Narrador
Esa misma tarde, Lucas invita a Emma a una pequeña reunión familiar en la casa de su hermano Mateo, quien vive en una casita típica de Limburgo con techo a dos aguas y un gran jardín trasero decorado con luces navideñas.
Emma se siente algo fuera de lugar, rodeada de decoraciones festivas y un cálido ambiente familiar. Los padres de Lucas están presentes, junto con algunos primos y amigos cercanos. Mateo, siempre el bromista, no pierde la oportunidad de hacer comentarios.
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Mateo:
Así que finalmente tenemos a alguien que soporta a Lucas. Dime, Emma, ¿cuál es tu truco?
Emma sonríe con nerviosismo y lanza una mirada de auxilio a Lucas.
Lucas:
Emma tiene mucha paciencia. Y un sentido del humor inquebrantable.
Mateo ríe, pero los padres de Lucas parecen encantados con Emma. Durante la velada, Lucas y Emma deben jugar el papel de pareja, compartiendo miradas cómplices y pequeños gestos que comienzan a parecer más naturales de lo esperado.
Cuando uno de los primos pone música y sugiere bailar, Lucas se acerca a Emma.
Lucas:
¿Listos para nuestro primer número?
Emma suspira, pero acepta. Mientras bailan, la cercanía entre ellos empieza a generar una tensión sutil pero palpable. Emma intenta concentrarse en los pasos, pero no puede ignorar la sensación de las manos de Lucas en su cintura.
Después de la reunión, Lucas insiste en acompañar a Emma de regreso a su apartamento en Maastricht. Caminan por las calles iluminadas, y la conversación pasa de ser práctica a un tono más personal.
Lucas:
¿Siempre has odiado la Navidad?
Emma lo mira, sorprendida por la pregunta.
Emma:
No siempre. Hubo un tiempo en que me gustaba. Pero... supongo que perdí el interés. No todo el mundo tiene recuerdos mágicos de esta época, ¿sabes?
Lucas asiente, entendiendo más de lo que deja entrever.
Lucas:
Sí, lo sé. Pero a veces, incluso las cosas que no nos gustan pueden sorprendernos.
Se detienen frente a la puerta del edificio de Emma. Antes de que pueda responder, Lucas señala un balcón decorado con luces y, para su horror, una rama de muérdago.
Lucas:
Parece que estamos condenados a repetir la historia.
Emma sonríe, cruzando los brazos.
Emma:
No olvides la regla número uno.
Lucas:
Pero las reglas están para romperse, ¿no?
Sin embargo, en lugar de un beso, Lucas se despide con un leve toque en el brazo y una sonrisa.
Lucas:
Hasta mañana, pareja.
Emma lo observa alejarse, sintiéndose más confundida de lo que esperaba.