El tren nuevamente se puso en marcha hasta que se detuvo en una estación de misterioso aspecto.
— A veces no siempre la oportunidad que estamos esperando llega como la imaginamos, si nos distraemos con las banalidades del mundo, con facilidad podemos equivocarnos, el ser humano requiere descubrir la fuerza interior que posee para reconocer con humildad sus errores, afrontar con valor las consecuencias de sus decisiones y lograr hacer buen uso incluso de su mala experiencia, para ayudar a otros a evitar cometer los mismos errores, pero pocos son los que vencen su soberbia y muchos los que se abandonan en la tristeza hasta sufrir una grave depresión que acaba por completo con su luz y su fuerza— dijo el pasajero.
— Yo no soy así, ya bastante me he equivocado, no pienso seguir haciéndolo. Tengo muchos años de vida, estoy muy triste, me duelen mis errores, estoy cansado y muy arrepentido, pero tal vez mi vida no sea un fracaso si por lo menos a un joven le logro comunicar en dónde se encuentra la verdadera grandeza, la importancia del auténtico amor y de la familia— dijo Derek con determinación.
— Me alegra escuchar eso de ti. Esta es la última estación, tienes una segunda y última oportunidad para comunicarle al mundo el mensaje desde tu juventud. Feliz Navidad Derek — dijo el pasajero sonriendo afablemente desvaneciéndose frente a él.
— ¿Qué?, ¿a qué te refieres? — preguntó desconcertado.
El vagón del tren se veía solo. Derek, perplejo por lo que acababa de presenciar, apenas salió del tren y apareció sentado en un sofá, con una sensación extraña en el corazón, no comprendía lo que estaba ocurriendo, se escuchaban villancicos, pudo reconocer que se encontraba en su antigua casa precisamente antes de… se dirigió al espejo más cercano y pudo comprobar que era él con veintitrés años de edad.
— ¿Te sientes bien Derek?
— ¡Fanny! — respondió él con inmensa alegría y al mismo tiempo estupefacto.
— Sí, soy yo, feliz Navidad— dijo ella con una tristeza que no podía ocultar— no sé si pueda acompañarte a la estación de tren, creo que no podría…
— No iré— respondió él apresuradamente.
— ¿Qué?, ¿no piensas comprar tu boleto? — dijo ella intrigada.
— Tengo lo que necesito, ya me han dado un boleto para Navidad que me ha traído a ti y a mi madre en este año tan importante, mi lugar está con ustedes y es el mejor regalo que he podido recibir.
Fanny no entendía bien a qué se refería, pero sonrió con los ojos luminosos de alegría, ambos se apresuraron a abrazarse, era el amor auténtico entrelazándose.
Derek no se detuvo a hacerse más preguntas sobre aquel misterioso viaje en tren que experimentó, tal vez había sido un sueño que después de todo lo despertó a la realidad, pero nadie podía negar que ese día un milagro ocurrió, convirtiéndose en una Navidad para recordar.
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Editado: 20.12.2021