Un contrato de amor

Capitulo 10

12:30 am
Llegamos al gran hotel frente a la playa, miro el mapa y estamos cerca de la playa tortuga, sonrió buscando con la mirada a mi marido y cuando giro me topo con su duro pecho
- Podemos ir después de comer algo – asiento alejándome un poco – vamos a registrarnos.
Él hace los papeles como adulto responsable que es mientras yo miro el lugar, hermoso, me ofrecieron un cóctel de bienvenida y tomé dos, uno para mí y otro para él, si no se le antoja me lo tomaré yo
- Listo nuestra habitación es la 506 – levanto la ceja – pedí dos camas Samantha no pongas esa cara
- Para ti – extiendo el cóctel y me mira por un segundo hasta tomarlos y beber – podemos subir, quiero refrescarme
- claro – caminamos hasta los ascensores - ¿Te gusta el lugar?
- está hermoso y aún más hermoso que la playa está aquí nomás – él sonríe y pulsa el botón a la plata 6.
Cuando llegamos a nuestro dormitorio, nuestras maletas ya estaban aquí. Le da propina al joven y cierra la puerta. Miro el cuarto bastante amplio y muy luminoso. Me está encantado todo de este lugar. Mi esposo me mira recostado por el muro que está justo enfrente de la puerta. ¿Qué tal?
- muy bonito me gusta la Luz natural – miro la cama junto al ventanal y me siento.
- está es mía.
Deja su maleta y luego mi maleta encima de mi cama y se sienta junto a ella.
- ¿Tienes hambre?- niego buscando el control – vamos a comer un poco
- vale – me quito los tenis y busco un cambio de ropa bajo su mirada atenta - ¿Me vas a ver mientras me cambio?
- voy a ver el balcón – pongo las manos en mis caderas.
- espera- se gira - ¿Este o este?- señalo los vestidos que irán arriba de mi bikini.
- no se dé eso Samantha – ruedo los ojos- aunque el blanco es bonito.
Sale y miro el blanco con unas sandalias, se vería bonito, busco en mi maleta y las localizo, me cambio mientras miro de reojo el balcón está sentando dándome la espalda y junto a él está lo que sería el jacuzzi, terminó de vestirme y me miró al espejo es aceptable.
- estoy lista – hablo desde la puerta, se gira y me queda mirando fijamente el vestido
- te ves bien – asiento – me pondré algo más cómodo.
Es mi turno de quedarme en el balcón mirando la hermosa vista que tenemos, escucho mi teléfono, sonar dentro, pero dije que me tomaría estos días para mí o bueno para nosotros.
- tu ex – miro mi teléfono y luego su pecho desnudo para estar en sus 40 se ve demasiado bien.
- gracias- contesto la llamada y él gira y puedo ver una espalda ancha y muy trabajada – Erik, ¿Qué pasa?
- hola, quería saber cómo estás?- miro el agua nuevamente sus celos -¿Sam?
- estoy bien Erik es mi luna de miel, hablamos cuando vuelva.
Cuelgo y entro mientras mi marido sale del baño listo
- Vamos – asiento poniendo mi teléfono en el primer cajón.
- Sí.
Salimos del cuarto y caminamos hacia el ascensor, no sé si es momento para decirle que tengo un pequeño problema con el espacio o lo paso por alto, entramos y presiona el botón del restaurante, miro mis manos y juego con ellas.
- ¿Estás bien?-
Antes de que pueda responder las puertas del ascensor se abren y salgo primera al sentir el aire correr me tranquilizo un poco más, nos sentamos en la primera mesa que vemos, es un tenedor libre según vi.
- ¿Qué se te antoja?- pregunta mirando el menú de hoy.
- El pollo – digo lo primero que veo
- Claro, voy por los platos ¿De tomar?
- Jugo de limón – asiente y se va esquivando a la gente, varias mujeres lo siguen con la mirada.
Conté 7 mujeres que lo miran mientras él escoge los platos, no soy celosa ni me importa, pero me resulta curioso que no se da cuanta de que tiene público y mujeres siguiéndolo, miro la vista y a lo lejos veo la playa a la que quiero ir.
- Su plato señorita – levanto la cabeza y me guiña el ojo antes de sentarse
- Gracias se ve rico – miro mi plato, pero no se me antoja - ¿Qué traes?
- El corte de carne y los tacos – miro sus tacos y me llaman más.
- Me dejas probar – me mira un segundo antes de darme un pedacito – rico, gracias.
Comemos con calma de vez en cuando siento unas miradas sobre nosotros y son las mujeres de las mesas de enfrente y de adelante a nosotros, pero no es para mí, esas miradas son para mi marido.
- sabes que te miran ¿verdad? - deja de comer y se chupa los dedos, esa mínima acción prende algo en mí
- tal vez me reconocieron – niego tomando de mi jugo, solo se está haciendo el desentendido.
- no te podrías poner una camisa – me mira mientras muerde su taco
- ¿Celos?
- no, pero asta a mí me molesta que miren tanto – ríe bajito dejando ver esos hermosos hoyuelos
- Sam, son mujeres mayores
-“ mayores” – hago comillas- esa parece menor – muevo mi cabeza hacia la joven que nos mira desde la barra
- bueno, pequeño detalle – sonrió negando




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