Un Corazón De Oro

Capítulo 25

En el hospital Liam continuaba en cuidados intensivos, luchando por su vida.

Amber estaba en la planta de urgencia, recibiendo sueros y vitaminas, por su desmayo de shock. Cuando David se enteró de la situación corrió en el auxilio de mi hermana. Estaba con ellos en el diminuto cuarto con olor a desinfectante y paredes blancas.

El nerviosismo de Amber era evidente. No dejaba de juguetear con sus manos intentando encontrar algo que no existía.

— Bien, veo que te encuentras mejor hermanita, así que me voy, supongo que tienes muchas cosas que hablar con David.

Le sonreí con picardía y a David le dediqué la mirada severa en advertencia. Tal como lo había hecho con Andrew.

— Nos vemos después.

Dije despidiéndome de ambos.

David me lanzo su sonrisa de comercial y Amber una mirada de súplica para que no la dejara sola.

Cobarde. No estaba mal ser cobarde para algunas cosas...pero cuando se trataba del amor. La cobardía termina dejándote con el corazón roto. Solo deseaba que mi hermana tomara con coraje sus sentimientos y enfrentara los de David adecuadamente. 

Los días siguientes fueron cálidos Mónica y Anne, se habían convertido en buenas amigas, mi padre también se había disculpado con mi madre, antes del juicio.

Por primera vez en la vida, me sentía plena, tenía una familia completa, un hombre que me amaba y había logrado obtener lo que merecía. 

Este lapso en el hospital nos ayudó como familia a cerrar el ciclo. Mi madre era libre del fantasma de mi padre, aún era un proceso largo el recuperar nuestros años perdidos por lo que Thomas aun le guardaba rencor, esperaba con el tiempo se toleraran un poco.

Yo era feliz, al fin tenia a mi madre a mi lado, mi relación con Amber era muy buena y Liam trataba de redimirse. Mis amigan tenían a su lado dos hombres que las adoraban. Era casi como un sueño.

Aunque Amber no sonreía demasiado, se encontraba deprimida, el día que la visito David no había terminado bien. 

Recuerdo que el salió de la habitación con ojos llorosos.

— Espero verte algún día Mariane. Me voy, tal vez no regrese.

Dijo con voz quebrada mientras me abrazaba con fuerza, se despidió depositando un beso en mi cabeza.

Quería pedirle alguna explicación a su abrupta decisión, pero, su condición me impidió hacerlo, Amber le había roto el corazón. No tuve la valentía ni el derecho para detenerlo, solo vi su espalda mientras se marchaba del hospital con hombros caídos. Su sonrisa de comercial y el brillo de sus ojos mar, estaban ausentes Era un hombre derrotado, había perdido a la mujer que amaba.

Aunque deseaba correr y detenerlo, esa no era mi batalla era la lucha de Amber. Así que lo deje irse, me gire y entre a la habitación de mi hermana.

Amber estaba ahí, pequeña e indefensa, hecha un ovillo sobre la camilla. Lloraba desconsoladamente. La abrace con fuerza. Ella también había roto su corazón en el proceso.

— ¿Qué paso hermana?

Ella negó con la cabeza, en señal de que no podía explicar nada en ese momento.

Espere a que se calmara, cuando su llanto ceso, hablo.

—Creo que, lo perdí. Él es mi mejor amigo. Nunca he necesitado a nadie en mi vida, pero reconozco que cuando él no está a mi lado me siento incompleta. ¿Pero eso no significa que estoy enamorada cierto?

—Pequeña Amber, no sé qué concepto del amor tienes, pero, al menos para mí, así es justo como el amor debe de ser. Sabes que no necesitas de nadie, pero si esa persona no está cerca sientes miedo, porque lo necesitas aun sin necesitarlo. Se que es confuso, pero si me lo preguntas a mí, tu estas perdidamente enamorada de David.

— No, es imposible, es mi mejor amigo, enamorarme de él, arruinaría todo. Es tan diferente ser amigos a una pareja oficial.

— Si, es completamente diferente, pero deja de verlo como tu mejor amigo y míralo como la persona que siempre está para ti. ¿No esperas eso de tu pareja? Te amo Amber, pero debes dejar de tener miedo a estos nuevos sentimientos, porque puede que hayas perdido al indicado.

— ¿El no volverá?

Negué con la cabeza. No era buena reconfortando a las personas, pero debía ser honesta con Amber aun si esa verdad era cruel. Sus lágrimas volvieron a caer. Si tenía el corazón roto horas antes ahora lo tenía hecho añicos. La abrace con fuerza mientras acariciaba su cabellera rubia.

Me quede a su lado esa noche. Cuando perdí a Michael, sentía mi pecho arder por el miedo a nunca recuperar a la persona que más me había amado en la vida. Apostaba cualquier cosa a que Amber sentía lo mismo. Había perdido a uno de los chicos buenos. Esa noche al observar a mi traviesa hermana menor, encontré su vulnerabilidad. Su angelical rostro se veía agotado, sus ojos estaban hinchados y su nariz estaba roja de tanto rozarla con los pañuelos. Mismos que tenía aferrados en un puño.

Me encontraba en la cafetería del hospital junto a Michael. Había donado sangre para la operación de corazón que necesitaba Liam. Aún era joven, valía la pena recuperar nuestro lazo familiar y perdonarlo por…bueno, todo.

—¿Cómo te sientes nena?

—Estoy bien cariño, solo algo débil, pero con este desayuno seguro que recupero mi energía.

Dije señalando al plato lleno de fruta y panques que el me ordeno junto a un jugo de naranja.

—¿Demasiado?

—Un poco, pero para eso te tengo a ti.

Hice un puchero con mis labios, en señal de que debía alimentarme.

Llevo un tenedor con mango a mi boca. Y después deposito un beso sobre mis labios.

—Que travieso señor Turner.

Dije juguetonamente mientras limpiaba con mi pulgar el brillo labial que había quedado sobre su boca.

Julia la enfermera que asistía a mi padre, nos veía encantada. Desde que vio a mi novio Michael, se había enamorado de él. Él lo negaba rotundamente. Pero era evidente. Ella suspiraba cuando él llegaba y tartamudeaba un poco al explicarnos la situación de Liam. Por suerte era una mujer mayor que estaba por retirarse después de 25 años de servicio




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