Siempre se ha dicho que el mundo es muy pequeño. En este momento estaba de acuerdo. Mi cara ardía de la vergüenza al reconocer a mi nuevo jefe. Intentaba mantener la compostura. Pero me era imposible, de todas las personas del mundo probablemente era la más desafortunada.
— Mucho gusto Sr, Turner, estoy ansiosa por trabajar con usted.
Michael solo me sonrió y le indico con la mano a Melissa que ya se podía retirar. Me dedico una mirada de disgusto girando sobre sus altas plataformas para después salir contoneando sus caderas. Mi primer pensamiento fue, que ella intentaba ofrecer a Michael algo más que servicios laborales.
Él ni siquiera la miro, tenía su intensa mirada fija en mí persona, después de que ella se marchó y las náuseas me inundaban, él dijo
—Es un gusto volverte a ver Mariane.
—Michael, en verdad lamento la escena que presenciaste esa noche.
MIs mejillas estaba teñidas de rojo por mi creciente verguenza y nerviosismo.
—No te preocupes Mariane, me divertí mucho. Pero hablaremos de eso más tarde, por ahora te explicare las actividades que deberás realizar.
—De acuerdo, Sr. Turner.
Debía recibir las llamadas de Michael, realizar la contabilidad del departamento, para que después Michael lo revisara y enviara a la compañía principal, donde se encontraba Liam. Entre otra variedad de tareas.
El día había estado tranquilo, de momento solo me dedique a recibir llamadas y archivar la documentación que me mandaba Michael.
Podía verlo desde mi asiento como fruncía el ceño al observar los números en el montón de papeles que tenía en mano, y como posaba su mano en la barbilla al sentirse estresado porque el trabajo no avanzaba. El sin duda era muy atractivo e imponente, me alegraba su reacción al reencontrarnos, esperaba un trato frio debido a nuestro cambio de rol de amantes desconocidos a el trato jefe, empleada.
Pero no, era una persona amable y profesional. Debía aprender de él, sentí su mirada en mí, pero no era porque lo desconcentrara mi belleza sino el insistente sonido del teléfono me miró con disgusto ya que lo había interrumpido.
Lo miré avergonzada, con la alarma interna de que adivinara mis pensamientos, pero respondí de inmediato la llamada.
—Buenas tardes, oficina del Sr. Turner ¿En qué puedo ayudarlo?
La tarde se pasó volando, pronto seria hora de la salida, Michael no había probado bocado alguno, se veía cansado, pero aun así me miro sonriente y dijo
— ¿Te gustaría ir a cenar?
Seguía abrumada por la nueva situación por lo que planeaba rechazar su invitación, pero mi estómago me delato. También tenía hambre, los nervios me habían provocado retortijones por lo que la dudosa ensalada de pollo de la cafetería no había sido de mi agrado, apenas y probé bocado.
Al salir de la oficina la empresa estaba prácticamente vacía, y otros ya tenían cara de desesperación. Michael se despidió de ellos mientras continuaba el camino a la salida.
—Te sigo, traje mi auto.
Dije señalando el mini Cooper amarillo.
—Te llevare en mi auto, después de cenar regresamos por el tuyo.
—Está bien.
El restaurante en el que me encontraba junto al Sr, Turner, resultaba demasiado familiar, era uno de los tantos que había visitado con David.
Sin embargo, el ambiente no se sentía ostentoso como en esas ocasiones, había una calidez en el aire y ese aroma del perfume de Michael que me embriagaba.
— Cuéntame Mariane ¿siempre te interesaron los cargos administrativos?
— Bueno para ser sincera, mi sueño era abrir un restaurante, la cocina me gusta desde la infancia.
— Vaya Mariane continúas sorprendiéndome.
— ¿no me veo como alguien que cocina?
Dije ofendida con un tono cargado de dramatismo.
Se rio ante mi comentario lleno de ironía.
— Me gusta la cocina porque tengo la clara imagen de mi madre sonriente mientras preparaba mi comida, era demasiado pequeña cuando ella murió, pero al menos ese cálido recuerdo me acompaña. Así que cuando cocino es como si ella estuviera junto a mí.
— Eso es muy significativo Mariane, yo también perdí a mi madre, ella murió en el parto.
— Lo lamento mucho Michael.
— La extraño todo el tiempo, pero por fortuna mi padre encontró una buena mujer y desde entonces ella se convirtió en mi madre.
— Me alegro de que la vida te haya reconfortado de esa manera.
— Y yo espero que un día cumplas tu sueño.
— Gracias Michael, la vida puede ponernos pruebas y desafíos, pero está en nosotros desarrollar la fuerza y voluntad para enfrentarlos. ¿No lo crees asi?
El asinrtio con una sonrisa genuina en su cara.
— Pues un brindis, por los sueños y las adversidades.
Dijo mientras levantaba su copa de merlot.
La cena estuvo llena de malos chistes por parte de Michael, pero fue una noche agradable, al salir del restaurante el cielo desataba una incesante tormenta, era como si se encontrara furioso.
La lluvia azotaba toda la ciudad y los truenos resonaban con fuerza.
Michael me miro con la preocupación marcada en su rostro
— Mariane viendo el estado del clima no me parece prudente dejarte ir sola a casa, permíteme llevarte esta noche y por la mañana pasare a buscarte.
—Michael me parece un buen gesto de tu parte, pero, no creo que sea apropiado que nos vean llegar juntos por la mañana.
—Mariane, si lo que te preocupa son las habladurías, yo me encargare de que nadie se atreva a hacer comentarios fuera de lugar. Pero lo más importante para mí es tu seguridad.
Esa última silaba en la que reflejaba una gran apreciación a mi persona me conmovió de sobremanera, mi estómago se agito, pero debía controlar estas nuevas emociones, en este punto de mi vida el romance no estaba incluido.
—De acuerdo, gracias, Michael.
Me despedí de Michael alzando mi mano al aire, mientras lo veía alejarse de mi edificio.