Pasaron varios días. En la universidad comenzaron los exámenes. Meilin, sorprendentemente, logró cerrar varias materias de forma anticipada. Mayla, en cambio, tuvo que asistir a clases.
La primera clase fue una conferencia preparatoria. La chica apenas aguantó hasta el final—fue muy aburrida.
—Hola —dijo Mayla a Kir al salir del aula.
El chico estaba parado frente a la puerta esperándola.
—Hola —sonrió él y abrazó tiernamente a la chica—. Te extrañé.
—Yo también —Mayla besó ligeramente a Kir en los labios y se apartó—. Vamos a la cafetería. Tengo muuuucha hambre.
—Vamos.
La pareja se acomodó en una mesita del café local. La chica pidió sopa y Kir decidió limitarse a un té.
—Reigen dejó a Arman —dijo él de repente—. Otra vez lo mismo.
—Wow —Mayla hasta dejó la cuchara—. ¡Qué inesperado!
—En realidad, no es muy divertido, porque Arman puede volver a fijarse en Meilin —la voz del chico sonaba preocupada.
—¿Y qué? —bufó la chica—. Que se lleve el chasco. ¿Cree que Meilin va a correr hacia él en cuanto la llame?
—Yo en tu lugar avisaría a Ern.
—Claro que le avisaré. Le escribo ahora —Mayla sacó el teléfono.
—Y a Meilin también.
—A Meilin se lo digo en persona. Nos vamos a ver esta noche.
—¿No crees que será tarde?
—Ella no tiene clases hoy. Y es poco probable que vaya a algún lado sin Ern.
—Okay, como quieras.
***
Ern se despertó con el sonido de un mensaje. Se estiró para alcanzar el teléfono. Era Mayla.
«Mayla: Hola, hermanito. Kir me dijo que Reigen dejó a Arman.
Ern: ¿Quién lo hubiera dudado...
Mayla: Pues sí. Pero Kir tiene miedo de que Arman vuelva a molestar a Meilin.»
El chico dejó el teléfono sobre la almohada y se acostó boca arriba. Se quedó pensativo. Así permaneció unos dos minutos, hasta que otro mensaje lo devolvió a la realidad.
«Mayla: ¿Estás ahí?
Ern: Sí.
Ern: Yo también tengo miedo de eso.
Mayla: Ern, no pensarás que ella realmente vuelva con él, ¿verdad?
Ern: No lo sé.
Mayla: ¿Por qué no confías en ti mismo? Meilin te ama a ti, no a Arman. Tu tarea es quitarle las ganas hasta de acercarse. Y que Alex y los demás se enteren de ustedes, si hace falta. ¿Estás en casa?
Ern: Sí. Gracias por decirme.
Mayla: Ni se te ocurra rendirte. Si no, ¡yo misma le daré una paliza a ese Arman!»
Ern sonrió y bloqueó la pantalla. Ahora a él también le esperaba un examen.
***
Meilin salió al balcón con una regadera en las manos. Notó que la tierra en las macetas se había secado bastante—había que regar con más frecuencia.
Regó rápidamente todas las flores del suelo y luego pasó a las que estaban en macetas colgantes sobre la barandilla del balcón. Fue entonces cuando vio a Arman. El chico estaba sentado sobre el capó de su coche mirando hacia las ventanas de su apartamento. Al ver que lo habían notado, saludó con la mano y luego hizo gestos: ven aquí.
—¿Qué quieres? —gritó Meilin.
Pero Arman fingió no haber oído. Sí, fingió—Meilin estaba segura de que había preguntado lo suficientemente alto. En cambio, el chico repitió el gesto. La chica suspiró.
«Espero que al menos este no esté planeando secuestrarme».
Meilin llevó la regadera de vuelta sin prisa y se puso la chaqueta.
—Bueno, ¿y qué quieres? —preguntó con un tono molesto al salir a la calle—. ¿O se te olvidó cómo escribir?
—Quería hablar —la voz de Arman sonaba sorprendentemente calmada—. Tenía miedo de que no reaccionaras a mi mensaje. O que me hubieras bloqueado.
—Habla —Meilin ya estaba un poco desconcertada.
«Esto es algo nuevo».
—Estaba equivocado —comenzó Arman—. Cuando te dejé. Ahora me he dado cuenta.
La chica levantó una ceja con sorpresa y escepticismo.
—Quiero volver —continuó el chico—. Empecemos todo de nuevo.
—¿Qué? —había tanta indignación en la voz de Meilin que hasta ella misma se asustó—. Arman, ¿te estás oyendo? ¿En serio crees que voy a caer en eso?
—Pero de verdad estoy sufriendo sin ti.
—Pues ve a sufrir con Reigen. ¿Cuál es el problema?
—No quiero ir con Reigen. Quiero estar contigo.
—Arman, tengo novio. Llegaste tarde con tus confesiones.
—¿Qué? —ahora era el turno de Arman de sorprenderse—. ¿Y quién?
—Eso ya no es asunto tuyo.
—Creo que me imagino quién es —apareció una sonrisa mordaz en el rostro del chico.
—Si eso es todo, me voy a casa —Meilin dio instintivamente varios pasos hacia atrás, temiendo que al chico se le ocurriera retenerla.
—Volveremos a este tema —dijo Arman con confianza.
***
Ern se apoyó contra la pared, inmóvil. El corazón le latía con fuerza. Tenía miedo de que Meilin se alegrara y aceptara. Quería salir corriendo y alejar a Arman de su novia por la fuerza. Ya estaba a punto de hacerlo—estaba seguro de que ese iba a propasarse. Pero, para su sorpresa, Arman se contuvo. Ern esperó hasta que Meilin desapareciera en el portal. Entonces Arman se fue.
***
Meilin se quitó la chaqueta con enojo y entró a la sala. Si hubiera podido, le habría dado un golpe. Sinceramente no entendía cómo pudo haberse enamorado alguna vez de ese chico.
«¡Qué horror!»
Encendió el televisor y se dejó caer en el sofá. Las emociones hervían dentro de ella. Estiró la mano hacia el teléfono.
«Tengo que escribirle a Mayla».