Terminé de darme una ducha, vi que mi mama entro a la habitación.
-Ponte esto—me extendió un hermoso vestido estampado con flores, suspiró—eso te quedara bien para la cita—por primera vez creo que he escuchado un poco de sinceridad en sus palabras.
-Gracias—recibí el vestido y se marchó. Me lo puse y me quedaba perfecto, por lo menos hay detalles que no olvida de mí. Retoque mi cara un poco, un poco de labial, unas hermosas pulseras en mis muñecas y listo.
Bajé las escaleras y vi a mi nana con lágrimas en los ojos.
-No debiste haberlo hacho mi niña—se acercó a mí y yo cogí sus manos.
-Sabes que haría lo que fuera por ti, te he llegado a querer como mi madre.
-Lo se mi niña—soltó algunas lágrimas.
-Ya, no llores...se me va a correr el maquillaje.
-Vámonos, ya te ha de estar esperando—hablo mi madre.
-Nos vemos, deséame suerte—le dedique una de mis sonrisas y ella me abrazo.
-Cuídate, aunque sé que no te va a pasar nada malo mi niña.
Camine hacia mi madre y mi nana se fue a la cocina.
-Más te vale comportarte decentemente, ya sabes lo que le podría pasar a tu nana.
-Sí, ella me importa mucho.
Salí de la mansión, un carro me llevo al 'encuentro' con mi futuro esposo, además que hay de malo yo haría todo por mi nana...ella me cuido como su hija.
Llegamos al lugar, era algo casual, una simple cafetería. Vi una maquina expendedora que tenía uno de mis dulces favoritos. El turrón. Metí algunas monedas y seleccione mi dulce, lo iba a coger, pero veo que una persona me lo arrancha.
-Oye ese dulce es mío—reproche a la persona, puesto que era el último turrón que quedaba.
-Qué pena, yo no veo tu nombre impreso en el dulce—señalo al turrón.
-Pero yo lo pague—hable al chico.
-Bueno si ese es el caso—saco su billetera—aquí tienes—saco unos billetes y me los tiro.
Suspiré, recordé las palabras de mi mama, no quiero que mi nana se valla. Él se dio la vuelta y me ignoro, vi que se le cayó la billetera.
-Eso es el karma—dije para mí misma, observando la billetera—a veces suelo ser muy mala.
Cogí la billetera y entre al café, me senté en una de las mesas, el lugar estaba lleno y por pura suerte encontré esta mesa. Un mesero me atendió rápidamente.
-Deme un cappuccino—pedí al mesero.
-En seguida se lo traigo—se fue y me puse a observar el lugar, mi vista callo en el joven que me quito mi turrón. Estaba buscando su billetera, las ganas de reírme me acecharon, pero soporte.
El me miro y me dirigió una mirada amenazante. Camino hacia a mí.
- ¿Por qué me ves tanto? —pregunto.
-Y los ojos no se hicieron para eso—conteste con sarcasmo.
- ¿Tú la has visto? —pregunto otra vez.
- ¿Ver qué? —pregunte.
-MI billetera—deje salir aire, me pare y me dirigí a donde estaban los meseros.
-Yo pago la cuenta del caballero—les entregue algunos billetes. Me di la vuelta y me dirigí a donde estaba el chico.
-No, no la he visto—sonreí. El alzo una ceja y se sentó en una de las sillas de mi mesa.
-Mi nombre es Jin, Jin Ferrer—me extendió la mano a la cual yo cogí.
-Y yo soy Thais, Thais Bonyer.
-Te agradezco, me salvaste.
- ¿Y...a quien esperas? —pregunte mirando hacia otro lado.
-A...mi futura esposa—la respuesta me sorprendió— ¿Y tú a quien esperas?
-También a mi futuro esposo, sabes...esto es casualidad o eres tú.
-Tú eres...
-Al parecer tu futura esposa—termine la frase.
-Eso es imposible, me dijeron que era más bonita—abrí la boca para decir algo, recordé a mi nana. Ni modo me toca seguir con este juego.
-Sí, di lo que quieras, ya te conocí y me largo—me levante y deje dinero sobre la mesa. Justo en ese momento la billetera se cae y él la recogió.
-Ten esto se te cayo—observo la billetera—se parece a mí billetera, TU la cogiste.
-Yo...yo no fui—me eché a correr.
- ¡Detente ¡—grito a mis espaldas Jin, en que problema me he metido.
Seguí corriendo, no podía mas así que me quité los tacones. Botaba aire y se me hacía más pesado correr, observe hacia atrás y Jin todavía venía siguiéndome. Me metí a un callejón que no tenía salida, por suerte perdí a Jin.
-Pero miren a quien tenemos aquí—mire a la persona que dijo eso, me había metido en un problema mucho más serio, estaba rodeada de 3 vagabundos.
-Estas asustada pequeña—hablo alguien a mis espaldas, me giré y vi un hombre.
-Por favor no me hagan nada, se los suplico.
-No vamos a hacer nada que tu no quieras.
-¡¡Ayuda¡¡—grite para que alguien me escuchara, la desesperación se apodero de mí.
-Shhh no grites pequeña—dijo el hombre y me tapo la boca. Por instinto le mordí la mano y salí corriendo.
-¡¡Maldita perra ya verás¡¡—grito alguien.
Me cogieron del brazo y me arrimaron a la pared.
-Por favor no me hagan nada—suplicaba.
-Cállate—me tapo la boca y empezó a besar mi cuello.
-Mmmmmm—intentaba hablar. Observe a Jin en la entrada del callejón.
-¡¡¡¡Suéltenla¡¡¡¡—grito él. Corrió hacia el hombre que me tenía apresada.
-Podemos hacer una orgía—dijo el hombre, que mente tan sucia tiene.
-Gracias, pero no—respondió Jin, me puse detrás de él.
-Vámonos—dije con miedo a que le hagan algo malo a él o a mí.
-Está bien—caminamos hacia atrás y el cogió mi brazo.
-Gracias.
-No tienes que agrade...—se tocó la espalda, mire su espalda, la habían clavado una navaja.
-¡¡Corran¡¡—gritaron todos los hombres a la vez. Jin se cayo al suelo.
-Jin estas bien, dime algo, ¡¡Jin responde¡¡ —me agache, no me contestaba, con dificultad saque mi teléfono y llame a emergencias. Se lo llevaron, yo estaba en pánico.
- ¿Se encuentra bien señorita? —pregunto una enfermera.
-Sí, ¿Cómo se encuentra el?