Mariane, estaba nerviosa, después de varias semanas, sus ideas se habían iluminado, ella no necesitaba la aprobación de su padre, ni sus derechos como primogénita, lo único que deseaba era estar con Michael.
Tan solo esperaba que no fuera demasiado tarde para ir en su búsqueda. Aunque sonara egoísta, anhelaba que su corazón aun le perteneciera.
David había hecho una parada en un hotel al llegar a la ciudad, eran las 4 de la madrugada así que su ruego desesperado tendría que esperar.
Su cuerpo dio vueltas en la mullida cama, no podía dormir, debido a todos los escenarios desastrosos que pasaban por su mente. Su peor miedo que Michael ni siquiera la recibiera.
Entre pensamientos tormentosos que solo lograban angustiar su corazón se durmió al final perdiéndose en la oscuridad.
Un sonoro golpe en la puerta la despertó. David estaba afuera sosteniendo una bolsa con el logotipo de Coffe local shop. Y un delicioso y humeante café.
— Si vas a la guerra deberías ir preparada, así que come esto, reúne todo tu coraje y ve a recuperar tu amor.
La determinación en la voz de David la reconfortaba un poco, pero lo suficiente para darle el valor que necesitaba.
— Es más sencillo decirlo que hacerlo.
El dulce sabor de su cappuccino aminoro la angustia constante de su corazón. Ella creía que Michael no la olvidaría tan fácil, él todavía la amaba, él se lo había dicho, ella siempre seria primero. No podía haberla olvidado de la noche a la mañana.
Cuando Mariane estuvo frente a la puerta de la casa de la familia Turner, sus pernas se sentían más pesadas de lo habitual, le costaba respirar y estaba segura de que sus ojos se encontraban acuosos. Jamás en su vida se imaginó volver a experimentar el miedo de la perdida, no después de haber perdido a su madre.
Con manos temblorosas, la garganta seca y el temor atravesándola, toco la imponente puerta.
No esperaba que Michael la recibiera, tenía la esperanza de enfrentar primero a sus padres y reducir la tensión, pero para su fortuna o infortuna, Michael abrió la puerta.
Se veía igual de perdido que Mariane, tenía un poco de vello facial, su cuerpo fornido se veía delgado a través de la fina camiseta celeste y en su rostro tenía manchas oscuras alrededor de sus ojos. A Mariane le rompió el corazón verlo de esa manera y saber que ella era la causa, dolía aún más.
Michael por su parte la miraba con incredulidad, desconcertado por su presencia.
David observaba curioso la escena desde el automóvil, para saber cuándo ir en rescate de Mariane ante una posible humillación o cuando marcharse ante el triunfo del amor. Esperaba todo saliera bien para su amiga, aunque había tenido un breve flechazo por esta, no había sido nada del otro mundo, así como Mariane pertenecía a Michael, el corazón de David le pertenecía a Amber. Podía verse como una mujer frívola, pero David sabia el hermoso corazón que ella tenía, claro que ella era una cobarde, dejo de contactar con David después de su inesperada confesión, ignorando sus llamadas y evitando su mirada en eventos sociales, David no necesitaba una respuesta directa era obvio, ella no sentía lo mismo, pero ver como ella se alejaba de su vida tan cobardemente le había roto el corazón, había creído que su amistad podía prevalecer.
— Mariane ¿qué haces aquí? ¿Está todo bien?
Pregunto Michael con evidente preocupación. Mientras metía sus manos en los vaqueros negros en un intento por ocultar su nerviosismo.
— Si, pasa que no puedo continuar un día más sin ti a mi lado. Por favor, Michael, vuelve a casa conmigo.
— Mariane, no estoy listo. ¿Sabes la decepción que sentí por tus mentiras? ¿Todo ese tiempo juntos fue una broma para ti?
El corazón de Mariane se oprimió, al notar como Michael se sentía inferior a ella, cuando él era lo más valioso que había obtenido en la vida.
— No Michael, nunca, siempre ha sido real, lo juro.
— Te creo Mariane, aun después de todo, quiero pensar que, las emociones que refleja tu mirada cada vez que estás conmigo significan algo. Pero, aun así, me lastimaste ¿porque no confiaste en mí?
— Si confió en ti, solo tenía miedo de que me despreciaras y pensaras exactamente eso, que solo jugaba contigo. Tenía miedo de perderte y aun así lo hice, no importa cuánto quise evitarlo, sucedió.
Mi rostro estaba empapado, no había sido consiente cuando el torrente de mis emociones se había desbordado en llanto.
Michael me observaba con duda, no sabía cómo acercarse a mí, hasta que al final decidió
— Diablos Mariane, estas hecha un lio, ven aquí cariño.
Michael extendió sus brazos ofreciéndome su pecho como una guarida, él era mi salvador. Mi lugar seguro.
Cuando su llanto se detuvo, Mariane obtuve el valor suficiente para mirar a Michael. Le costaba demasiado debido a la vergüenza que sentía, seguro su rostro estaba igual de rojo que sus ojos, además de que su maquillaje debía ser un desastre.
— Michael yo...
— Ssh...Lo se amor.
La miro con profundidad y se acercó con lentitud a su enrojecido rostro, corrió con sus dedos la fría humedad y beso cada parte de su rostro para finalizar en su boca.
Era un beso demandante y cargado de sentimientos. Michael también la había extrañado, estar sin ella había sido como el infierno, pensar en si estaba bien, en si su padre la habría emparejado con algún millonario de elite y un sin fin de escenarios habían sometido a Michael a noches llenas de insomnio y tortura.
Pero su estúpido orgullo había superado su miedo de perderla, era un idiota. Mariane siempre demostró su aprecio por él. Aun cuando él era nada comparado a los herederos de familias adineradas con los que ella seguro convivía. El en definitiva no la merecía, pero tampoco podía estar sin ella, porque la amaba, con una intensidad que nunca había sentido.
Continuaban internos en un beso apasionado y demoledor, Mariane apenas podía mantenerse en pie, ella ni siquiera había ingresado por completo al recinto. Su espalda era presionada contra la madera rustica de la entrada, mientras Michael tenía su rostro aprisionado con sus manos y ella solo estaba perdida en ese intimo momento de pasión.