Un compromiso por Contrato.

Capitulo 13.

     Sentí mi corazón paralizase por un segundo sin comprender que significaban aquellas palabras, no lograba entender quién podría escribirme una nota de ese tipo sin mostrarse en realidad. Estuve una hora leyendo y releyendo la pregunta intentando descubrir quién podría ser, pero no el papel, ni la letra y mucho menos la tinta me revelarían la identidad del remitente y nada ganaba desvelándome toda la noche por lo que decidí mejor ir a la cama y en la mañana ya pensaría con más claridad. 

    Cuando la alarma sonó lo único que quería era apagarla para seguir durmiendo, pero sabía que ya no era una niña pequeña que podía fingir un dolor de barriga para saltarse las clases y continuar con su sueño mientras los adultos eran quienes se preocupaban por los asuntos serios, no, yo también era una adulta ahora con responsabilidades y asuntos de adultos por atender. 

-Crecer y madurar realmente apesta. 

    Mis palabras eran un gruñido más que una oración entendible. ¿Porqué será que de pequeños deseamos tanto y con un ahínco especial crecer rápidamente? No he conocido en persona a un ser que de niño no soñara con un día despertar siendo mayor de edad para así poder decidir que desayunar ese día, a que hora levantarse, cuando irse a la cama a dormir o incluso cuántas horas de televisión podía mirar al día. Pero al crecer y ser al fin adultos con el derecho de tomar dichas decisiones, deseamos con tanto fervor regresar a la niñez y no tener preocupaciones ni responsabilidades. Debería existir una clase especial donde le inculcaran a los niños a disfrutar de la niñez, es la época más emocionante y maravillosa de un humano; es como los años dorados en dónde tú única preocupación y responsabilidad es estudiar, hacer las tareas y sacar buenas calificaciones. Deberían enseñarles que ser adulto no es tan magnífico como nosotros creemos a esa edad, quizá si los mayores les hiciéramos ver el mundo desde nuestra perspectiva entonces ellos dejarían de querer volar tan a prisa y se tomarían su tiempo para crecer adecuadamente y a un ritmo normal; dejarían de estar constantemente ataviados con la idea de ya tener la mayoría de edad para mandarse solos y en su lugar pasarían a desear aquello que un niño debe anhelar y realmente disfrutarían de la niñez. 

-Ellos no tienen ni la más pálida idea de lo que un adulto daría por tener su edad nuevamente.  

   Al salir de mi edificio fui recibida por una brisa un tanto más que fresca y en el cielo grandes nubarrones grises daban la bienvenida a los transeúntes de las calles húmedas de Chicago.  

-Genial, lo único que falta es que se suelte un diluvio en este día.  

    Y mi suerte ese día era tan bella que al pisar la vereda del edificio de mi oficina las nubes decidieron abrir las compuertas y soltar el agua. 

 




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