Un buen juego sin reglas

102.

Al mismo tiempo, en la base de Allan también se estaba llevando a cabo una conversación seria.

—Okay, ¿y qué garantías tenemos de que no te vas a ir otra vez a otro equipo por una razón inventada? —preguntó Arman con escepticismo.

Al chico no le gustaba demasiado la situación que se había formado, aunque los demás habían recibido al viejo amigo con bastante calidez.

—En mi defensa quiero decir que fui bastante impulsivo y demasiado vulnerable —respondió Dave—. Y también terco, porque enseguida entendí que el equipo de Raynom no era lo que me había imaginado, pero durante mucho tiempo no quise admitírmelo. Meilin me ayudó, por cierto.

En la última frase miró a Arman con más atención. Este resopló y saltó del brazo del sofá.

—En fin, haced con él lo que queráis —soltó, dirigiéndose hacia la salida—. En principio, desde el punto de vista de sus habilidades, mejor que se quede.

—¿Te mordió Nico? —preguntó Dave con mordacidad.

El chico lo ignoró.

—Arman, espera —dijo Alex con firmeza.

Arman se detuvo y miró al líder con una expresión que decía: venga, di rápido lo que querías y me largo de este circo.

—Ya no somos niños pequeños.

Arman exhaló ruidosamente, pero volvió a su sitio.

—No puedo decir que fuéramos mucho más jóvenes que ahora —continuó Allan—. Pero ha pasado algún tiempo, sí. Así que intentemos entendernos.

—Por cierto, ¿Raynom sigue sin haber mirado nuestros almacenes? ¿Está ganando tiempo? —preguntó Daniel de repente.

—No sabe dónde están ubicados, si te refieres a eso —respondió Dave—. No conté nada sobre nuestros asuntos. Y no contaré nada sobre los suyos. Por cierto, ¿vosotros qué, no habéis reubicado los almacenes?

—Retiro lo dicho —resopló Arman—. Después de todo, no sirve de mucho.

—Y yo estoy de acuerdo en que estaría mal si Dave nos entregara a Raynom —señaló Martin.

Todos los demás chicos asintieron.

—El buen viejo Dave con su propio código de honor —sonrió Anthony.

—Me gustaría disculparme ante todos vosotros por mis acciones —Dave bajó la cabeza—. Pero me parece que ninguna disculpa las compensará.

—Basta con que lo hayas entendido todo —respondió Alex—. Pero creo que te iremos introduciendo en los asuntos gradualmente. No es que no confíe en ti, pero ignorar las reglas del sentido común parecería raro. ¿Qué decís, chicos?

—Estoy de acuerdo —soltó Daniel.

—Y yo —añadió Anthony.

—Yo también —ya era Martin.

—Ya dije que me da igual —dijo Arman con disgusto.

En ese momento se oyó desde el pasillo el sonido de una puerta abriéndose, y poco después apareció en el salón Kir. Se veía un poco inquieto.

—¿Qué pasó? —preguntó Alex, mirando atentamente a su amigo.

—Nada especial. Bueno, algo personal —el chico agitó la mano—. Me retrasé un poco, disculpad.

El líder puso brevemente a Kir al corriente de la conversación, y este también apoyó la decisión.

—¿Qué tal si competimos? —preguntó Anthony—. Venga, Arm, ¿comprobamos si Dave puede superarte?

—Fácil —respondió Arman con suficiencia.

—Pero no ahora —añadió Alex—. Todavía tenemos algunos asuntos para hoy.

—Ah, cierto... —respondió Anthony con pena—. Entonces ¿qué, voy con Arm al almacén?

—Sí. Creo que ya podéis ir. Entonces yo, Daniel y Martin, al laboratorio. Kir, Dave, os quedáis en la base.

—Okay —dijeron los últimos al unísono.

Los chicos se marcharon rápidamente a cumplir las tareas. Dave se dejó caer en el sofá y cogió el mando.

—¿Meilin o Mayla? —preguntó sin siquiera mirar a Kir.

—Meilin —respondió este.

—¿Y qué pasa?

—Dean los vio a ella y a Ern. Y ella decidió hablar con él a solas.

—Ooh. Me sorprende que no haya pasado antes. ¿Y cuál fue el resultado?

—No lo sé. Se fueron juntos a algún sitio. Y Meilin escribió para que no me preocupara —Kir se sentó al lado y también cogió un mando—. A veces me parece que le falta el instinto de supervivencia.

—Pues yo creo que es una chica bastante prudente —dijo Dave.

—Por cierto —Kir lo miró directamente—. Ni se te ocurra decirles a los chicos que esos dos están saliendo.

—Ajá. Y sobre Mayla tampoco —Dave se rio—. Pero vale, es vuestro asunto privado, lo entiendo. No somos los únicos así. ¿No es un secreto para nadie que Alex está enamorado de la hermana de Dean?

—Ellos al menos crecieron juntos. Solo que no se lo digas a Alex —soltó una carcajada Kir—. Creo que no lo admitirá. Y además Dean nunca en la vida les permitirá estar juntos.

—Okay, de acuerdo.

***

—¿Cómo empezasteis a salir? —preguntó Brian.

—¿Quién tomó la iniciativa? —añadió Dakota.

—¿Hace cuánto que estáis juntos? —aclaró Ed.

—¿Arman lo sabe? —preguntó Lester.

—¿Y Alex? —añadió Ike.

Las preguntas comenzaron a llover tras unos minutos de silencio provocado por la aparición de Ern. Dean levantó la mano, deteniendo el torrente.

—Bueno, chicos, basta —dijo—. Son preguntas demasiado personales. Vayamos al grano. Meilin me ha dicho que solo se comunica con Kir y Alex. Mientras nuestro conflicto esté congelado, quizá no importe. Pero más adelante pueden surgir problemas.

—No surgirán. No me meteré en vuestros asuntos —repitió Meilin.

—Pero no sabes cómo reaccionarán cuando se enteren —señaló el líder.

—Tienes razón, no lo sé. Pero puedo garantizar que no filtraré información interna. Porque no la conozco. Y no quiero conocerla.

—Todo será igual que con Mayla —dijo Ern—. Y con ella no hubo problemas.

—Bien, intentemos adoptar ese modelo si nadie está en contra —concluyó Dean.

Los chicos estuvieron de acuerdo. Ern exhaló mentalmente. Por alguna razón había pensado que sería más difícil.

No se quedaron mucho tiempo. Tras ponerse de acuerdo en todo, Ern y Meilin se marcharon.

—Tenías razón —dijo la chica cuando pasaban por delante del centro comercial—. Dean no es tan terrible.



#3023 en Novela romántica
#984 en Chick lit

En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 03.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.