El fin de semana llego, viernes para ser precisa. Estaba ansiosa, por fin mis abuelos conocerían al hombre que está cambiando e iluminando mi vida.
Michael estaba entusiasmado, llevaba un par de regalos para ellos, eran pijamas de pareja, iban a enloquecer, mi abuela en especial era fanática de llevar la ropa a juego con mi abuelo.
Pase toda la mañana y parte de la tarde en casa de ellos, ayudando a decorar, limpiar y cocinar, estaban contentos de verme tan feliz este último periodo, que literalmente tiraron la casa por la ventana.
Regrese a mi departamento para lucir hermosa e impresionar a mi chico, un vestido corto con pliegues en tono pastel armonizaba mi apariencia era un estilo elegante y lindo.
Había cocinado para Michael un pastel de Zanahoria, el cual era su favorito, cuando salimos a la cafetería siempre lo ordena. Mi alma soltó un suspiro al aire, Michael, gracias por todas esas citas llenas de romance, besos, amor y el delicioso aroma del café y pastelillos.
Michael llego puntual como era de costumbre, me miro detenidamente con su mirada llena de devoción. Le lance mi mejor sonrisa, mientras el abría la puerta para mí.
— Te vez espectacular, Mariane.
— Me alegra que te siga impresionando. Sonreí para mis adentros.
Mientras el me miraba incrédulo.
— ¿Bromeas? Para mí, tú eres la mujer más hermosa de todo este mundo, nunca dejaras de impresionarme.
— Michael, no digas eso, vas a hacer que mi maquillaje se estropee, sabes lo sensible que soy. Pero gracias, te amo.
Murmure mientras besaba su mejilla.
Michael no conocía mi pasado amoroso, ni la versión real acerca de mi familia, pero es que era tan difícil hablarlo, que prefería vivir en mi mundo de mentiras.
Cuando tenía quince años, era una rebelde, no siempre fui la hija estudiosa que luchaba por sus metas, estaba enojada con mi padre por abandonarme y con mi madre por haber dejado este mundo demasiado pronto, en esa época fue cuando más la necesité.
Tenía este vecino y compañero del colegio, era guapo él sabía que lo era, utilizaba eso a su favor y bueno yo en realidad no tenía muchos amigos debido a las burlas recibidas durante mi infancia por no tener presente a mi madre, entonces un día el llego, su nombre era Nicolas, Nic para los amigos y sus amigas con derecho.
Me conquisto con palabras dulces y esa mirada seductora que tenía, que tonta fui, era obvio que jugaba conmigo además de que continuaba saliendo con sus amigas aun cuando decía quererme.
Pero yo era una adolescente problemática que anhelaba cariño un blanco demasiado fácil para un chico como él.
Recuerdo como rompió mi corazón, expuso nuestra privacidad a los compañeros del colegio, celebro que él había tomado mi virginidad como si eso fuera una medalla. Pase de ser una simple adolescente a ser juzgada como fácil entre los compañeros del colegio. Lo único bueno de ese momento es que ya me encontraba en el último año, había compartido dos años de mi vida con Nic, para que al final toda nuestra historia fuese un simple logro más en su lista de conquista.
Ese suceso marco mi vida durante mucho tiempo, fue difícil para mí entablar amistades, tenía a la voz de la desconfianza retumbando en mi cabeza, para mi suerte en la universidad Rebeca y Daniela nunca se dieron por vencidas convirtiéndose en mis mejores amigas, pero me cerré a creer nuevamente en el amor y en los buenos hombres, pero llego David con su caballerosidad y sonrisa encantadora, ablandando un poco la coraza que construí y finalmente Michael, demoliendo todos esos miedos demostrándome que el amor es bonito cuando se quiere de verdad.
No planeaba arruinar esta noche con amargos recuerdos del pasado. Mire a Michael el sudor recorría su frente, cayendo de su mentón a su cuello.
Me reí de él, podía ver como aferraba sus manos al volante, sus nudillos estaban blancos por la fuerza aplicada, él estaba aterrado por la cena, era evidente.
Tome una de sus manos fuera del volante y bese sus nudillos, tratando de transmitirle seguridad.
— Cariño tranquilo, mis abuelos son encantadores, no te preocupes.
Al llegar a casa de mis abuelos estos nos recibieron con un cálido abrazo. Michael se sorprendió, pero les correspondió.
—Michael pensaba que no lo aceptarían.
Comente en tono de burla, mis abuelos rieron como yo instantes atrás en el auto.
—Hijo, no veía esa sonrisa de auténtica felicidad en mi nieta desde hace mucho tiempo, como sabes su vida no ha sido fácil, estoy contento de verla tan feliz. Dijo mi abuelo Héctor mientras palmeaba su espalda.
— Me alegra escuchar eso señor, me presento formalmente, soy Michael el novio de su nieta, les traje estos presentes.
Dijo tendiendo las bolsas brillantes a ambos.
Mi abuela sonrió con entusiasmo le encantaban las sorpresas.
—Es un placer Michael, mi nombre es Susana y el mi esposo Héctor, no te preocupes por su mirada solo te está analizando, es algo sobre protector con nuestra niña.
Adoraba la mirada de amor que mis abuelos me daban, ellos habían traído estabilidad y cariño a mi depresiva infancia.
Mi abuela Susana grito con emoción al observar el presente de Michael, mi abuelo la miró con frustración por su excesiva felicidad, pero beso su mejilla en un gesto amoroso.
—Hijo, gracias por tu regalo, mira cariño ahora tenemos pijamas a juego.
Mi abuela casi saltaba de alegría.
Héctor, mi abuelo guio a Michael por el pasillo de entrada hasta llegar al comedor.
Mi rostro era similar al de mi abuela en su juventud, los retratos en la pared lo respaldan, claro ahora mi abuela tenía arrugas en su rostro y un par de kilos más, pero continuaba siendo hermosa.
La cena estaba deliciosa, mi abuela preparo su receta especial la cual hacía solo en festividades.
Un delicioso filete de carne marinado con la receta secreta, acompañado de pasta con tocino y la famosa papa horneada de mi abuelo Héctor.