Un boleto para Navidad

Segunda estación: Cambio de vía

El tren se puso en marcha de nuevo, dejando atrás aquella triste escena. Tardó poco para nuevamente detenerse, los pasajeros ahora vestían diferente, su moda era más parecida a la de inicios de la década de los años 70 y Derek, asustado, quiso saber en dónde se encontraba.

—        Mira a través de la ventana, así sabrás la estación en la que nos encontramos— respondió ese misterioso pasajero.

Tras la ventana ahora se veía a un Derek joven, de veintitrés años de edad, lleno de vitalidad, sueños y esperanzas, intrépido y dispuesto a convertirse en un exitoso empresario. Era Nochebuena, su abuela ya había fallecido, pero ahí estaba él, conviviendo con su madre y… con Fanny.

—        Ahora la recuerdas ¿cierto? — preguntó el pasajero.

—        Era una joven hermosa, de alma maravillosa, su luz resplandecía y alumbraba la vida de todos los que la rodeábamos, llevábamos cinco años de noviazgo, nos íbamos a casar— dijo Derek con evidente añoranza.

—        Pero…

—        Esa fue la última Nochebuena que pasamos juntos, exactamente al día siguiente, en Navidad, rompí mi compromiso con ella. Tenía que tomar una decisión, era quedarme junto a Fanny y junto a mi madre en ese sitio sin futuro o aceptar la propuesta de trabajo que me ofrecía un empresario de renombre, ser su asistente me daba la oportunidad de aprender, viajar por el mundo, generar una red de contactos y convertirme a futuro en un exitoso empresario como tanto lo había anhelado.

—        Y para lograrlo consideraste que Fanny te estorbaba.

—        Unos días antes ya le había comentado de la propuesta de trabajo que me ofrecieron, ambos sabíamos que de la decisión que tomara dependería la continuación o la ruptura definitiva de nuestra relación. Reconocíamos que lo que yo eligiera podría cambiar trascendentalmente nuestros caminos, es por ello que acordamos pasar la Nochebuena sin hablar del tema, para convivir felices, disfrutar de ese instante sin pensar en el porvenir. En Navidad les comunicaría mi decisión, pues era precisamente ese día cuando tendría que elegir si abordar el tren que me llevaría a emprender mi sueño o rechazar la propuesta para quedarme en el mismo lugar y casarme con Fanny.

—        Y tú decidiste irte, tu problema no estaba en el dilema en el que creías que te encontrabas, sino en que habías cambiado tu mentalidad, esa propuesta de trabajo potenció tu ambición por destacar, tu hambre de triunfar, conocer el mundo, llevándote a pensar que formar una familia sólo entorpecería tus planes y te impediría llegar a la meta. Eras joven y te atrajo más la idea de disfrutar lo efímero de cada situación sin necesidad de “anclarte” a algo o a alguien.

—        Cierto… fue cuando decidí estar solo el resto de mi vida, me propuse jamás tener una relación estable, únicamente gozar el momento y enfocar mi mayor tiempo y energía en crear mi propia empresa, era un rebelde para la época, no me importaba, porque para mí era el perfecto plan de vida, sin compromisos sentimentales, sin esposa que mantener, sin hijos que alimentar, sin problemas y con más tiempo y dinero del cual disponer para viajar y conocer el mundo.

—        ¿De qué te sirvió conocer el mundo si no tuviste a alguien realmente especial con quien compartir la experiencia y hoy no tienes a quién contársela?, ¿de qué te sirvió saber cómo emprender si no aprendiste que los valores son los cimientos?, ¿de qué te sirvió disponer de más dinero si mucho de él lo derrochaste en frivolidades con mujeres a las que nunca les importaste por gozos fugaces e intrascendentales?, ¿no es eso precisamente lo que te ha llevado a tu situación actual? Jamás ahorraste, tan preocupado por el porvenir de tu empresa que te olvidaste de construir el de tu vida, que ironía, eso te ha llevado a perder aquello por lo que tanto trabajaste, si no hubieras malgastado el dinero, la crisis económica no te habría afectado tanto y tu empresa no estaría en bancarrota, tu egoísta estilo de vida te impidió ser previsor y te llevó a olvidar el propósito por el cual habías soñado con convertirte en un exitoso empresario, perdiste el camino, afanado en conseguir la grandeza te olvidaste de la esencia, trabajaste mucho, pero no con el alma, no con amor, sino con la presión de buscar ser el mejor y para eso tus propios sentimientos te estorbaban, entonces ¿cómo podías ser empático con tus empleados si ni siquiera pensabas en ti mismo?, ¿cómo podías pensar en los demás? No tuviste tiempo para nadie que no fuera tu trabajo y tus diversiones pasajeras. Esa noche no sólo abandonaste a Fanny, sino también a tu madre, no la visitaste cuando enfermó y faltaste a su funeral porque tenías juntas importantes para tu empresa.  Lentamente te convertiste en lo que aborrecías. Derek ¿quiénes de esas personas de juerga y del trabajo están hoy contigo? Ninguna, porque todas fueron transitorias, eso fue lo que elegiste, nunca construir relaciones sólidas. En cuestión de negocios hiciste tu red de contactos, tal como lo habías planeado, pero ¿cuál de esos contactos puede salvar tu empresa hoy?

—        Ninguno, todos ya han fallecido y sus hijos no están interesados en ayudar a un viejo conocido de sus padres— dijo Derek sin poder evitar que le escurrieran las lágrimas, abatido al reflexionar sobre su vida, sus decisiones, su realidad.

—        Aquella Navidad tenías la oportunidad de conservar un regalo que muchas personas anhelan y pocas logran encontrar, el verdadero amor tan difícil de hallar porque es un tesoro que en su momento no supiste apreciar.




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