Un beso por medialunas

Capítulo 18

ASLAN

10 AÑOS ANTES

Cynthia me tenía cogido de la mano mientras me guiaba hacia mi habitación, detrás de nosotros estaban las otras amigas de mi hermana. Una vez adentro, nos sentamos los cuatro en la cama. Se reían entre ellas y yo no comprendía nada.

— ¿Qué vamos a jugar? —indagué entrelazando mis dedos sin saber de dónde provenían mis nervios.

—Jugaremos “¿Quién lo hizo?” —respondió Verónica—. Una persona estará vendada y otra deberá hacerle algo. Lo divertido es adivinar quién ha jugado contigo.

Me pareció un juego extraño, pero acepté. Ellas comenzaron para enseñarme cómo se jugaba: Verónica se vendó los ojos, y Cynthia le hizo cosquillas en el abdomen. Verónica acertó al adivinar quién había jugado con ella y todos nos reímos.

Tenían razón, podía ser divertido.

Llegó mi turno de vendarme y me senté tranquilo en la cama a esperar. Entonces sucedió: alguien junto sus labios con los míos en un beso.

Mi primer beso.

Me quedé inmóvil sin saber qué hacer, hasta que unas manos fueron a mi cuello y sentí una lengua acariciar mis labios. De manera instintiva estos se entreabrieron. Fue una sensación extraña, incómoda. Me aparté de inmediato y me quité la venda.

Yo quería que mi primer beso fuese con Violeta. Con nadie más.

—Estás haciendo trampa —señaló Cynthia a escasos milímetros de mí.

—No me gusta jugar así —confesé.

Ellas intercambiaron una mirada y volvieron a reírse.

—No pasa nada. —Verónica se encogió de hombros—. Aunque los más grandes jugamos de esta forma. ¿Verdad, Cyn? Podemos demostrártelo.

Cynthia asintió y se acercó a su amiga. Tragué fuerte cuando ellas dos se dieron un beso. Mis mejillas se incendiaron y me obligué a mirar a la pared, como si necesitaran algún tipo de espacio.

Verónica se sentó detrás de mi espalda y comenzó a jugar con mi cabello, mientras Cynthia se sentaba frente a mí. Me preguntaron si quería volver a intentarlo, pero no respondí nada. Solo tragué fuerte mientras un vacío en mi estómago se profundizaba.

¿Quería hacerlo? Creo que la situación me estaba superando, y aunque había leído mucho en internet sobre besos y chicas —también había visto uno que otro vídeo—, no me sentía preparado justamente ahora.

No me dieron tiempo para pensar.

Cynthia volvió a besarme en los labios y Verónica soltó una risa cerca de mi oído, al mismo tiempo que las yemas de sus dedos recorrían mi cuello.

Creo que comencé a hiperventilar, mi respiración se aceleró, mis vellos se erizaron, mi pulso se disparó. Siempre había imaginado mi primer beso con Violeta, después de nuestra primera cita y una vez ella hubiese aceptado ser mi novia. Nunca imaginé que terminaría aprendiendo a besar con las amigas de mi hermana.

No quería hacerlo, de hecho.

Pero no sabía cómo escaparme.

La mano de alguna de ellas recorrió mi muslo hasta llegar a… ese lugar. Eso fue lo que me hizo reaccionar. ¡No quería estar allí! No estaba preparado. Quería salir corriendo. Quería que alguien me salvara de esa incómoda situación. No me gustaba que me ellas me tocaran de esa manera.

Impulsivamente empujé a Cynthia para que se alejara de mí y me levanté de golpe. No quería faltarles el respeto, pero no podía dejar que me lo faltaran a mí tampoco.

Sin embargo, cuando las escuché reírse un sentimiento privó en mi interior: vergüenza.

Salí corriendo de la habitación y me encerré en el baño. Me dejé caer al suelo y abracé mis rodillas, apoyando mi frente ellas mientras cerraba los ojos con fuerza como si eso pudiera borrar todo lo que recién había ocurrido.

Ellas comenzaron a tocar la puerta del baño, todavía soltando carcajadas y diciendo cosas que solo me hacían hundirme más en la vergüenza y la humillación. No quería salir, no quería enfrentarlas.

Tenía miedo de que volvieran a tocarme y no saber cómo impedirlo.

¿Dónde estás, Flor?




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