Cierro los ojos reprimiendo las lágrimas, él me ama, pero yo no puedo olvidarme de todo lo que vi. Mi carrera entraría en un conflicto de intereses si sigo escarbando y encuentro pruebas contra él.
— Amor ¿Te sientes mejor?
— Si gracias por cuidarme – lamento poner mi carrera en la cuerda floja, pero no lo puedo perder ya no.
3 meses después
Los pongo en contexto, este tiempo me lo tomé para recuperarme totalmente, crear y reforzar mi relación con mi marido, mis casos fueron reasignados a otros abogados que están a años luz de encontrar algo. Todavía no se cómo asimilar que mi marido, el hombre recto y justo, fue cómplice para que esa gente saliera limpia, pero no puedo pensar en eso, no ahora.
Palacios y yo estábamos en nuestro mejor momento buscado nuestro propio hogar para empezar a crear una hermosa familia.
Hablé con mi madre sobre eso y quedó tan sorprendida como yo.
Mi papá también encubrió a sus amigos y todo eso tiene a mi mamá muy nerviosa, me suplico que le prometiera que jamás metería a mi padre en la cárcel, ante mí él dejó de ser mi héroe.
— Amor – sonrió abriendo mis brazos, él deja su maletín en el piso, se saca el saco y se deja caer encima de mí dejando besos en mi mejilla - ¿Qué tal tu día mami?
— Tranquilo, ya sabes tomándolo con calma – acaricio su espalda - ¿ Qué tal el trabajo?
— Agotador – ronronea besando mi cuello – me encanta tenerte aquí cada que llegó
— Estás diciendo que no quieres que vuelva a trabajar – asiente escondiendo su cabeza en mi cuello
—Tome una decisión – levanta la cabeza y me mira
—¿Tengo qué preocuparme?
—solo si te importa el dinero
—probono ¿Verdad?
—¿Te molestaría? Creo que es el lugar ideal para mí
—amor, si quieres puedes trabajar sin cobrar y no me importaría – sonrió y lo beso— además tendrás muchos más clientes.
Nos quedamos ahí mientras él descansa, yo le acaricio la espalda – señora, la abogada Mendoza está aquí — levanto la ceja ¿Por qué me suena ese apellido? Mi marido se levanta
— ¿Quién es?
— La hija mayor del viejo Mendoza - me pongo de pie cuando entra con dos policías acompañándola, sus tacos retumban en mi piso
— Señor palacio, Samantha – sonríe mirándome de arriba abajo – disfrutando de tu retiro
— Por supuesto que sí – sonrió acercándome a mi marido que pasa su brazo por encima de mis hombros - ¿Qué la trae por aquí?
— Una orden de arresto hacia Julián palacios – me entiende un sobre – procedan
— Esperen – levanto la mano y los policías se detiene – es una situación, si lo tocan acabaré con sus carreras, incluida la tuya
— Sam, solo hago mi trabajo – esa sonrisa engreída - nos acompaña por las buenas, señor o tendrán que usarla fuera
— Ve, me are cargo de todo – él asiente – no digas nada, asta que llegue, te amo – me besa antes de tomar su traje.
— Te amo.
Lo veo irse y miro hacia mi derecha y Lulú me mira con los ojos llenos de lágrimas – no te preocupes, lo traeré a casa pronto – beso su mejilla y subo las escaleras corriendo.
Editado: 28.10.2024