Samantha
- Sam, es un gusto – sonríe dejando un beso en mi mano – que lindo volver a verte
- igualmente, Brandon – se acerca quedando a escasos sentimientos
- ¿dónde anda tu marido rabioso?- rio sutilmente mirando hacia el hombre que está por matar a este pobre individuo- si fueras mi mujer no estarías sola nunca.
- pero no lo es – siento sus grandes manos en mi cintura pegándome a su gran cuerpo – permiso- Me arrastra hasta fuera del radar de todos los invitados
- ¿Qué se supone que haces? – gruñe bajo, de verdad es rabioso, rio - ¿De qué te ríes?
- nada – sus manos aprietan cada vez más el agarre en mi cintura – relájate, me estás haciendo daño – se da cuenta y me suelta
- ¿Qué te dije Samantha?
Mantente alejada.
- tendré que castigarte- levanto la ceja y me cruzo de brazos- no hagas eso
- ¿Qué?- sigo su mirada hasta mis pechos -¿por qué no me dijiste que estaría aquí?
- no lo sabía.
- no te creo.
- no necesito que lo hagas – ruedo los ojos – no te acerques
- no me des órdenes.
Camino de nuevo a la fiesta, él no tarda en alcanzarme y tomarme de la mano mientras recorre cada grupito de personas saludando y presentándome a todos como su esposa, recibo muchos cumplidos y miradas morbosas, pero intento ignorar cada cosa que escucho, asta que llegó a la parte de la comida dulce y me perdieron.
Cuando voy a tomar chocolate se me viene una idea algo loca a la cabeza, giro sutilmente hacia mi marido que está distraído hablando con un grupo de hombres, sonrió con malicia al tomar la fresa y cubrirla de chocolate, muerdo un poco cuando siento un beso en mi hombro, me giro y le planto un beso.
Compartimos el beso más largo porque ninguno quiere dar el brazo a torcer, mi interior está sonriendo, rompo el beso llevando mis dedos llenos de chocolate a mí, boca, mientras me mira – Samantha – disfruto la situación, pero veo como su frente empieza a llenarse de sudor
- palacios – susurro acercándome a el con preocupación - ¿Está bien?- sonríe débilmente
- me las pagarás – entierra su cara en mi cuello – vamos a disculparnos- se endereza y acomoda su traje, pasa su mano en mí caderas y caminamos asta el anfitrión y ahí se encuentra su ex – señor Enríquez si nos disculpan no retiramos estoy un poco indispuesto
- ¿Qué tienes? – la mujer parece preocupada casi se lleva por delante a todos para llegar a mi marido – voy a llamar a un médico
- no es necesario – palacios es muy cortes para lidiar con este tipo de mujeres
- me encargaré de mi marido – ella me ignora y yo me despido de todos – vamos amor, buenas noches.
Caminamos fuera del salón y subimos al ascensor, lo miro mientras tiene los ojos cerrados y está recostado por las paredes, yo no confiaría tanto en esto, pero no hablaré ahora.
- ¿Estás satisfecha?- me arrincona, su enorme cuerpo se pega al mío ignorando mis intentos de apartarlo – dime Samantha
- si – gruñe mordiendo su labio inferior, acaricia mi cuello con su mano derecha mientras la izquierda recorre mi cuerpo, un escalofrío recorren mi espalda, asta mi nuca.
- me las pagarás – no espera y pega sus labios a los míos, los devora como si fuera su comida favorita, un gemido se escapa y se aparta satisfecho- te castigaré, hare que te arrepientas.
Se aleja volviendo a recostarse cuando el ascensor se abre, el hombre que dice ser mi guardaespaldas, está ahí esperándonos, me ayuda con el aunque se resiste un poco, cuando llegamos al cuarto me ayuda a dejarlo en la cama y se retira.
- Tendrás que quitarme la ropa – lo miro mientras intenta desabrochar su traje, pero es una tarea imposible.
- sí, claro – me acerco y desabrochó cada uno de los botones de su saco y camisa- ¿Qué se hace ahora?
- Te desnudas y me montas Samantha – mi pulso se acelera y mis mejillas se calientan – calma, eso lo hará cuando no me sienta tan mal.
Se le quitó el pantalón dejándolo solo en bóxer, me permitió observarlo un instante mientras queda inconsciente, es un hombre muy hermoso aunque sea físicamente, me dejó caer en mi cama sin dejar de mirarlo, es un tanto extraño en mí, pero estoy un poco preocupada por el hombre que me compró.
No dormí mucho, pasé mucho tiempo mirándolo desde mi cama por si se necesitaba.
Me levanté hace una hora y él sigue dormido. Creo que es normal o eso quiero creer. No lo volveré hacer porque no sé qué consecuencias pueda tener y ser acusada de matar a un marido no se vería tan bien.
Escucho que golpean la puerta casi para tumbar, terminó de secar mi cara y abro siendo prácticamente empujada por la ex loca de mi marido, termina de entrar y corre a revisarlo, me cruzo de brazos mirando el espectáculo.
- Lorena, cálmate – ella me mira con enojo
- es tu culpa – grita sin dejar de tocarlo lo que hace que mi molestia crezca – lo quisiste matar
- Lorena no exageres
- Juli cariño, quiso envenenarte – él niega apartando sus manos de su cuerpo – llamaré a la policía
- Lorena basta – la mujer está teniendo un ataque, pero ahí algo raro que no me permite interceder, ella lo mira con admiración, casi como si fuera un Dios – retiraré
-ella solo te quiere por tu dinero y posición – no está equivocada del todo, él me mira.
Empieza a llorar con desesperación y él la abraza, mientras le dice algo en voz baja.
- Luis llama al médico – grita Julián.
Editado: 28.10.2024