Un Camino Sobre la Nieve.

Capítulo 2: Parte 2. Soltando mis Miedos.

Annie.

Un dia antes.

Logras ver a Annie y Andy en medio de un desierto tan blanco como el helado de crema que deseas comer en un verano ardiente. Tu paladar logra sentir el frio de tu sabor favorito y te provoca una sensación satisfactoria, refrescante y deliciosa. En tu interior lo deseas: tener en tus manos el cono de helado de tu sabor preferido, lo deseas tanto como Andy saber lo que no recuerda. Por eso Annie, compasiva y honesta, con su brillo angelical le cuenta mientras revive cada instante.

Luego de haber leído la carta para mi a pesar de la ceguera pasajera que nos provocó, seguimos caminando. El sol comienza a elevarse y percibo su cansancio, está temblando pero se esfuerza por caminar mientras yo como un ciervo fuerte saltó sobre sus pisadas como si fuera el juego mas divertido.

Un ruido me saca de mi concentración pero no distingo nada que pueda producirlo hasta que lo escucho otra vez. Proviene del estómago de Andy, mi amigo. Tiene hambre. Me paro frente a él, frenando su caminata y pienso que debe comer algo antes de que muera de hambre. Andy saca de su mochila una lata y una cuchara y comienza a comer en silencio como un autómata. Sin compartirme y con la mirada perdida en el horizonte limpia la cuchara y la guarda, mientras que arroja la lata en la nieve y seguimos caminando tan silenciosos como antes, solo con mi simple tarareo como música.

El sol sigue subiendo frente a nosotros hasta quedar encima de nuestras cabezas sin tener manera de saber hacia donde debemos dirigirnos. Frenamos y ambos nos quedamos observando el sol tan radiante como seguramente lo fue su querida Anna. Apartó la mirada cuando creo que mis ojos van a llorar. Miro a mi alrededor: El hermoso paisaje blanco que nos rodea nos cubre como un manto sin dejar que nada nos dañe pero al mismo tiempo pienso que es una pesadilla abrumadora. Estar perdidos me aterra, solo quiero volver a mi hogar igual que Andy. Sin embargo la tentación de rendirme me llama como el vino al alcohólico o como el tabaco al adicto. No dejo que logre vencerme pero junto a mi, mi querido amigo, se desploma en la nieve con su mirada perdida, brazos a los costados y rodillas frías en el suelo. Parece un muñeco de porcelana que solo puede ser movido por las manos de la desesperación. Logro ver en sus ojos que está perdido en su alma oscura y egocéntrica. Veo como sus ojos oscuros como la noche desean ser amados tanto como lo fueron hace tantos años. Veo sus pensamientos depresivos y vanidosos. Andy no lucha por si mismo, todavía no se si quiere morir o vivir pero mientras este a su lado lo obligare a vivir.

-Andy. Debes levantarte.

-No puedo. -Es la primera vez que lo escucho hablar desde nuestra conversación en la cueva y su voz suena más quebrada que antes.

-Debes levantarte.

-¡No vuelvas a repetirlo!

Suspiro sin saber qué más podré hacer hasta que sus ojos se cierran y temo perderlo en el vacío de su muerte.

-¡Andy! -Parpadea y me mira lleno de furia. -Debes levantarte.

-Te dije... que ¡NO LO REPITAS! -Me acerco a él, cara a cara desafiante.

-Debes levantarte.

-Debes irte. -Responde con tono malicioso.

Su respuesta me duele pero no dejo que lo vea en mi cara que debe parecer la más dulce. Me despego de él y sigo caminando como si estuviera segura de que ese es el camino correcto, sabiendo que me observa confundido.

-¿A donde vas? -Me grita desde donde lo deje.

-A pueblo Cabo.

Camino. Sé que no me sigue. Quiere dejar que me vaya, que me pierda y que no vuelva a aparecer en su vida. Lo veo en sus ojos que siempre me muestran sus pensamientos como una ventana abierta a toda persona que desee conocerlo. Pero nadie desea conocerlo. Su actitud lo hace horrendo. Él así lo quiere.

-Espera. -Susurra pero lo escuchó casi tan fuerte como si estuviera en mi cabeza. Me doy la vuelta y lo observó. Sigue arrodillado en la nieve, con la cabeza agachada. La levanta lentamente hasta clavar sus ojos, que parecen brillar con el sol, en los míos. Ellos me dicen que me ve como si fuera un ángel que cayó del cielo, traicionero de Dios y convertido en diablo. Pero solo es una pequeña niña que se parece a su Anna, mismos ojos y cabello rubio.

Sonrió al lograr que luche por su vida mientras se levanta con esfuerzo. Sé que con cada paso que da sus fuerzas se agotan pero intenta conseguir más. Lo vi hacer eso desde que salimos de su casa. Consumió y sigue consumiendo energías, come poco y provoca que cada día su ropa sea más holgada y pesada. Un pie detrás del otro, con sus botas marrones. La nieve se mueve a su alrededor como si fuera a evaporarla con cada pisada pero solo la aplasta. Lento se aproxima hacia mi hasta que su cuerpo desaparece y veo sus brazos alzarse al cielo. Mi corazón se acelera y una terrible presión oprime mi pecho, no logró respirar. En el suelo solo sobresalen sus brazos y su cabeza. Sus ojos oscuros están alarmados, desesperados por aire. Yo todavía no consigo respirar con calma, me acerco corriendo pero Andy me frena con la mano.

-Te caerás si te acercas.

-Andy... -Me sorprendo al escuchar mi voz tan quebrada como la de él.

-Tranquila. -Dice sonriendo. -Iremos a pueblo Cabo.

Está hablando con palabras de esperanza pero sé que él no tiene ninguna, quiere que no me preocupe. ¿Cómo hacerlo? Mi mejor amigo está enterrado en la nieve helada que podría provocarle hipotermia y su desesperación no ayuda a la mía.




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