Un buen juego sin reglas

76.

—Vaya —Dave se dio la vuelta y miró fijamente a Kir—. Resulta que eres una chica muy popular.

—¿Te vas por tu cuenta o vamos a pelear? —Kir taladró al chico con la mirada.

—Mira, Kir, de verdad no te reconozco. Pero tengo que decir que has cambiado para mejor —Dave sonrió—. Me iré por mi cuenta, no voy a pelear contigo.

Con estas palabras, se levantó de la mesa y abandonó la cafetería. Kir se sentó frente a Meilin, ocupando su lugar.

—No quiero insinuar nada —dijo el chico—, pero ¿podrías dejar de salir sola? Incluso yo no siempre puedo llegar rápido a tu lado.

Meilin guardó silencio. Extendió la mano hacia la taza y se bebió el café de un trago.

—No es porque no quiera ayudarte. Tú misma entiendes el nivel de peligro, ¿verdad? —preguntó Kir.

—Lo entiendo —logró decir la chica—. Solo quería aclarar mis pensamientos... Sé que no debería haberlo hecho. Y encima esta Reigen...

—¿Reigen? —el rostro del chico mostró sorpresa.

—Ajá. Vino hasta aquí. No sé qué quiere de mí —Meilin se levantó—. ¿Nos vamos?

—¿Quieres que hable con Arman? —Kir también se levantó.

Juntos salieron de la cafetería y subieron al coche del chico.

—No es necesario —dijo la chica, abrochándose el cinturón—. Ya le escribí yo misma.

—Esto no es normal —Kir giró la llave en el contacto con brusquedad—. ¿Estás tan triste por ella?

—Sí —Meilin hizo una pequeña pausa—. Es solo que... volví a pensar si él pensaba en ella cuando estaba conmigo. Seguramente sí. Y eso me duele aún más.

Por un momento reinó el silencio en el coche. Kir miraba concentrado a la carretera.

—No —dijo de repente—. Seguro que no pensaba en ella.

—No puedo decir que eso me haga sentir mejor. Pero bueno, es una conversación inútil —Meilin hizo un gesto con la mano y volvió a callarse—. Por cierto, ¿cómo te sentirías sobre el hecho de que hablo con Ern, si no fuera por Mayla?

—Probablemente intentaría entenderte. No puedo decirte con quién hablar y con quién no. Y Allan tampoco puede. Aunque, sinceramente, todavía no entiendo cómo os habéis llevado tan bien.

—No sé, me siento cómoda con él. Siempre encontramos temas de conversación.

Kir soltó una risita. Meilin giró la cabeza hacia él y vio que una amplia sonrisa se extendía por su rostro.

—¿Qué? —preguntó ella.

—Nada —Kir sonrió aún más—. ¿Seguro que solo piensas en Arman?

—No tiene gracia, Kir —la chica hizo un puchero—. Por cierto, Ern finalmente me dijo por qué me protege.

—¿Porque está enamorado de ti? —dijo Kir, entrando en el patio.

—¿Cómo lo sabes? —Meilin miró sorprendida al chico.

—Mayla me lo dijo.

—Vaya. Y a mí no me lo dijo.

—Yo en su lugar tampoco lo habría dicho. Eso ya sería realmente entrometerse en asuntos ajenos.

—Sí, tienes razón.

El coche se detuvo frente a la entrada. Kir acompañó a la chica hasta el apartamento, asegurándose de que no hubiera invitados no deseados.

—Gracias, Kir —dijo Meilin—. Hasta mañana.

—Hasta mañana —respondió Kir—. Y, Meilin, ten cuidado con él, ¿de acuerdo?

***

Varios días pasaron rápidamente. El resto del fin de semana Meilin estuvo preparándose para los exámenes de varias asignaturas a la vez. Luego vinieron tres días completamente dedicados a realizar estas pruebas de conocimiento. Y finalmente llegó el momento de descansar: al día siguiente del último examen solo había dos clases.

—Es algo extraño —sonrió Meilin—. Tanto estrés durante estos tres días, y ahora, completa relajación.

—Sí, en momentos como este me alegro sinceramente de haber terminado mis estudios —respondió Ern—. Aunque no fue hace tanto tiempo.

Durante todo este tiempo la chica apenas lo había visto e incluso estaba un poco preocupada por cómo iría su encuentro. Pero el chico se comportaba con naturalidad, lo que ayudó a Meilin a relajarse.

—¿Te llevo a casa? —preguntó Ern cuando se sentaron en su coche.

—En realidad me gustaría tomar un poco de aire y beber café —la voz de la chica sonaba tímida—. Así que, si no tienes planes, ¿quizás podríamos ir a algún sitio?

—Excelente idea —Ern sonrió—. ¿Adónde quieres ir?

—Tal vez a algún lugar cercano. O quizás a donde comprabas los pasteles para Mayla?

—Está bien, vamos allí.

El coche se puso en marcha. Poco después, los dos estaban sentados en una acogedora cafetería.

—¿Vas a comprar algo para Mayla? —preguntó Meilin.

—Hoy no —respondió Ern—. Ella misma ha comprado muchos dulces, así que iré a verla esta noche. Por cierto, ¿quieres acompañarnos?

—Me encantaría, pero tenía planeado acostarme temprano hoy.

—Está bien, quizás la próxima vez entonces.

Trajeron el café. La chica dio un gran sorbo y entrecerró los ojos con satisfacción.

—Por fin —dijo ella—. Durante estos días ni siquiera tuve tiempo para tomar un café decente. Tuve que conformarme con café instantáneo.

—La vida estudiantil es así —Ern sonrió.

En ese momento su teléfono emitió un breve pitido. Un nuevo mensaje de un número desconocido.

«Número desconocido: Por cierto, ¿sabes con quién sale tu hermana?»

El chico ignoró la pregunta y dejó el móvil sobre la mesa. Pero literalmente a los dos minutos llegó un nuevo mensaje.

«Número desconocido: Puedes averiguarlo si vienes ahora a su casa. Aunque seguro que no te gustará.»



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 13.10.2025

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