Toqué la puerta y enseguida la abriste, quedaste sorprendida al verme.
¿Quién te dijo que estoy aquí?
Fueron las primeras palabras en forma de cuestión que salieron de tu boca.
Tragué saliva, ¿Debía delatar a tu vecina y al señor? Claramente no. Para evadir el tema simplemente contesté: Alguien muy cercana a ti. Aplanaste los labios, no conforme con mi respuesta.
Sin más, pregunté por lo que iba a ese lugar: ¿Puedo quedarme aquí?
Por más que esperaba una respuesta positiva incluso para mí fue impresionante el ver que sí obtuve un asentimiento de tu parte.
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Editado: 26.07.2020