Mayla abrió la puerta. En el umbral estaba Ern. La chica lo dejó pasar en silencio. En el aire flotaba la incomodidad.
—¿Estás enfadado? —preguntó la hermana en voz baja, evitando el contacto visual—. Pensé que no vendrías.
—No puedo decir que me guste. Pero no tengo derecho a enfadarme contigo, es tu decisión. Aunque estoy impactado.
—No sabía que Kir era del equipo de Allan. Nunca pregunté. Sabía que pertenecía a alguna banda, pero no quería profundizar.
—Mayla —resopló Ern—. ¿Crees que en Niorimi hay muchas bandas aparte de nosotros y Allan?
—¿No hay algunas más pequeñas?
—Puede que las haya. Pero no he oído hablar de ellas.
—Bueno, no sé cómo funciona todo aquí. Y sigo sin querer saberlo.
—¿Crees que aún así lograrás mantenerte al margen?
—Tengo muchas esperanzas. Por cierto, ¿por qué viniste solo? ¿No se te ocurrió invitar a Meilin? —Mayla sonrió, observando atentamente el rostro de su hermano.
—Se me ocurrió —Ern imitó su entonación—. Pero ella no quiso.
—Entonces la invitaste mal. No te esforzaste lo suficiente.
—Mayla, no somos sus mejores amigos como para que pase todo el tiempo con nosotros. Creo que para Meilin esa invitación resultó poco cómoda.
—Bueno, piensa lo que quieras. Yo voy a actuar.
—Me pregunto cómo.
—Pues no te lo voy a decir. Ñañaña.
—Como una niña pequeña, en serio.
***
—¿Estás seguro de que es buena idea? —preguntó Meilin cuando Kir abrió la puerta del apartamento compartido de la banda con la llave y tiró suavemente del pomo.
—Meilin, detrás del arco están los Rayson y Dave. ¿Tienes mejor idea? No quiero ponerte en peligro —soltó el chico y entró—. Si te preocupa lo de Ern, supongo que él también apoyaría esta decisión.
—Me pareció que no nos vieron —respondió Meilin, entrando.
—Sí, cualquiera menos Dave. Él es muuuuy atento.
—Este Dave vuestro es demasiado bueno, si hay que creer los comentarios.
—Bueno, en parte sí lo es.
—Pero aun así se las arregló para juntarse con los chicos malos —se rio la chica.
Kir soltó una carcajada.
—Síííí, sin duda —estuvo de acuerdo—. Pero en serio, no te preocupes. Arman definitivamente no estará hoy. Participa en carreras.
—Bueno, al menos una buena noticia.
Meilin se dejó caer en el sofá y exhaló con cansancio. Si por la mañana el día todavía parecía tranquilo, después de clases todo cambió drásticamente. Para sorpresa de la chica, Dave no apareció en la clase magistral común para todo el curso. Kir la encontró después de clases. Mayla no estuvo hoy.
Y luego empezaron las aventuras: unas cuadras después apareció una cola—el coche de Dave. Aunque después giró en dirección opuesta. Pero unos minutos más tarde, los hermanos Rayson aparecieron en el horizonte. Parecía que no los habían visto, ni siquiera se movieron de su lugar. Aun así, Kir decidió ir al apartamento de la banda, el punto más cercano. Sabía que no podía competir con Dave. Y con Hidd y Blake la situación se volvía más peligrosa para Meilin.
—¿Hablaste con Mayla? —preguntó la chica—. ¿Por qué no vino?
—Se enfermó. Tiene fiebre.
—Entiendo. Ya me temía que no se pusiera de acuerdo con su hermano. Por cierto, él reaccionó de forma bastante extraña.
—No hablemos de eso aquí, ¿vale?
—Bueno, pero no estoy mencionando nombres.
—Aun así.
—Okay, como digas.
Meilin tomó el mando y de inmediato recordó a Arman. Habían estado sentados besándose en ese mismo sofá. Y unos días después él ya se apareció aquí con Reigen. La chica suspiró con tristeza.
«Espero que Ern no tenga su propia Reigen».
Con ese pensamiento su atención volvió al momento presente.
«¿Por qué pienso en esto siquiera?»
—¿Todo bien? —preguntó Kir con preocupación, mirando a Meilin.
—Ajá —la chica se levantó y se cambió al sillón—. Recuerdos innecesarios.
Al poco tiempo aparecieron en el apartamento Allan, Daniel y Anthony.
—Hola —dijo Alex. Los chicos también saludaron—. Vimos cerca los coches de Dave y los Rayson.
—Ya te lo dije —Kir miró a Meilin—. Me sorprendería que no nos hubieran visto. Hola, chicos.
—Hola —dijo la chica—. Así que no fue en vano que nos cuidáramos. Últimamente vuestro Dave me persigue constantemente. Me sigue como si fuera su trabajo.
—No es nuestro —soltó Anthony con disgusto.
—Apoyo eso —estuvo de acuerdo Deni—. Si Arm se callara la boca, Dave quizás ya te hubiera dejado en paz. Pero te persigue porque piensa que estás con nosotros.
—Alto —interrumpió Alex—. Cambiemos de tema.
—Creo que ya puedo irme a casa —dijo Meilin—. No creo que se queden ahí parados sabiendo que hay más de uno de vosotros aquí.
—Yo te llevo —dijo el líder—. Vamos.
—¿Nosotros también? —preguntaron los chicos al unísono.
—No, vosotros os quedáis. Vamos, Meilin.
Los dos salieron del apartamento y se dirigieron al coche de Allan. Él abrió la puerta para Meilin.
—¿O sea que tú también crees que ya se fueron? —preguntó la chica.
—Creo que no. Tendremos que esperar bastante —Alex rodeó el automóvil y ocupó el asiento del conductor—. No tengas miedo.
El chico salió a la carretera. Meilin notó de inmediato los coches de los perseguidores. Estaban en la dirección hacia la casa de la chica. Se habían preparado. Allan se acercó y se detuvo a unos metros de los vehículos de los oponentes.
—Quédate aquí un rato, ¿vale? —el chico salió del interior y se acercó a los coches. Los Rayson, como por orden, salieron a la acera. Dave permaneció al volante—. ¿Qué hacéis aquí?