Un Corazón De Oro

Epilogo

Cinco años después

Mariane no podía creer como la vida le había sonreído, después de tanto tiempo. Había logrado su objetivo, heredar las industrias Wilson. Pero sobre todo había logrado algo mejor, se había casado con el amor de su vida.

No imaginaba un día en que Michael Turner no la sostuviera en sus brazos y la besara dándole los buenos días.

Tampoco imaginaba su vida sin sus pequeños hijos.

Dos demandantes niños que eran la réplica de su padre, meses antes de su boda se había enterado de su embarazo, la sorpresa venia por partida doble además de que serían gemelos.

Cuando se enteraron de la noticia ambos estaban sorprendidos, pero demasiado felices. Porque sus hijos eran producto de su amor. Su madrastra Anna y su madre Monica se encargaron de adelantar la boda, antes de que su vestido de novia dejara de quedarle.

 Estaban en el jardín de su casa, los niños torturaban a su padre con diferentes maniobras de lucha libre, su programa favorito en la televisión pasatiempo inculcado por su abuelo Thomas. Su pobre esposo, reía sofocado sobre el césped. Los diablillos, como solía llamarlos, lo estaban destrozando.

Ella corrió, a la poca velocidad que podía porque en su aun plano vientre se encontraba una nueva vida. Noticia que aun nadie sabía.

Anne y Monica, estaban en la cocina preparando el almuerzo. Y Thomas y mi padre Liam, después de un millón de cenas familiares incomodas, habían solucionado sus diferencias, claro después de que mi madre y yo, perdonáramos del todo a mi padre, por esos años que nos arrebato.

—Chicos está listo el almuerzo.

Como si de una palabra mágica se tratase, los niños corrieron al escuchar a su abuela Anne. Cuando Michael se librero de los pequeños sonrió con derrota a su esposa.

—Son muy fuertes para tener cuatro años.

—Espera a que sean adolescentes cariño, van a romper corazones como tú.

Dije plantando castos besos sobre sus labios. Michael sonrió con orgullo.

—Que puedo decir, tengo buenos genes.

—Que engreído Sr. Turner

—Para nada Sra. Turner, soy afortunado por tener a la mujer mas hermosa del mundo como esposa.

— Bueno en eso tienes razón.

Sus labios volvieron a unirse con los míos.

—¿Deberíamos escaparnos y encargar a los gemelos con nuestros padres?

Dijo un Michael emocionado, besando mi rostro y parte de mi cuello. Evitando que ideas coherentes se pasaran por mi mente.

—Suena bien, pero por ahora debemos ir al comedor.

Por la noche, Mariane preparo la cena. Algo romántico e íntimos en su patio trasero.

Michael salió con dos copas de vino. Pero la castaña la rechazo de inmediato.

—¿Te sientes mal cariño?

Mariane negó con efusividad.

—Nada de eso amor, sucede que…Estoy embarazada.

—¿Qué? Cariño eso es maravilloso.

Un Michael eufórico, emocionado la tomo en brazos y planto múltiples besos en su boca.

Mariane sentía que flotaba, lo cual hacia de forma literal porque Michael no dejaba de sostenerla, cuando respirar era necesario, ambos se alejaron.

—¿Entonces estas feliz por la noticia?

Mariane había tenido pavor cuando vio la prueba de embarazo positiva, amaba a sus pequeños, pero no estaba segura de si lograría manejar a tres.

—Por supuesto que, si cariño, no dudes ni por un instante que cada momento y cosa que comparto a tu lado no me hace feliz, eres la razón de mi existencia Mariane, no imagino mi vida sin ti en ella. Agradezco cada día, el haber entrado a ese bar y el hecho de que tu entraras a mi oficina. Cambiaste mi mundo, pero sobre todo te robaste mi corazón.

Con lágrimas de alegría Mariane beso a su esposo sintiéndose plena, se había casado con el hombre mas maravilloso del mundo.




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