Un beso bajo las estrellas #2

Capítulo uno: Buenos días, mundo cruel.

Canción: Collide (Sped up remix) -  Justine Skye & Tyga

 

Mi conciencia volvía paulatinamente. Una pesada jaqueca invadió mis sentidos haciéndome sentir demasiado incómoda. Quería mover mi cabeza, pero no tenía fuerza suficiente, todo se sentía tan pesado… Hasta que la acción de respirar apareció por primera vez de una manera consciente en mi cerebro. La sensibilidad volvió a mi piel y dolores como pinchazos y adormecimiento se hicieron presentes. 

Abrí los ojos y miré la mano de mi mamá sujetando la mía. Estaba dormida, con la cabeza apoyada sobre la cama y el resto de su cuerpo doblado sobre sí mismo. Parecía demasiado incómoda. 

No pasó mucho tiempo hasta que mi mamá se dio cuenta que estaba despierta.

—¡Jane! Despertaste linda, traeré el doctor.

Me limité a asentir con la cabeza, puesto que sentía tanto dolor en todo el cuerpo que a penas me dio energía para ese pequeño movimiento.

Unas horas más tarde supe con exactitud qué había pasado. Un chico del equipo de fútbol me vio resbalar por las escaleras y llamó inmediatamente a emergencias. Me rompí la cabeza con un escalón y eso provocó la perdida de mi visión y audición momentánea. Solo tenía una leve contusión en la muñeca derecha y algunos hematomas. Pudieron sanar la herida en mi cabeza y al parecer respondía bien al tratamiento, por lo que el doctor decidió darme el alta al anochecer. 

Poco a poco fui notando pequeños detalles en mi habitación. Mamá me contó que Ethan se quedó toda la noche en la sala de espera y volvería después del instituto. No me sorprendió que intentara bombardearme con preguntas sobre él con una enorme sonrisa de oreja a oreja, después de todo había sido “todo un caballero” como ella lo describió. 

Estaba feliz de notar que Ethan se preocupara tanto por mí, tanto como para pasar la noche en una sala de espera y asistir a clases al día siguiente sin haber dormido, para luego volver al hospital. Llenó la mesita de noche a mi lado con flores y con un envase desechable de Starbucks. Mi madre pensó que lo había dejado por error cuando vino a entregar las flores, pero sabía que cuando de se trata de Ethan nada puede ser tan aleatorio. Abrí el vaso de Starbucks y encontré una nota, más bien, una servilleta con algo escrito: 

“Creo que yo organizaré la próxima cena con tu padre jaja. Recupérate pronto, Te quiero princesa”. 

Doblé el papel con delicadeza y volví a dejarlo donde estaba. Mientras tanto, mi madre estaba demasiado ocupada atendiendo las llamadas urgentes de mi abuela desde Nueva York. Por lo que escuché, estuvo a punto de tomar un vuelo a Stowe para asegurarse de que “estos doctores pueblerinos” hicieran bien su trabajo y no dejaran a su brillante nieta totalmente desahuciada. 

Intenté leer para matar el tiempo, pero antes de que pudiera terminar la primera página mi madre me lo arrebató de las manos exigiéndome descansar. Mis heridas ya estaban bien, sin embargo, el golpe en la cabeza había sido muy fuerte y debía estar bajo vigilancia durante los próximos días. Lo cual significaba: sin escuela, sin estudios, sin televisión y sin Kristen. Un alivio para mi paz mental, pero alimento para mi aburrimiento extremo. 

Mi padre llegó junto a su nueva secretaria, Ingrid. Ella tomaba sus llamadas mientras él se informaba con el doctor y mi madre sobre mi evolución en el hospital. Volteó a mirarme y sonrió. 

Se sentó a un lado de la camilla tratando de ser paciente y calmado. 

—¿Cómo te sientes, osito?

—Mejor. Ya no me duele la cabeza, pero tengo un poco de hambre. —Contesté.

—Le diré a Ingrid que traiga lo que gustes, ¿Qué deseas comer? 

—Creo que Jane debería comer lo que el hospital estime conveniente, Frank. ——Interrumpió mi madre con tono firme y demandante. 

—Parece que tu paladar ha perdido calidad con los años, Car. 

—Quieras o no, Frank, sigue en el hospital. 

—Ingrid, ¿podrías traerle a Jane algo para comer del hospital? —Dijo mi padre cínicamente. 

—Yo lo traeré —dijo mi madre— Y dile a tu asistente que puede construir una oficina en la sala de espera, lo último que necesita Jane es estrés. 

Mamá se marchó enojada de la habitación, haciendo sus tacos resonar por todo el pasillo. 

—Bueno, tu madre nunca se ha llevado bien con mis asistentes. 

«Y eso tiene una historia, papá»

Me limité a asentir y continuar haciendo nada por mi vida, cerrando los ojos intentando dormir, hasta que golpearon la puerta. 

—Hola, Jane. —Ethan, Andrea y Daniel entraron por la puerta de mi habitación. Andrea traía un par de revistas, Ethan unas flores y Daniel un peluche. Mi padre le cedió el puesto a Andrea y estrechó la mano de Ethan antes de dejarlo pasar. «Bueno, al menos ya se conocen oficialmente»

—¿Cómo te sientes, bonita? Cuéntanos cómo sucedió todo. —dijo Andrea, besando mi frente. 

Oh… no, esta es la parte incómoda de la historia. ¿Qué pasó, Jane? La pregunta del millón. ¿Debía decir que fue Kristen quien me empujó? Claramente eso traería consecuencias en mi paz mental, quizás comiencen los atentados contra mí y mis amigos ¿pero valía la pena callar por evitar el conflicto? 




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