Un buen juego sin reglas

114.

Habían pasado varios días. Alex caminaba por el centro comercial cuando vio a Kiara frente a una tienda de casitas en miniatura, mirando el escaparate. Se dirigió resueltamente hacia ella.

—Hola —dijo él cuando Kiara se dio la vuelta al notar su reflejo en el cristal.

—Hola, Alex —la chica sonrió dulcemente.

—¿Estás sola?

—No, con Dean y Ed. Pero fueron a ver algo para sus coches. Qué aburrimiento. Así que me quedé aquí.

—No me fío de Dean. Esto es peligroso.

—Venga ya, si Raynom me vio, fue en compañía de los chicos. No es tan desesperado como para intentar raptarme delante de ellos.

—¿Y dónde están? —repitió Alex.

—Hay mucha gente aquí. Entraría en la tienda —intentó explicar Kiara.

—Vamos —el chico asintió hacia la cafetería del centro comercial—. Sentémonos allí.

Al oír la invitación, Kiara casi saltó de alegría. Ahora sí que no se arrepentía de haberse colado con su hermano.

—¿Qué vas a tomar? —preguntó Alex cuando la chica se acomodó en una de las mesas libres.

—Un batido.

—¿De chocolate?

—Ajá.

—Ahora lo pido —con estas palabras, el chico se dirigió al mostrador.

Al poco rato, Allan regresó a la mesa con las bebidas en las manos.

—Ten —puso un vaso alto y fino con una pajita extravagante delante de la chica.

Para él había pedido un americano.

—Gracias —Kiara sonrió de nuevo y tomó un sorbo de la bebida dulce—. Mmm, qué rico.

—Me alegro de que te guste.

—Hacía tiempo que no nos veíamos, ¿verdad? Desde aquel encuentro en la estación.

—Ajá —Alex tomó un sorbo del café caliente.

—¿Os habéis reconciliado otra vez con Dean?

—No nos hemos reconciliado. Simplemente ignoramos temporalmente la presencia del otro.

La chica se rio.

—Dean dijo lo mismo —explicó ella—. Meilin inventó este plan ella sola. Creo que Raynom le causó bastantes problemas.

Alex exhaló pesadamente y miró hacia otro lado.

—No te preocupes —continuó Kiara—. Ern no la lastimará.

—Que lo intente —gruñó el chico—. Mientras Meilin esté a salvo, no es asunto mío. Pero si le hace daño, será mi asunto.

—Él no tiene su propia Reigen.

Allan levantó la cabeza y miró a la chica. En sus ojos brillaba un ligero tono juguetón. Preciosa, como siempre. Al pillarse con ese pensamiento, se apresuró a apartar la mirada.

—¿Y qué pasará después? —preguntó Kiara de repente—. Con Dean.

—¿En qué sentido? —Alex tomó otro sorbo de café.

—Cuando sometáis a Raynom, ¿qué pasará entonces? ¿Volveréis a ser enemigos?

—Lo más probable.

—¿No estás seguro?

—Aquella vez tampoco pensé que volveríamos a pelearnos. Y ahora él tiene a Ern y nosotros a Arman. Eso solo puede agravar la situación, no suavizarla.

—Alex, no le eches toda la culpa a los chicos. ¿Recuerdas cuando jugábamos al escondite? Era divertido, ¿no?

—Kiara, tú eres un caso completamente distinto. Entre Dean y yo todo es más complicado.

Al oír las primeras palabras, la chica sintió cómo se ensanchaba su sonrisa. Después de todo, él la distinguía de alguna manera.

—¿Qué caso distinto? —preguntó ella.

***

Dean cerró los puños. La rabia crecía en su pecho.

—¿Qué hace él aquí? —siseó, señalando con la cabeza hacia la cafetería del centro comercial.

Ed miró hacia allí y enseguida vio a Kiara con Alex.

—Vaya —dijo—. No esperabas que fuera fácil, ¿verdad? ¿Vas ahora mismo o te calmas un poco?

—Dudo que me esté provocando a propósito —gruñó Dean.

—¿Crees que lograrás mantenerlos separados? Mira cómo se miran. Una pareja de enamorados de verdad —continuó Ed sin parar—. Aunque Ern les robó a Meilin, así que por parte de Alex es totalmente justo robarnos a Kiara.

—Incluso si fuéramos amigos, no lo dejaría acercarse a mi hermana. Está bien, me voy.

—Yo esperaré aquí.

El chico se dirigió directamente hacia la mesa. Alex lo notó al instante. Kiara, al ver los cambios en la expresión de su interlocutor, se dio la vuelta y su mirada se encontró con la de su hermano.

—Vámonos, Kiara —dijo él, taladrando al enemigo con la mirada.

La chica se levantó y miró a Alex con tristeza.

—Gracias, Alex, por quedarte conmigo. Adiós —dijo ella.

Allan entornó ligeramente los ojos. La tensión en el aire no disminuía.

—No te llevaré más conmigo, ni me lo pidas —advirtió Dean mientras se dirigían hacia Ed, que esperaba apartado.

—Pero...

—Ningún "pero". Ni siquiera discutas.

Kiara bajó la cabeza. El encuentro con Alex le había dado un pequeño rayo de esperanza. Pero convencer a Dean parecía una tarea imposible.

***

—¿Esa es Kiara? —preguntó Dave, sentándose frente al líder.

Este asintió.

—Vaya, cómo ha crecido.

—Ajá —respondió Alex.

—Dean casi explota de rabia cuando os vio —se rio su interlocutor—. Os observé desde lejos. No quise acercarme.

El líder no respondió.

—Oye, ¿y si simplemente la secuestramos? —propuso Dave—. ¿Qué nos hará Dean? Sobre todo ahora.

—La secuestraría con mucho gusto —dijo Alex—. Si ella quisiera. Pero ¿querrá?

***

Ern abrazó a Meilin y la apretó contra él. Sus labios tocaron los de ella.

—Te extrañé —dijo, hundiendo la nariz en su cabello.

—Yo también —sonrió ella.

—Vaya... —resonó cerca la voz de Arman. Meilin se dio la vuelta y vio al chico a apenas cinco metros de ellos—. ¿Así que ese es tu novio?

—¿A ti qué te importa? —la chica entornó los ojos con desdén.

Su novio apretó los puños y se adelantó, cubriéndola.

—Está claro que lo elegiste a propósito —bufó Arman—. Aunque parece que él no lo entiende.

—Tengo nombre, por si lo olvidaste —dijo Ern con frialdad—. ¿Crees que a todos les importas tanto?

—Te la quitaré —Arman avanzó amenazante hacia la pareja.

—Quédate aquí, ¿de acuerdo? —Ern volvió la cabeza hacia Meilin y luego fue al encuentro del enemigo.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 16.11.2025

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