El restaurante era un local de grandes ventanales de cristal hacia la calle, por lo que se podía ver hacia el interior a las parejas cenando bajo una luz tenue que le daba al ambiente un toque sereno y romántico.
-¿No podría haber escogido otro sitio?
Al entrar al local una mujer de pelo negro recogido en un moño alto me interceptó. En sus manos llevaba una tablilla con un bolígrafo y en su rostro distinguí una sonrisa ensayada.
-¿Tiene reservación?
-De hecho, fui invitada por el Sr. Holand.
Ella entrecerró los ojos como tratando de adivinar si estaba o no diciendo la verdad. Tras unos segundos de dudar ella decidió creerme, o la otra opción es que de verdad creyera que mentía y que lograría descubrirme si me llevaba frente a él y decía no conocerme.
-Por aquí señorita.
Todas las mesas del sitio estaban llenas a excepción de una en el centro de la habitación. Fuimos sorteando diligentemente las parejas intentando no molestar demasiado hasta que llegamos a la mesa más alejada al fondo y contra uno de los ventanales que daban a la calle.
-Sr. Holand, su invitada llegó.
Desde mi posición solo lograba ver su espalda la cuál era realmente ancha y sus hombros grandes como un atleta, al ponerse de pie comprendí que su altura debía rondar en el metro ochenta. Se volteo hacia nosotras y sus ojos de un verde bosque con pestañas negras perforaron los míos como si intentara leer mi mente.
-Muchas gracias por escoltarla hasta aquí Srta.
-Oh, no hay de que Sr. Holand, es mi trabajo. Mandaré a un camarero para que tome su orden.
-Gracias.
La mujer se fue con las mejillas ruborizadas de vergüenza, por mi parte decidí repasar mentalmente cuál era el atuendo que me había puesto hoy pero no lograba recordar si era elegante o no.
-¿Quiere tomar asiento Srta. Forks?
-Si, por supuesto. Gracias.
Él corrió la silla hacia afuera esperando que tomara asiento, cuando lo hice me arrimo hacia la mesa y luego se sentó.
-A decir verdad, debo admitir que estoy sorprendido de que al fina haya aceptado mi invitación.
-Es que tengo la ligera impresión de que es un hombre muy insistente, por lo que decidí decirle personalmente que mi hotel no está en venta.
Sus labios carnosos se torcieron en una sonrisa ladeada y distinguí unos sensuales hoyuelos que se le formaron a cada lado de su sonrisa. Su mandíbula cuadrada y varonil había sido rasurada hacía muy poco si no es que esa misma mañana. En resumen era un hombre con una belleza natural por la que cualquier mujer cometería el pecado de fantasear con tenerlo en su cama.
-¿Está segura de su decisión? Aún no ha escuchado la oferta que tengo para proponerle.
-Escúchame Sr. Holand, puede estar más que seguro de que ese hotel no se venderá. Trabajé mucho y muy duro para reconstruir, remodelar y acondicionador ese viejo edificio para que hoy día sea un hotel cinco estrellas frente a las costas del Lago Michigan.
-Entonces, ¿Su familia no se dedica a la hotelería?
-Por supuesto que no, ellos se dedican a los restaurantes, pero yo decidí romper con esa tradición y dedicarme a la construcción de hoteles.
En ese momento un mayordomo de edad mediana se paró junto a nuestra mesa y pregunto que deseábamos pedir.
-¿Qué le apetece cenar Srta. Forks?
-Un filete de carne roja con cocción media y una porción de papas fritas estaría bien.
Ambos me miraron un tanto sorprendidos por mi pedido y yo no entendía el porque.
-¿Estás segura de tu pedido?
-Por supuesto. ¿Nunca probaste las papas de un restaurante? Por alguna razón extraña son exquisitas.
Él me miró con cierto brillo de diversión en sus ojos y sentí mi rostro ruborizarse por lo que aparté la vista y en su lugar observé la calle y sus peatones. Escuché a Derek decir que entonces él pediría lo mismo que yo, iba a decirle que no era necesario, pero algo fuera me distrajo. Cruzando la calle había un gran árbol y junto a este una farola se encargaba de iluminar la senda, pero mis instintos me indicaban que en ese lugar había alguien escondido aunque no lograba verlo, pero por un segundo creí ver una silueta.
-¿Qué tanto miras?
Regrese mis ojos a Derek y simplemente negué con la cabeza restándole importancia al asunto.
-¿Entonces nadie de tu familia se ha salido del molde, solo tu?
-La verdad si, es decir, Meredith mi hermana menor deseaba ser chef profesional y dirigir su propia cocina, pero a pesar de que comenzamos a estudiar con algunos años de diferencia ella no logró culminar su carrera. Yo empecé la Universidad con 17 años estaba un año delante de mis compañeros de clase. En ese entonces ella tenía 14 y deseaba culminar sus estudios secundarios a la misma edad que yo, pero termino su último año a los 18 y al comenzar la Universidad conoció a Samuel y unos meses después comenzaron a salir. Un año más tarde su primer hija, Mina había nacido y Meredith simplemente abandonó sus estudios y ahora trabajo en el restaurante principal de mis padres y siempre a culpado a su esposo por eso.
