Precious – Depeche Mode
—Señorita Elizabeth, he luchado en vano y ya no puedo dominarme más. Estos meses han sido un tormento. —El rostro del Sr. Darcy, empapado por la lluvia, reflejaba la honestidad de sus palabras. —Vine a Rosings con el único objeto de verla a usted. He luchado contra mi buen juicio, contra mi familia, la inferioridad de su cuna, mi rango y muchas cosas más, pero estoy dispuesto a dejarlas a un lado y pedirle que acabe con mi agonía.
—No entiendo…
—La amo… —El corazón de Elisabeth se paralizó por un segundo. “Compasión” fue la primera emoción que cupo en su mente— con toda mi alma. Por favor hágame el honor de aceptar mi mano. —. Poco después la ira nublaría los pensamientos de Elisabeth, y esta elaboraría con ácidas palabras el rechazo a la propuesta del señor galante de ojos azules, quién habría efectuado, hasta entonces, el acto de vulnerabilidad más grande; abrir su corazón.
Ethan comió un puñado de palomitas sin quitar la vista de aquella icónica escena. Reí en mi interior por su reacción a la película. Me parecía gracioso que un hombre se interesara tanto en “Orgullo y Prejuicio”. Daniel siempre le reprochó a Kristen “romantizar personajes cinematográficos” sabiendo que nunca un hombre real estaría dispuesto a elaborar tal discurso frente a una mujer.
—“Somos simples”— declaró Daniel en aquel momento.
Si me pagaran un dólar cada vez que he escuchado a un hombre excusarse con esa frase.
—No es eso, Daniel —rebatí, quitándole la capacidad a Kristen de comenzar una discusión sin sentido—. Solo no has amado a una mujer tan profundamente, porque créeme que, ya sea un hombre o una mujer, cuando está enamorado o enamorada, no tiene más opción. Su mente cobra vida propia y nada parece suficiente para demostrar cuánto siente por el otro. —Y bien lo sabía. El amor es algo bastante curioso, porque separa la mente del cuerpo. Esto no podría haberlo mencionado en aquel momento, pero siempre supe que estaba enamorada de Ethan. Aunque él no me hablara, aunque no me buscara, aunque ignorara mi presencia y pareciera cruel… A pesar de todas esas acciones, las cuales deberían repeler mis sentimientos, algo no me permitía avanzar, fijarme en otras personas, no pensar en él… El amor. Es así como se siente el estar enamorada de alguien. La imaginación vuela y de pronto quieres sobrepasar todas dificultades, hacer hasta lo imposible para tenerlo a tu lado. Por tu cabeza pasan mil películas de cosas que quieres hacer, cosas que le podrías decir y actos que desearías conservar como los mejores días de tu vida…, y cuando lo ves con otra y se rompe la ilusión, desearías no haberte fijado en él, ni que existiera aquella dopamina que solo con mirarlo te hace sentir tan viva. —Aquí, y solo aquí, es cuando deja de existir nuestra “simpleza” y comenzamos a volar.
Esto solo confirmaba que mi percepción en los hombres debía ser actualizada.
—¿Qué? — me miró intrigado, como si hubiera adivinado que jamás había visto a un hombre ver una película romántica.
—Nada —. Respondí, fingiendo desinterés —Solo creí que no te gustaban las películas de romance.
—No son mi primera elección —volvió a comer palomitas—, pero creo que comenzarán a ser mi segunda…
—¿Logré que Ethan Dalaras cambiara de posición algo en su lista de preferencias? Me siento alagada.
—No sería la primera vez que metes una nueva casilla a lista sin permiso a mi lista de gustos.
Reí sin entender la broma.
—Me gustaste tú, preciosa. —Aclaró. Sus mejillas parecieron enrojecerse por haber dicho eso. Una parte de mí decía “qué tierno” y la otra “demasiado dulce”
—¿”Preciosa”?
Me miró confuso.
—¿Por qué me dices así?
—Lo saqué de una película cursi. —Reímos —Si no te gusta podemos cambiarlo.
—Oh… Estamos en esa etapa.
—¿Cuál etapa?
—En la que comenzamos a llamarnos por sobrenombres y la gente nos voltea a ver raro. Luego comienzan a odiarnos por ser tan empalagosos y parecer forzados. Más de uno pensará “Uno de los dos debe estar engañando al otro, no existen las parejas así de felices”. No nos importará hasta que alguien cercano nos haga un comentario al respecto. Tendremos dudas y… —Respiré, calmando a mi cerebro—En fin, esa etapa.
Ethan rió, recostando su cabeza en el borde del sofá. Miraba al techo, sonriente, pensando un millón de cosas que lo animaban.
—¿En qué piensas, romanticón?
—En que eres hermosa hasta cuando sobrepiensas.
Mis mejillas se encendieron sin saber qué decir. Siempre tengo el mismo dilema; respondo tiernamente o utilizo mi “bro language”?
—Mejor mira la película, tontito.
«Definitivamente mi bro language» Ethan volteó su mirada. Noté un claro sentimiento de victoria supurando por cada bello poro de su ser «el muy sinvergüenza sabía cómo ponerme los pelos de punta».
—Aunque… —continuó —No me molestaría llamarte así o de cualquier otra forma frente a los demás ¿Te incomodaría? —noté cierto cambio drástico en su humor, ahora hablaba en serio.