Derek me dejó en mi edificio y se marchó rápidamente, pero no sin antes dejarme con falta de oxígeno a causa de un beso y su fiel promesa de que pronto nos volveríamos a ver.
Mientras subía las escaleras inmersa en una nube de algodón, tuve la sensación de que alguien me estaba espiando, pero decidí no alterar me porque creí que mi sexto sentido estaba fallándome últimamente. Entré en mi apartamento y escuché el crujir del papel bajo la suela de mi zapato. Al agacharme reconocí la letra cursiva de Alicia en un sobre de manila color madera.
“Srta. Forks; Me he tomado la molestia de guardar el sobre que acompañaba a las flores de esta mañana para que lo reciba en su casa, por un descuido olvidé dejárselo. Atte: Alicia M.”
Sonreí ante la atención de ella y me apunte mentalmente un recordatorio de darle las gracias formalmente y quizá un pequeño detalle por tanta fidelidad. Al fin y al cabo a Eli le iba a dar el Hotel Eros por haber sido ella su creadora. Fui al sofá y me senté para leer la nota bajo la luz de la lámpara de pie junto al posa brazos.
“Sabiendo que las Camelias blancas son tus favoritas, decidí regalarte un ramo a modo de ofrenda de paz. A su vez, quería invitarte a cenar en el restaurante junto al muelle que a ti tanto te gusta; espero verte ahí con un hermoso vestido a las diez de la noche.”
Por un lado se sentía extraño que Derek me estuviera invitando a una cena a través de una nota siendo que hace cinco minutos atrás estábamos viajando juntos en el asiento de su coche y no mencionó dicha cena, pero a su vez creí que podría tratarse de una sorpresa así que decidí hacer un poco de trabajo en mi laptop mientras esperaba a que anocheciera.
Cuando el sol se ocultó yo ya estaba en la bañera escuchando música alta en los parlantes, estaba bastante entusiasmada y como ya había terminado con el asunto de la depilación corporal me encontraba más relajada, siempre me ponía de los nervios cuando estaba contrarreloj y debía decidir entre escoger un buen vestido o el maquillaje adecuado, lavar y arreglar creativamente mi cabello o tener una batalla campal con mi depiladora tratando de encontrarla ya que por alguna extraña razón siempre desaparecía, pero está noche había comenzado con la tarea unas horas antes. Estaba concentrada escuchando una canción de JL y de hecho desafinando bastante al tratar de seguir el ritmo y la letra de la canción; en mi mente yo cantaba bastante bien, pero para los espectadores mi gran show solo era una combinación de aullidos y ladridos que terminaban componiendo la orquesta del callejón. El timbre de la puerta se hizo escuchar por en sima de mis alaridos e inmediatamente puse en pausa el reproductor mientras le echaba un vistazo al reloj de pared asegurándome de que aún no era la hora de salir.
-Que suerte, aún no es hora. Seguramente es alguno de mis vecinos preocupados creyendo que alguien me está matando.
Me envolví en la bata y corrí hacía la puerta ante la insistencia del timbre. Por dentro estaba maldiciendo ya que fuese quien fuese tendría que pagar por la reparación si este dejaba de funcionar. Y de hecho eso mismo iba a decirle, pero al abrir ya no había nadie fuera y en su lugar un ramo enorme de rosas negras junto a dos globos del mismo color me esperaban. En ambos globos habían letras doradas y brillante formando una corta palabra en cada uno y juntos una pequeña oración.
“Te-Veo.”