Un contrato de amor

Capitulo 32

— Sam – me giro encontrándolo en la entrada del pasillo que da a mi cuarto – lo lamento muchísimo.
Está melancólico, no creo que me está pidiendo perdón por lo de hace un momento, él se siente culpable por lo que pasó en el viaje.
— Mereces más que un hombre que te tome a la fuerza, yo solo soy un desgraciado que uso su fuerza contra ti
— Lo eres – doy dos pasos en su dirección – pero también es de un hombre admirable aceptar su error—
— Mereces demasiado Sam – acaricia sutilmente mi mejilla – no soy el correcto
— ¿Por qué? Explícame – baja la cabeza y terminó con la distancia – entiendo tu sufrimiento no lo puedo compartir, pero lo entiendo – tomo su cara entre mis manos— déjame ayudarte, no estás bien
— Y si no te gusta – me encojo de hombros – no quiero que encuentres algo con lo que no puedas vivir
— Si puedo vivir con ese hecho, puedo con todo – sus lágrimas caen y las limpio con delicadeza – no me protejas, soy más fuerte de lo que parece.
Nuestras bocas sé un beso tan esperado para mí, Julián Palacios es un enigma que tengo que descifrar, no me importa el contenido que me toque encontrar, tengo que hacerlo cueste lo que me cueste y salvarlo
— Ven – tomo su mano y lo guío hacia mi cuarto – vamos a dormir
— Sam – dice despacio mirando la cama – no quiero molestar
— Es mi última propuesta Palacios, entra en la cama o duerme solo – entro en mi baño para lavarme las manos y cuando salgo está sentado sin camiseta— listo
— ¿Estás segura? – me encojo de hombros – este es tu espacio, no quiero invadir
— Prefieres tu cama – niega – bien entonces a dormir estoy muy cansada.
Apagó las luces y lo veo duda por un momento, pero entra por fin en la cama, lo miro de reojo, está sobre su espalda, con los brazos detrás de su cabeza - ¿Quieres contarme?
— No realmente— me acerco lo suficiente para acariciar su pecho con esa simple acción se tensa – no me pasaba hace mucho
— ¿Desde cuándo? – digo haciendo el mismo camino que él estaba haciendo en mis piernas hace rato
— Algunos años talvez, el trabajo y él sé…— se calla
— Tus gustos particulares – asiente la poca luz que ahí no me deja admirar bien sus expresiones— sigue
— Apagaban mis demonios.
— Interesante ¿Qué apaga tus demonios ahora?
— Tú – mi corazón da un vuelco y empieza a latir más fuerte— la otra noche hiciste tan poco y al mismo tiempo demasiado.
Nos quedamos callados, no que sé qué decir realmente, ahora entiendo un poquito más de su vida, él calmaba sus demonios haciéndole daño a otras personas.
— ¿crees que soy una basura? – levanto mi cabeza para verlo, sus ojos ya no brilla de orgullo o egocentrismo como cuando lo conocí ahora están apagados
— No lo creo, las personas somos susceptibles a buscar sentirnos mejor, aunque eso lleve a que alguien más sea herido
— Me arrepiento cada día por lo que te hice Sam— asiento ignorando todo lo demás y vuelvo a pasar mis dedos por su pecho y sigo él caminó hacia su abdomen distraído - ¿algún día te podrías enamorar de mí?
— Puedo decirte que no me eres indiferente.
— Amar no es lo mismo y lo sabes – gruño sentándome en la cama para verlo bien
— No es lo mismo, pero también es un trabajo de dos, no te veo haciendo mucho para enamorarme, eso no pasa porque si en mi realidad no existe el amor a primera vista
— Lo entiendo, pero me gustaría saber que estás dispuesta a trabajar en nuestro matrimonio
— Quita el matrimonio no es real – aprieta su mandíbula incorporándose
— Ahí un papel que lo comprueba
— Si y dos contratos que lo arruinan – miro su brazo – el hecho es que ya lo nuestro empezó mal
— Puede mejorar – asiento distraída, es un hombre realmente hermoso, su piel suave, su cuerpo definición – Sam
Levanto la cabeza para mirarlo – puede.
— Trabajemos juntos – sus palabras salen sinceras – sé que fui un maldito bastardo, pero lograste que me enamore con nada
— Julián no es amor, es gusto por lo que no puedes tener con facilidad
— Me gusta todo de ti, tus gritos, insultos, tus hermosos ojos, tus labios – acaricia mi pierna sin apartar la mirada— tu seguridad, siempre vi a las mujeres como tú cómo una perdida de tiempo, pero tú me demostraste que es lo que quiero y necesito una mujer que me ponga límites, aprender lo bueno y bonito de la vida, vivirla y disfrutar como tú lo haces.
Realmente no tengo palabras para decir, por un lado, yo también siempre me he alejado de los hombres con poder, ese tipo de hombres que es Julián, que siempre tiene lo que quiere cuando lo quiere lo sentía una perdida de tiempo.
— Prometo no forzar nada, cuando te sientas lista, estaré esperando y trataré siempre de estar a la altura de la mujer que eres.
Sonrío y nos volvemos a acostar, siento su mano en mi espalda, descansa ahí, no la mueve, pero tampoco la quita, el sueño se apodera de mi.




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