Un Corazón Distinto

C A P I T U L O 2

- MIEDO -
 

Mi noche no fue tan linda y sigo despierta en esta madrugada. No se puede cerrar la ventana, básicamente es un hoyo con barrotes por dónde entra el viente, el soplo es tan fuerte que el fuego de la vela es atentada con apagarse. Me acerco y con mis manos rodeo el fuego sin quemarme pero este me emana el calor pero esto no hace que se mueva de un lado al otro, pienso que no aguantará en esta noche. Veo que ya está un poco quieta y quito mis manos, me siento en el piso, abrazo mis piernas, junto a mi pecho y recargo mi cabeza en ellas. 

Tengo miedo a que se apague, que todo esto esté oscuro completamente. El guardia no a venido a verme y no he escuchado ningún ruido del otro lado de la puerta. Estoy completamente sola y el miedo esta empezando a aparecerse solo me mantengo a un lado de la vela hasta que llega el aire con toda su fuerza y la luz se a perdido, me levanto con el temor en el pecho y tratando de ver en la oscuridad lo cual es imposible, me acerco a la puerta y comienzo a golpear, mis manos comienzan a doler pero no me voy a detener, el miedo me está hundiendo y no sé como salir de aquí...

—¡GUARDIA! ¡ABREME, POR FAVOR!

Retrocedo y corro hacía la puerta y lo golpeo con mi hombro lastimandome pero no me detiene, vuelvo hacer lo mismo dos veces hasta que siento que mi hombro ya no puede más, me tallo y ya me lastimé.

—Tengo que estar tranquila -susurro para  mi misma.

Cierro los ojos y trato de regular mi respiración pero la oscuridad no me lo permite, pienso que en cualquier momento me va a jalar y volverá el mismo evento. Mi mente hace que se repita una y otra vez las mismas escenas de siempre.

No quiero llorar, no quiero llorar, respira profundo y controlate, Paulette... solo hazlo de una vez, no puedes estar con esto para toda tu vida. Respira... 

No puedo.

Corro a la puerta y la golpeo con todas mis fuerzas, mis palmas la golpean y mi llanto no cesa. Vuelvo a golpear con mi hombro izquierdo el cual no esta lastimado como el otro y solo hace mover la puerta y no sé si se escucha los golpes del otro lado pero no paro de hacer esto tres veces hasta que la puerta de madera se le levanta una astilla y se entierra en mi hombro, retrocedo y no puedo mirar si esta sangrando o no, si es chica o grande, no puedo ver nada. Vuelvo a golper con mis manos cerradas.

—¡ABRAN, POR FAVOR! -mis lágrimas siguen cayendo-. ¡GUARDIAS! -me siento cansada-. ¡Por favor!  -siento que algo escurre en mis manos-. Por favor -ya no tengo voz-. Abranme -la oscuridad me esta consumiendo y en ella mi paz-. Por favor -susurro.

Es todo. 

Me alejo de la puerta y me siento en el piso que se encuentra frío, ya no puedo hacer nada, la oscuridad comienza a tormentarme, el miedo crece en mi pecho y el agua comienza adentrarse. Está lloviendo. Tal vez muera aquí...

—¿Qué pasa? 

¿Cuándo abrieron la puerta?

—Está sangrando de las manos y su hombro. ¡Busca a un doctor!

Sigue oscuro ¿cómo me puede ver?

—Paulette -susurra.

Su aliento choca con mi rostro y siento como me levanta pero para mí todo sigue oscuro...

—¿Me escuchas?

Lo hago, puedo sentir sus brazos al momento en que me carga pero todo esta oscuro.

—Abre los ojos, por favor

¿Está llorando?

—Paulette, despierta.

Estoy despierta... ¿Mis ojos estan cerrados?

Siento sus pisadas, la forma en que camina es apresurada, siento que vamos por pasillos hasta que sube por unas escaleras...

—Maldición -susurra.

Se a tropesado, sigue caminando apresurado.

—¿Es ella?

¿Quién es?

—Si...

—Déjela en la cama, por favor.

¡NO! Me lastimarán.

—Estan dilatados -deja mis ojos-. Su pulso es acelerado tanto que se a desmayado. -deja mi brazo y toma mis muñecas delicadamente-. Tiene astillas pequeñas...

—En el hombro tiene una -interrumpe el guardia.

—La sangre en su hombro me lo dice -habla con sarcasmo-. Es profunda.

No me siento bien.

—Con estas pinzas le quitare las astillas que tiene en sus manos.

Toma mi muñeca derecha y siento como me sacan las astillas, creo que tenía cuatro, luego se pasa con la izquierda y en esa supongo que tenía dos... Dejo de sentir sus manos por un momento hasta que siento una en mi hombro y está jalando algo. Escucho como las gotas caen al piso de afuera, estoy segura que las ventanas estan mojadas por este mismo, los relampagos hacen fondo a la lluvia y el dolor que siento es más grande.

....
 


Me siento cómoda en esta cama, las sábanas son lisas y deliciosas, no quiero despertarme pero mi mente ya lo a hecho por lo tanto yo también. Abro mis ojos y no hay luz... cortinas de un color vino impide que entre los rayos del sol al igual que la luz del día, me siento en la cama y observo a mi alrededor, hay un tocador con su propio espejo de un color dorado las paredes estan pintadas de un azul oscuro, muy elegante para mi gusto.

Me levanto y una alfombra de color cafe claro con diseños azules estan bajo mis pies y esto está por todo el cuarto, sigo caminando y mis pies estan descalzos, me acerco a la puerta cafe de madera, tomo la manija y la abro y lo que me ofrece es que esto es un vestidor con ropa de hombre muy sombría. Me acerco a una prenda y este emana un perfume varonil, esto está en uso, salgo del vestidor melancólico y me dirijo a la cama para sentarme, la cama esta vestida en color cafe crema que hace juego con todo el cuarto.

—Hola -giro la cabeza y el guardia que le estuve contando todos mis problemas está aquí con una bandeja de comida mirandome.

—Hola -mi voz sale un poco sensible.

—¿Te sientes mejor? - se acerca hasta ponerse delante de mí.

—¿Mejor? 

—Observa tus manos.

Bajo la vista a ellas y estan vendadas, no las había visto ahorita que anduve de curiosa.

—¿Qué me paso?

—Pues yo empece a escuchar unos golpes en la madrugada, los oí  desde aquí y cuando abrí la puerta te encontre tirada en el suelo sangrando, llamamos a un doctor y pues... te vendó las manos y el hombro.



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En el texto hay: rey, victoriana, concubina

Editado: 19.04.2024

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