Un contrato de amor

Capitulo 38

Cierro los ojos reprimiendo las lágrimas, él me ama, pero yo no puedo olvidarme de todo lo que vi. Mi carrera entraría en un conflicto de intereses si sigo escarbando y encuentro pruebas contra él.
— Amor ¿Te sientes mejor?
— Si gracias por cuidarme – lamento poner mi carrera en la cuerda floja, pero no lo puedo perder ya no.

3 meses después

Los pongo en contexto, este tiempo me lo tomé para recuperarme totalmente, crear y reforzar mi relación con mi marido, mis casos fueron reasignados a otros abogados que están a años luz de encontrar algo. Todavía no se cómo asimilar que mi marido, el hombre recto y justo, fue cómplice para que esa gente saliera limpia, pero no puedo pensar en eso, no ahora.
Palacios y yo estábamos en nuestro mejor momento buscado nuestro propio hogar para empezar a crear una hermosa familia.
Hablé con mi madre sobre eso y quedó tan sorprendida como yo.
Mi papá también encubrió a sus amigos y todo eso tiene a mi mamá muy nerviosa, me suplico que le prometiera que jamás metería a mi padre en la cárcel, ante mí él dejó de ser mi héroe.

— Amor – sonrió abriendo mis brazos, él deja su maletín en el piso, se saca el saco y se deja caer encima de mí dejando besos en mi mejilla - ¿Qué tal tu día mami?
— Tranquilo, ya sabes tomándolo con calma – acaricio su espalda - ¿ Qué tal el trabajo?
— Agotador – ronronea besando mi cuello – me encanta tenerte aquí cada que llegó
— Estás diciendo que no quieres que vuelva a trabajar – asiente escondiendo su cabeza en mi cuello
—Tome una decisión – levanta la cabeza y me mira
—¿Tengo qué preocuparme?
—solo si te importa el dinero
—probono ¿Verdad?
—¿Te molestaría? Creo que es el lugar ideal para mí
—amor, si quieres puedes trabajar sin cobrar y no me importaría – sonrió y lo beso— además tendrás muchos más clientes.

Nos quedamos ahí mientras él descansa, yo le acaricio la espalda – señora, la abogada Mendoza está aquí — levanto la ceja ¿Por qué me suena ese apellido? Mi marido se levanta
— ¿Quién es?
— La hija mayor del viejo Mendoza - me pongo de pie cuando entra con dos policías acompañándola, sus tacos retumban en mi piso
— Señor palacio, Samantha – sonríe mirándome de arriba abajo – disfrutando de tu retiro
— Por supuesto que sí – sonrió acercándome a mi marido que pasa su brazo por encima de mis hombros - ¿Qué la trae por aquí?
— Una orden de arresto hacia Julián palacios – me entiende un sobre – procedan
— Esperen – levanto la mano y los policías se detiene – es una situación, si lo tocan acabaré con sus carreras, incluida la tuya
— Sam, solo hago mi trabajo – esa sonrisa engreída - nos acompaña por las buenas, señor o tendrán que usarla fuera
— Ve, me are cargo de todo – él asiente – no digas nada, asta que llegue, te amo – me besa antes de tomar su traje.
— Te amo.

Lo veo irse y miro hacia mi derecha y Lulú me mira con los ojos llenos de lágrimas – no te preocupes, lo traeré a casa pronto – beso su mejilla y subo las escaleras corriendo.




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