Había pasado una semana luego de que me habían roto el corazón en mil pedacitos. Estaba en el suelo de mi nueva casa, apenas nos habíamos mudado y los muebles aún no llegaban. Se veía tan vacía y supongo que así era como yo me sentía. Tenia la oportunidad de una nueva vida pero me sentía vacía. No veía nada bueno en que pensar o en que ocupar mi tiempo, hiciera lo que hiciera me hice una promesa para mi misma. Prometí que jamás iba a volver a permitir enamorarme de alguien profundamente. En ese momento apareció mi madre con su portátil y una caja de pizza.
–Debemos comer antes de que se enfrie–La vi ponerse en cunclillas para poner la caja sobre el suelo–.Papá tiene mucho trabajo así que no nos acompañara.
–Entiendo–Respondi. Mientras la veía acomodar la portátil en el suelo y luego sentarse.
Mire con atención la pantalla, mi mamá estaba viendo una película de romance.
–¿Quieres verla conmigo?–Cuestionó mi mamá mientras yo abría la caja y tomaba con cuidado una rebanada de pizza. Le di un mordisco.
–Supongo que no tengo elección.
Mirábamos la película. Realmente me sentía miserable viendo toda esa farsa.
–El amor no es así–Solté a media película. Mamá le puso pausa y luego me miró.
–Hija, el amor no es color de rosa, pero es como todo en esta vida, si el amor fuera tan fácil no sería divertido creo que seria aburrido no tener obstáculos los cuales superar, no se sabría de cuanto seria capaz una persona que ama. Además las novelas o películas así, siempre ponen todo tipo de situaciones malas que le pasa a ambos protagonistas. Entonces quizá tienen un poco de verdad. Nada es fácil en esta vida hija.
–Supongo–Dije perpleja ante lo que mamá acababa de decir.
En realidad. Sus palabras tenían algo de sentido, el amor es necesario en la vida de todos. Pero ¿que haría? para no volver a cometer el mismo error. Algo se me tenía que ocurrir. La película continuó y yo seguía con mil dudas en la cabeza ¿Por qué de todas las personas a mi me había tocado sufrir de esta manera?
Supongo que después de todo no era la única persona que pasaba por algo así.
Se llegó el día de volver a la escuela. Era un nuevo comienzo para mi, pero no dejaba de pensar en todo lo que había sucedido. Me animé lo más que pude para comenzar este nuevo año escolar, pero me era imposible olvidar aquellas miradas de lástima que mi amiga y el chico que yo amaba me dieron. Por ahora no me gustaría socializar, no me gustaría contar que fui una completa estúpida y que la gente se burle de mi.
Se llegó la hora del descanso. Me había preparado comida en casa para evitar hacer fila en la cafetería. De pronto una chica se acercó a mi.
–Hola, ¿te gustaría ser mi amiga?–Cuestionó nerviosa.
–Oh, hola–La saludé.–Claro ¿cómo te llamas?
–Soy Olivia ¿y tú?
–Chiara. Mucho gusto.
En ese momento me dieron unas náuseas horribles. Aún así ese día hice una amiga nueva, supongo que en ese momento no había riesgo de que me ocurriera lo mismo de nuevo.
Pasaron algunas semanas. Estaba con mi nueva amiga Olivia en el patio del colegio. Caminábamos sin rumbo alguno.
–¿Entonces está confirmado lo del embarazo?–Cuestionó.
–Más que confirmado.
Seguimos caminando en silencio. Ninguna de las 2 decía nada. En ese momento ella volvió hablar:
–Chiara, ¿te volverás a enamorar?
Conocía bien esa respuesta.
–No.
–¿Entonces que harás?
En ese instante. La conversación de unas chicas me dio una fabulosa idea, una idea que al principio creí que sería muy estupida.
–Ay amiga, lo conocí en un restaurante, era tan lindo–Decía una de la chicas a la otra. Mientras daba saltitos de la emoción.
–Dime, que le pediste su número. ¿Qué tal si nunca lo vuelves a ver?
Ya no pude escuchar más. Olivia me miraba atenta.
–No lo sé, por ahora necesito aclarar mis pensamientos.
Después de eso. Pensaba en la idea que se me había ocurrido. Podía ser una completa idiotez, seguramente cualquiera que oyera la idea diría que era completamente una estupidez y no lo juzgaria pues hasta yo misma tenía ese pensamiento.
Entonces mientras acomodaba mis cosas, cayeron fotos. Había fotos de Sasha y mías, juntas. En ese preciso momento el recuerdo de su sonrisa triunfal y ella abrazando a Mason apareció en mi mente. La sangre me hervía de la ira que sentí en ese momento.
Así que quizá fue todo por un impulso, que tome la decisión de llevar a cabo mi plan por muy estúpido que fuera. Estaba totalmente decidida a olvidar a Mason de una u otra manera. Y nada ni nadie me iba a detener.
Tenia que poner mi plan en marcha. Un chico nuevo cada semana. ¿Mi plan era salir con un chico nuevo cada semana? en realidad no. Ese no era mi plan, no quería salir con nadie ni en un millón de años. Me enamoraría de un chico nuevo cada semana. Dicen que no es fácil olvidar a alguien y menos si usas a otra persona para tratar de hacerlo. Yo no quería herir a nadie, ¿Por qué haría esto? bueno, no quería sentirme atraída por mucho tiempo. Además si me sentía atraída por alguien durante más tiempo, seguro volvería a pasar lo que paso con Mason. Quizá no igual, pero saldría totalmente herida. Comencé mi plan entusiasmada.
El primer chico el cual me atrajo, era un chico común. Un chico con el que mi mirada se chocó accidentalmente, no quería olvidar eso. Y ya que era buena con los dibujos hice uno. En el puse sus características que más me atraían.
Y ahí comenzó todo. Cada lunes ya fuera por la mañana, tarde o noche. Tenia que abrir bien los ojos para observar a los mejores chicos para elegir uno. Un chico que me gustaría tan solo por una semana, al principio creí que sería difícil pero cada vez veía un chico más atractivo que el anterior.
Eran chicos, con los cuales jamás me volvería a topar en mi vida. Confiaba ciegamente en eso. Algunos chicos se veían más altos que yo. Otros eran bajitos, no tenía ningún gusto en específico. Pero siempre me fijaba en su mirada, no importaba el color. Siempre que me miraban a los ojos, me gustaban.