Un contrato de amor

Capitulo 37

Corto la llamada, vuelvo a poner cada carpeta en su lugar, menos la trae la información, que necesito, algo me dice que encontraré más de que necesito saber - señora – levanto la cabeza - ¿Se encuentra bien?
— Sí, solo un poco cansada – vuelvo a mirar hacia la ventana, solo dios sabe que hicieron estos hombres a lo largo de los años.

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— Amor – soy envuelta por unos brazos fuertes – estaba preocupado
— Estoy bien – deja un beso en mi frente, pero no se aleja y me tomo un momento para disfrutar de lo simple que es estar con el
— Estás pálida – acaricia mi mejilla - ¿Pasa algo que no quieras contarme?
— No, ya sabes, sigo afectada por lo que pasó y el sueño no regresa a mí como quisiera
— Ya volverá, te ayudaré – sonríe pícaro – Luis que nadie nos moleste
Grito cuando me carga y rio al mismo tiempo me lleva escaleras arriba a sus dominios, llevamos durmiendo juntos cada noche desde ese día.
— Voy a dejarte tan cansada amor – deja besos en mi cuello e índice – esperé tanto para tenerte mi pequeña flor.

— Pequeña flor – alguien grita a lo lejos, pero no puedo verlo – volveré por ti – mi desesperación aumenta, estoy en el medio de un descampado en la oscuridad mirando hacia todos lados – volveré – ese último grito y todo se volvió oscuridad

— Amor – abro los ojos – mierda Sam ¿Qué te está pasando? – intento incorporarme, pero no me lo permite

— Señora, palacios— un hombre con bata - ¿Cuáles son sus síntomas?

— No lo sé – me dejó caer de nuevo en la cama – dolor de cabeza, mareos, tal vez esa sensación de desmayarme.

— Correcto, posiblemente se encuentre anémica— miro a mi marido que tiene una mirada de regaño - ¿Ha estado en un evento traumático este último tiempo?

— Si son días complicados— dice palacios

— Tendrá que descansar y tomarlo todo con más calma, el estrés es un muy mal amigo

— Si gracias doctor – no puedo hablar, solo miro a Palacios – te podrás mejor muy rápido, voy a cuidarte mucho.

No me deja mover ni un solo dedo, cada cosa que pido me lo trae o lo manda a pedir, mi pancita nada quiere, todo me da náuseas y él se preocupa.

— Lulú – digo cuando la veo pasar
— ¿Necesitas algo niña?— asiento
— Puedes cerrar la puerta – me mira un momento y luego gira para cerrarla – confío en ti más que en otra persona en esta casa— tomo su mano – Lulú dime qué es mentira, por favor su familia no pudo ser tan cruel y él no pudo seguir con ese negocio – baja la cabeza – Lulú
— Fueron días difíciles, niña y la pasaron muy mal, por la familia se hace todo – niego – tienes que hablar con él, no soy quién para decirte el porqué
— Lulú, si es verdad lo que ahí en esa carpeta ¿Con quién me case?
— Con un hombre que aria lo que fuera por las personas que ama – toma mi cara entre sus manos – ahí una explicación para todo
— No lo ahí, su familia no fue tan buena como dijiste y él tampoco, lucho contra eso desde siempre como lucharé contra el hombre que amo
— Harás lo que creas conveniente – niego – lo harás, lo entenderá
— ¿Qué entenderé?— las dos miramos hacia la puerta y limpio mis lágrimas y Lulú se pone de pie
— Me retiro, si me necesitas estaré en la cocina, sale y él sigue mirándome mientras se acerca
— ¿Qué entenderé Sam? – Suspiró y me dejó caer en la cama de nuevo, ley la carpeta mientras estaba sola, ahí más que una sociedad, su familia trabaja para la mafia— me dirás o lo tengo que adivinar
- El hecho de que mi carrera y buscar la verdad está por encima de todo
— Lo entiendo Sam – veo como se quita los zapatos – es lo que me encanta de ti, tu determinación – se mete en la cama y me envuelve en sus brazos, descanso mi cabeza en su pecho – tu terquedad me hacen amarte cada vez más.




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