—Ern dijo que te dejó aquí —explicó Dean—. Mala idea.
—No tuvimos opción. Llevarme con ustedes es más peligroso para sus asuntos. Y llevarme a casa lleva mucho tiempo. Además, ya me cansé de cambiar mis planes por culpa de Raynom. ¿Y tú qué haces aquí?
—Distraer a Raynom.
—¿Entonces está por aquí?
—Tal vez. Está acostumbrado a que siempre aparezco con los chicos.
Era evidente que Dean no hablaba con mucho entusiasmo sobre los asuntos de su banda.
—¿Qué hay de tu hermana? —cambió de tema Meilin.
—¿Qué sabes exactamente? —el chico la miró con atención.
—Que también está amenazada por Raynom.
—Es cierto. Durante un tiempo estuvo a salvo. Pero parece que Raynom va a arriesgarse y colarse de nuevo en la ciudad. Aunque ya se coló.
—¿Qué ciudad?
—Reigas. ¿De qué te sirve eso?
—¿Por qué no vas y traes a tu hermana?
—No es tan simple. No podemos ir con los chicos así como así. No nos quieren allí. Un poco menos que a Raynom, pero igual. Y si voy solo, Raynom no me dejará sacarla.
—Pero ella estudia a distancia. ¿Por qué no está aquí, contigo?
—Está en Reigas con nuestros padres. Pero ellos se fueron hace poco de viaje al extranjero. Y Raynom se enteró de alguna manera —en la última frase Dean hizo una mueca.
—No fui yo —Meilin levantó las manos.
—Sé que no fuiste tú. No le dije nada a ninguno de los chicos.
—¿Y no puede quedarse en casa un tiempo? ¿Por cuánto se fueron tus padres?
—¿Y tú te quedaste muy bien en casa, verdad? —el chico sonrió—. Kiara es aún más inquieta que tú. Por cierto, ¿por qué te interesa todo esto?
—Tengo un plan.
—Vaya —Dean chasqueó la lengua con escepticismo—. ¿Cuál es?
—Es poco probable que me conozcan en Reigas. O más bien, que sepan de mí allí. Son otros chicos los que están allí, ¿verdad?
—Así es.
—Entonces puedo ir tranquilamente y hacerme pasar por amiga de Kiara. Entiendo bien: ¿ellos tampoco atacan con testigos presentes?
—Parece que sí. Kiara dijo que vio a alguien vigilándola. Pero cuando se encontraba con conocidos, desaparecía.
—¿Por qué crees que es Raynom?
—Porque es su táctica habitual con ella.
—Vale, entiendo. Puedo intentar ayudar a tu hermana a escapar. Tengo experiencia.
—Es peligroso, tanto para ti como para ella. No podemos estar seguros de que nadie sepa de ti allí.
—No soy ninguna estrella.
—Puede haber gente de Raynom que te conozca. Ya ha llamado a otros chicos aquí varias veces.
—¿Y qué? A ellos les importa conocerlos a ustedes, no a mí. Creo que vale la pena arriesgarse.
—Dudo que Ern acepte eso. Y yo tampoco puedo arriesgarte.
—¿Puedo decidir yo misma si vale la pena arriesgarme? —apareció tensión en la voz de Meilin.
***
Unas horas después, Meilin le presentó su idea a Ern. Él escuchó sin interrumpir. Cuando la chica terminó, un silencio de varios minutos se instaló entre ellos. Ern exhaló con fuerza.
—No puedo decir que me guste esta idea —dijo, apretando los labios—. Pero tampoco puedo prohibírtelo. Tienes razón: lo más probable es que en Reigas nadie sepa de ti. Pero si algo sale mal, no podré salvarte.
—Lo entiendo. Aún así quiero hacerlo.
—¿Crees que Dean será más suave contigo?
—Sinceramente, me da igual cómo me trate. Quiero fastidiar a Raynom. Esta es una oportunidad. Se va a enojar si su plan no sale bien, ¿verdad?
—Y mucho —Ern sonrió—. Meilin, te estoy descubriendo desde otro lado.
—Me hartó.
—Entonces, ¿hablamos del plan? —intervino Dean. Acababa de volver con una nueva tanda de café y oyó las últimas frases.
—Iré a la estación en taxi —comenzó Meilin—. Preferiblemente no desde casa, sino desde algún lugar al azar. Necesitamos que mientras tanto vigilen a Raynom y lo distraigan. Por cierto, también puedo pedirles ayuda a Kir y Dave.
—No —negó Dean con brusquedad—. No quiero que nadie del equipo de Allan se entere. Aunque ahora no estemos peleados, eso no les impedirá intentar conseguir algo en mi contra.
—Está bien, está bien. Nos arreglaremos sin Kir y Dave.
El plan estaba listo. Solo quedaba ejecutarlo. Decidieron esperar hasta el día siguiente.
—Estás pensativo —dijo Meilin cuando llegaron al apartamento de Ern—. ¿Es por nuestro plan?
—Un poco —el chico levantó la vista—. Me resulta más fácil arriesgarme yo mismo que ver cómo lo hace otra persona.
—Pero tenemos que sacar a Kiara de allí de alguna manera, ¿no? Por ahora esta es la mejor idea.
—Pero no es tu problema, Meilin.
—Raynom es mi problema —Meilin sonrió y se acercó más a Ern, lo abrazó por el cuello—. Ya sé de lo que son capaces, no puedo quedarme al margen. Ya pasó lo mismo con Maila.
—Lo entiendo —el chico tocó tiernamente su nariz con la de ella y la besó.
Meilin sintió cómo un escalofrío de emociones recorrió su cuerpo. La adrenalina de pensar en la operación futura era demasiada. Se apretó aún más contra Ern, y él profundizó el beso.
La cabeza le dio vueltas. Ern la abrazaba tiernamente por la cintura, hasta que la chica se sorprendió pensando que eso ya no le bastaba.