Voy por la calle, mi pecho sigue doliendo pero trato de ocultarlo, todos los adolecentes tenemos ese poder, el de fingir que todo está bien cuando lo único que queremos es llorar, sacar todo lo que se tiene atorado.
El viene hacia mi y lo recibo con una bofetada y le pido que no se acerque más a mi. Eso hace que me rompa porque a pesar de sus mentiras recuerdo todos los momentos que pasamos, eran unas estúpida mentiras, unas mentiras que me gustaban.
Hasta las más lindas sonrisas te pueden destruir. A mi me destruyó una sonrisa que quería para mí.