora y desapareció. Bueno, sé dónde puede estar, pero también que no vendrá —explica, y sus palabras encienden un foco en mi cabeza.
—Entonces, si no hay inconveniente, yo puedo hacerlo. Por eso vine —les propongo decidida, exagerando la mentira, porque es obvio que Marco no iba a pedirme que viniera.
—¡Lo dices en serio! —exclama Valezia, emocionada, tanto que me asusta la forma en que me mira.
—También pregunto lo mismo —dice Rui.
—¡Sí, claro! Si no hay inconvenientes.
—Entonces vamos, que estamos perdiendo tiempo. Además, estoy seguro de que a Marco le agradará saber que al final has venido —agrega Rui.
En el fondo, quiero creer que también es así. Él nos pide que nos apresuremos a entrar, y una vez lo hacemos, nos pide que aguardemos un momento mientras habla con alguien del personal. Mientras inspecciono el lugar, donde hay mucho movimiento con personas que van de aquí para allá trasladando cosas y equipos, la chica a mi lado no deja de observarme. Lo ignoro y me dedico a buscar al susodicho. Suspiro un poco deprimida, porque a lo mejor ya se enteró de que estoy aquí y no quiere verme.
—¿Puedo saber por quién suspiras? —pregunta, sorprendiéndome.
Esa es una muy buena pregunta, y ni yo misma sé si es por no encontrar a Masera o porque ya no quiera verme nunca más. Es irónico lo mucho que me estoy apegando a él.
—Si lo deseas, yo puedo ayudarte —continúa, tomando mi mano con mucha delicadeza y una expresión fascinada. Ella me da un escalofrío.
—¡Val! Suéltala de inmediato —le ordena Masera, acercándose rápidamente hasta nosotras.
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Editado: 28.07.2025