Un Corazón De Oro

Capítulo 10

 A pesar de lo difícil que era vivir con un salario regular, mi vida estaba en su mejor momento. Estaba creciendo laboralmente y ahora tenía un novio maravilloso.

Michael me daba el apoyo que siempre había necesitado por parte de mi padre, Michael era mi salvavidas cuando las olas del mar querían arrastrar mi frágil cuerpo a la profundidad. Estaba tan aferrada a la idea de lograr mis propósitos, pensaba que enamorarme desviaría mis metas, pero no, en realidad Michael, me ayuda y motiva a cumplirlas. Aunque me sentía mal al mentirle sobre mi verdadera identidad, aun no estaba lista para confesárselo, me daba miedo su reacción, pero sé que debo de decirle antes de que esto se convierta en una daga que rompa nuestra relación, al final las mentiras nunca son buenas.

Aún me daba pánico que uno de estos días mi padre entrara por esa gran puerta y me reconociera. Eso sería un gran problema.

La primavera estaba terminando, ahora realizaban los diseños para el otoño, Amber se probaba diversos conjuntos, me miro y pidió que acompañara al vestidor.

Sabía para que, necesitaba otro favor, había estado asistiendo a reuniones en su lugar, también realizaba tareas de asistente para ella, se aprovechaba demasiado, pero debía mantener mi relación con Michael oculta para mi padre.

Después de la jornada laboral, tuve que ir a la tintorería por un vestido de gala para Amber, Michael creía que éramos mejores amigas, si claro, él no la recordaba a detalle cuando nos conocimos por primera vez en el club presentándola como mi hermana, y agradezco al cielo por ello, porque aquí todos sabían que era la hija de Liam Wilson. 

Después de eso, Michael me invito a cenar a su departamento, prácticamente vivía ahí, aunque aún era pronto para mudarnos juntos, contemplaba esa posibilidad a futuro. ¿Qué me sucedía? Meses atrás tan solo pensaba en demostrarle a mi padre mis habilidades en administración, me rehusaba a la idea de entablar una relación amorosa o contraer matrimonio, sin embargo, Michael con su sonrisa encantadora y sus besos fervientes habían demolido todas mis oposiciones, él era mi excepción. 

De momento sólo planeaba invitar a Michael a cenar con mis abuelos, su casa era grande pero no la consideraba una mansión, así que Michael se sentiría cómodo, además mis abuelos no tenían prejuicios, eran humildes, amorosos, ellos eran mi familia y era hora de que Michael la conociera.

—Cariño, me preguntaba si tenías tiempo este viernes para ir a cenar a casa de mis abuelos.

Mencioné con algo de nerviosismo en mi voz.

— Cuando se trata de ti, siempre tengo tiempo preciosa.

—¿Seguro que puedes? No quiero que descuides tus responsabilidades por mí, además si te parece algo pronto, podemos posponerlo dentro de unas semanas más.

— Mariane tu nunca eres una molestia y claro que tengo tiempo ese día, de hecho, planeaba invitarte al aniversario de bodas de mis padres es la próxima semana, cumplen veinte años de casados.

— Vaya son muchos años juntos, me alegra que tengan esa relación tan sólida, y gracias por aceptar acompañarme a la cena.

Le lancé una enorme sonrisa para posteriormente plantar un tierno beso en sus labios.

Me retire con lentitud dedicándole una sonrisa boba. Este hombre me tenía en una burbuja.

Él tomó mi rostro nuevamente para acercarlo de regreso al suyo, beso mis mejillas y después beso mis labios, primero cálido y tierno, para proseguir con firmeza, era un beso cargado de deseo.

Mi cuerpo poco a poco se debilitaba, y mi corazón palpitaba a mil por hora, aunque no era la primera vez que estaba con Michael, cada vez que hacíamos el amor, despertaba todo de mí, mi alma y cuerpo no eran solo míos sino suyos, y Michael era mío, podía sentir cuando su corazón se aceleraba, junto a su respiración entrecortada, cada acción, palabra y caricia que Michael me daba, la tenía tatuada en la piel y en mi memoria.

En determinado momento el sofá era demasiado incómodo para continuar con nuestra sesión de besos.

Michael me tomó entre sus brazos, pose mis piernas alrededor de su cintura, sintiendo la tensión bajo su abdomen. Subió las escaleras con rapidez mientras continuaba besándome.

Ahora estaba expuesta a él, sus labios repartían besos sobre mi cuello, él sabía que era una zona demasiado sensible para mí. Además de que sus manos deliraban a mi cabeza, con su firme tacto la cordura se iba de mí, dejándome hundida en el placer.

Era tímida en la cama, no me gustaba expresar con libertad todo lo que sentía, pero fue inevitable que un gemido saliera de mi boca. Michael mordía y besaba mi cuello, bajo con lentitud mientras repartía besos sobre mi pecho. Todas mis terminaciones nerviosas estaban alertas en espera de cualquier tacto de sus manos en mi piel.

Cuando estaba con él, me sentía completa.

 




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