Un buen juego sin reglas

125.

Kiara presionó sobre la imagen, abriéndola en pantalla completa. Era su fotografía favorita. Uno de sus amigos había capturado su beso con Alex durante el juego de desafíos. La chica suspiró suavemente: lástima que todo no había sido del todo real...

Nueve años atrás...

Sus amigas la miraban con demasiada atención. Seguro que estaban tramando algo. Kiara metió la mano en la bolsita con papelitos y comenzó a revisar el contenido. Tenía que sacar algo lo más neutral posible. Palpó concentrada la textura, intentó determinar la longitud del papelito, pero fue en vano. Ninguna pista.

—Atrévete, Ki —dijo una de las chicas, Alika.

—No seas tan miedosa —añadió la segunda, Tina.

—Bueeeno, está bien —Kiara finalmente eligió un papelito y lo sacó.

Las chicas se inclinaron hacia adelante de inmediato, intentando ver qué había dentro. Kiara se echó hacia atrás, pero Alika hábilmente le arrebató el papelito de las manos y lo desdobló. Tina discretamente escondió la bolsita detrás de su espalda y colocó en su lugar una idéntica.

—Besar al chico de la bolsita número uno —leyó en voz alta—. Ooo, esto se pone interesante.

Kiara se sintió incómoda.

«¡Pero si habíamos quedado en que sin este tipo de desafíos!»

Tina se levantó de un salto y se dirigió a la mesa de al lado. En un momento regresó con otra bolsita en las manos.

—Elige tu objetivo —se rio la amiga, extendiendo la bolsa a Kiara—. Pero no hagas trampa.

—¿Puedo sacar otro desafío? —la chica miró a sus amigas con ojos de cachorro—. Habíamos quedado en que sin nada de esto.

—Ay, qué aburrido —desestimó Alika—. Además, este es el único desafío así. No debiste haberte tardado tanto.

—Vamos, no te escabullas —Tina le puso la bolsita casi en la cara—. Saca. Nosotras cumplimos honestamente nuestros desafíos.

—Vale, pero esta será la última ronda —dijo Kiara con la mayor seriedad posible, mostrando su nerviosismo.

Metió la mano en la bolsa. No tardó mucho: sacó el primero que tocó.

—¿Quién es? —preguntaron las amigas al unísono.

—No lo diré —respondió Kiara con firmeza—. ¿O es que también van a mirar?

—Oye, somos tus amigas, ¿no? —presionó Tina.

—Ajá, a lo mejor vas a besar al equivocado —añadió Alika con sarcasmo.

—Está bien —Kiara desdobló el papelito con enfado y se quedó paralizada. Dentro estaba escrito en letras grandes: «ALEX»—. ¿Puedo intentar de nuevo?

—¡No, no, no! —las dos chicas se abalanzaron sobre la bolsita.

Tina asintió apenas perceptiblemente a Alika, y esta soltó el botín.

—No miraremos si no quieres —dijo la primera.

—Ajá, pero si no lo haces, quedará en tu conciencia —añadió la segunda—. Por cierto, ¿quién te tocó?

Alika miró dentro del papelito.

—¡Ajá, Alex! —exclamó—. ¡A nuestra Kiara le tocó besar a Alex! Es tan romántico.

Alex estaba junto a la ventana observando la calle. Se dio la vuelta y miró a las chicas. Él también participaba en este extraño juego y ya había sacado su papelito. A diferencia de Kiara, su desafío era más normal.

—No miraremos si no quieres —Alika se levantó y se dirigió hacia la salida, sin olvidar tomar del brazo a Tina—. Pero juega limpio.

Las chicas salieron de la habitación. Kiara se levantó y miró a Alex. Él esperaba con evidente interés el desarrollo de los acontecimientos.

«Pero nadie dijo qué tipo de beso, ¿verdad?»

Kiara sonrió y se dirigió hacia él. Cuando quedaban apenas unos centímetros entre ellos, se puso de puntillas y lo besó en la mejilla. Pero no logró escapar. Alex hábilmente la agarró por la cintura y la atrajo hacia sí. Un instante después Kiara sintió el contacto de sus labios sobre los suyos y se desconcertó totalmente.

Respondió al beso: no pudo contenerse. En su cabeza vagaban diversos pensamientos…

«¿Y ahora qué pensará de mí?»

«No debí haber respondido...»

«¿Por qué no escapé?»

«¿Qué estoy haciendo?»

«¡Voy a matarlas a las dos!»

Por un instante le pareció que algo había brillado cerca.

«Seguro ya se me nubla la vista de la emoción. Mírenla, derretida como un helado».

No había pasado ni medio minuto, pero a Kiara le pareció una eternidad. Alex se separó de sus labios y sonrió levemente.

—Si vas a besar, besa como se debe —dijo él.

Sintiendo la libertad, la chica se liberó al instante del abrazo flojo de Alex y salió corriendo, casi tropezándose con las bolsitas en el suelo.

Kiara pasó casi toda la tarde en el columpio del parque vecino. Los labios le ardían y los dulces recuerdos no la dejaban en paz. Tanto había soñado con besar a Alex, pero nunca pensó que sucedería tan rápido y tan real. La única pregunta era: ¿por qué lo hizo? Kiara suspiró con tristeza. Estaba segura de que él quería darle una lección. Sin embargo, preguntarle al respecto definitivamente no se atrevería. El teléfono emitió un pitido breve: un mensaje de un número desconocido. Abrió el chat y vio una fotografía. Ella y Alex besándose. Se veía como si fueran una pareja de verdad. Kiara sintió cómo una ligera vergüenza recorrió nuevamente todo su cuerpo.

«¡Pero quedó bien!»

Después de un rato, el hambre venció a la vergüenza y se dirigió a casa. Alex ya se había ido para ese momento, porque habían regresado sus padres, quienes por razones conocidas no apreciaban mucho a ese invitado. Kiara entró a la sala. Su atención fue atraída de inmediato por las bolsitas que seguían tiradas en el suelo.

«Creo que había más... ¿O ya estaba viendo doble mientras huía?»

Kiara se puso en cuclillas, tomó una de las bolsitas, vació el contenido en el suelo y comenzó a revisar los papelitos. Cuál fue su sorpresa cuando ya el décimo consecutivo tenía el mismo texto: «Besar al chico de la bolsita número uno». Apretó los labios.

«¡Qué astutas!»



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 16.11.2025

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