-¿Entonces si se casaron?
-¡Oh sí! Por supuesto que sí, Sam no es un mal tipo, él es muy responsable y dedicado además cuando se propone una meta no para hasta alcanzarla. Él es tres años mayor que Mer, por lo que termino sus estudios y se recibió como abogado aunque no ejerce mucho esa profesión porque prefiere pasar tiempo con su familia.
En ese momento nuestro pedido llegó y el aroma me deleitó tanto que mi estómago comenzó a gruñir y sentí vergüenza. Tanto el mozo como Derek se rieron por la situación. Cuando el mesero se alejó yo me aclare la garganta para llamar la atención de Derek.
-Por otro lado está nuestro hermano mayor Lucían, él tiene 30 y estudio gastronomía; a los 23 se casó con Alicia y tuvieron mellizos Alex y Alan son dos pequeños diablillos a los que adoro y a sus travesuras igual, también está Filiph el mayor de todos, 34 años y se casó a los 19 con su novia de preparatoria Diana con quién tiene tres hermosos hijos, el primero en nacer fue Maxon, luego llegó Margo seguida de Liza y por último nació Claer la pequeña consentida de apenas dos años.
-Una familia grande por lo que veo. Y todos tus hermanos ya formaron su familia, pero por lo que veo tu aún no.
-Digamos que lo por el momento lo estoy postergando. Aún no me siento preparada.
-¿Y el motivo es…?
-Simple. Aún no a aparecido quien pueda con mi carácter y mi corazón no se rinde fácilmente ante simples encantos. Una vez cedí y perdí, no dejaré que vuelva a suceder.
-Una chica independiente y liberal entonces.
-No, no es eso. ¿Sabes? Yo realmente creo y valoro el matrimonio, creo en los pilares que lo sostienen y soy de las que realmente creen que hay que darle una oportunidad al “hasta que la muerte los separe”. Por qué... ¿Quién no amaría enamorarse perdidamente de una persona y saber que su futuro estará unido desde ese “si acepto”? Saber que al despertar lo primero que harán será ver el rostro del otro y lo último del día igual, soñar junto a la persona que tanto esperaste, dormir en sus brazos, abrazarse mutuamente. Y confiar tanto en el otro para formar su propia familia, ver a los niños crecer, educarlos, amarlos, cuidarlos y protegerlos. Es lo más hermoso del mundo, pero no es algo que se pueda hacer con cualquier persona.
-Tienes razón, nunca lo había visto así, pero tienes mucha razón. ¿Quién te hizo ver eso? ¿Jane Austen? O…
-No fue un libro. ¿Alguna vez escuchaste está frase; “[…] pero estabas encantada con la idea de lo que tu pensabas de esa persona, pero no te cases con una idea. […]?
-No, la verdad no recuerdo haber escuchado eso.
-Lastima, me sentí identificada con esa mujer cuando comienza su historia y al final termina feliz, yo aún espero mi final feliz.
-¿Me dirás dónde la escuchaste?
-No, debes ganártelo, busca por tu cuenta y si eres listo hallarás rápidamente la respuesta.
-¿No piensas darme ni una pista?
-No debes buscar muy en el pasado.
-No muy en el pasado, quiere decir que es de alguien reciente.
-Exactamente.
Miré la hoy en mi teléfono y vi que era realmente tarde, debía ir a casa para atender a mi cachorro y mi gata. Debían estar famélicos.
-Agradezco la cena de hoy, pero ya debo irme.
-¿Tan pronto?
-Si, debo atender a mis hijos.
Él me miró sorprendido y no pude evitar comenzar a reírme de tal modo que tuve que taparme la boca porque me tente al punto de hacer el famoso ruido de chancho que me apareció durante la pubertad, cuando me rio mucho ella hace su aparición. Como consecuencia él comenzó a reír y todos a nuestro alrededor comenzaron a mirarnos.
-Tranquilízate, solo se trata de mi perro y mi gata.
Le dije aún tentada y lagrimeando de risa y vergüenza. Una vez el ataque estuvo bajo control, nos despedimos con un apretón de manos que duró más de lo que debería. La había dado la noche libre a Word, mi chófer y ya que yo no sabía manejar porque tenía pánico, decidí llamar un taxi.
Cuando llegué a mi apartamento, Loki y Kitty se abalanzaron sobre mi para darme la bienvenida y yo los recibí de brazos abiertos. Luego de bañarme y alimentar a los pequeños, comí algo mientras veía una película, pero mi mente estaba distraída con cierta persona que había conocido esa noche.
<<Un hombre interesante este Derek Holand.>>