-Que......quee.....¿Que has dicho?-. Dice finalmente el príncipe, casi en un grito, con voz titubeante y cortada.
-Me has escuchado excelentemente y me has entendido mejor-. Asevera el rey, en tono despótico y firme.
-Haz…..haz perdido la cordura-. Contesta el atónito joven, colocando una de sus manos en su frente y mostrando en sus hipnotizantes ojos negros confusión y pavor.
-Te equivocas Alex, tal atributo lo poseo en excedente cuantía-. Dice el rey, con manifiesta egolatría y altivez.
-No……. ¡No puedes estar hablando con franqueza!-. Le grita con clamor el príncipe, colocando sus manos a los costados y retrocediendo con cautela y lentitud, para marcar distancia.
-Seguramente esta es otra cruel prueba o algún artilugio pernicioso a los que tanto placer y gusto te causa el someterme-. Dice con desdén y aversión en sus palabras, envueltas en un ligero tono de flaqueza y fobia.
El rey restringe su actuar solamente a mirar al príncipe desde la reciente distancia con su ceño fruncido y una mirada manifiesta de fastidio, frustración y encono, coronada por sus profundos ojos negros, fijados con intensidad en el temeroso joven.
-Si esas fueran mis intenciones, créeme al decir, que no vendría a hacértelas saber directamente o a darte indicios de las mismas, cuando bien sabes que mi accionar en cuanto a tus “lecciones” se refiere, se sustenta completamente bajo las bases de la discreción y la reserva-.
-No………No puedo creer que tal demencial petición sea ve.....ve….verídica-. Dice el príncipe, con entrecortada y anonadada voz.
El rey continúo mirándolo con evidente escrutinio por unos segundos, para después de un profundo y largo suspiro, acortar su distancia encaminándose con lentitud hacia el príncipe.
-¡Ya basta Alex!-.
Pronuncia en un audible y estremecedor grito el rey, llegando finalmente junto al príncipe, quien viéndose limitado por el inicio del pletórico escalón correspondiente al vitral donde se encontraba ubicado, cesó su retroceder, quedando ambos nuevamente frente al otro.
-Haz llegado al límite de mi paciencia, y tú más que nadie, sabes que no poseo de mucha-. Asevera en un tono frio y tiránico, aun con sus manos entrelazadas detrás de su espalda y su mirada altiva e imperturbable, sosteniendo su postura imponente de poder y deferencia.
Ante tales muestras de dureza y potestad, el estupefacto e inmoble joven, permanece en su lugar en marcada quietud, y con su cuerpo oscilante entre el miedo y el pánico, manifestados a través de tenues temblores y flaqueza.
-Te lo repetiré una vez más, ya que parece que como siempre, careces de toda dote de inteligencia y razonamiento básicos para cualquier ser humano-.
Afirma el rey, en el mismo frígido e inclemente tono y continuando de igual forma;
-Quiero que tomes en matrimonio a la princesa del reino de Kass-.
Después de un largo y agonizante silencio, el príncipe, aun petrificado por lo abominable de la solicitud, solo se cerceno en contestar con una voz sólida teñida ligeramente por miedo y endeblez;
-Si lo que estás diciendo es totalmente verídico e indudablemente autentico…..la única respuesta que obtendrás de mí es un no, y no estoy dispuesto a modificar tal juicio……ni siquiera por ti-.
-jajaja, mi cándido e inocente Alex, me parece que, aun después de mis circunstanciadas explicaciones, aun no comprendes de manera exacta y con la severidad que requiere, mis demandas-.
-¿Qué quieres de…………….?-. Intenta interrogar el príncipe, pero es cortado con aceleración por el inclemente tono del, ya, enfurecido rey.
-No es una pregunta Alex, es una orden-. Dice el rey, en un indiscutible tono matizado de molestia.
-No……¡No lo hare!.......¡No me obligaras a tal bajeza!-. Contesta en un recio grito el airado príncipe.
-Lo harás-.
-¡No!-.
-Alex, lo harás-. Dicta con firmeza el rey.
-¡No!, no hay forma en que yo……..-.
-Lo harás o de otra forma tendrás que abstenerte al peor de los…….suplicios-. Le sentencia el rey, proyectando una mirada oscura y lóbrega.