Tomo su mano y mientras vamos adentrándonos al palacio, se puede escuchar la música que resuena en el cuarto de eventos que está en el segundo piso. Puedo identificar un tanto la música y su baile asignado pero lo que me preocupa es el baile elegido para esta canción como una concubina.
—Sus manos le sudan -volteo a ver a Vladimir que toma mi atención.
—¿Cómo?
—Sus manos... están sudadas
Su acento ruso es palpable y mi humor sale por los poros de mi piel dando carcajadas, tanto así, que me doblo soltando la mano ganandome una mirada extraña por el principe.
—¿Qué he dicho?
—¡No siga! -sigo riéndome.
—¿Quiere qué no hable?
—Por... -tomo aire-. Por favor, solo por unos minutos hasta que me controle
—¿Le doy risa?
—JAJAJAJA. ¡No hable!
El principe sonríe. Su sonrisa es muy atractiva y cautivadora, ganándose que mis ojos se queden en esa curvatura.
—Su risa es muy linda
Suelta de repente haciendo que me quede en silencio con mi rostro enrojecido. Lo observo detenidamente que tiene sus manos guardadas en los bolsillos de su pantalón negro. Viendolo bien, viene vestido de negro lo único que resalta es la corona con piedras rubíes. Su cabello rubio hace justicia con su cara atractiva haciendo resaltar sus ojos combinados del azul y verde, su pelo es un tanto ondulado pero gana más lo lacio callendo en su frente viendolo más... atractivo.
—¿Come con la mirada?
Su comentario acompañada con una sonrisa coqueta, me toma desprevenida haciendo fruncir mi ceño y rebobinar lo que a dicho. Al momento en que mi mente ya capta lo que dijo comienzo a enrojecer por aquel atrevimiento pero no diré mentiras. Si lo comía con la mirada porque feo no está.
—¿Seguimos avanzando? O ¿Seguirá riendo de mi acento?
—Disculpeme pero me es inevitable no reírme en la forma en la que habla...
Tapo mi boca porque estoy a pocos segundos de volver a reventar en carcajadas.
El principe niega con su cabeza y su sonrisa que comienza a hacerme efecto. Levanta el antebrazo esperando a que lo entre lace.
—Usted vaya, lo alcanzaré...
—¿No quiere tomar mi brazo?
—No es eso, es que me tengo que cambiar
—Pero si así se ve hermosa
¡Me dijo hermosa!
¿Quién lo diría? Algo me está pasando. Dios mío controlame.
—Gracias -creo que susurré.
—La acompaño
El principe comienza a caminar pero lo injusto es que sus piernas son muy largas que ya llegó al inicio de las escaleras mientras yo apenas voy a ellas.
Subimos tres escaleras con cincuenta escalones cada una, hasta que llegamos a mi cuarto dejando pasar al príncipe que observa el techo, mi cama, la mesa de en medio, mi tocador, todo prácticamente mientras yo voy al ropero a elegir a algún vestido. Pienso que para animar el ambiente entre nosotros dos, salgo de mi ropero atrapandolo en cómo observa mis collares.
—¿Me ayuda...?
—Digame Vladimir
—Lo haré si me deja de hablar de "usted".
—Me parece perfecto, Paulette.
—Ven
Se acerca a mi mientras yo vuelvo a estar adentro del ropero.
—Paso -avisa.
—¿Cuál me pongo?
El principe observa y analiza mis trajes o vestidos luego me mira a mi de abajo para arriba y vuelve a poner su vista en los vestidos.
—Yo pienso que es...
—¡Perdón! ¡Discúlpame! No usaré vestido
—¿Cómo pretendes ir, entonces?
—Como llegué al mundo...
—No tengo ningún problema con eso, pero el rey se molestará un poco ¿No lo crees?
Miro a Vladimir con ojos de burla pues a entendido mi humor.
—Tal vez tengas razón. Mejor escoje el vestuario.
Me acerco a otro ropero abriendo las puertas de madera donde se encuentran mis trajes.
Vladimir se acerca y se pone a un lado de mi cruzado de brazos y mordiendo su labio pensativo.
¿De verdad se lo toma en serio?
—El azul...
Observo la dirección de su dedo que señala y si, es un traje azul con adornos dorados pero este trae tela que cubre la mitad del rostro y la blusa que ni completa está que solo tapa mis pechos.
—Bien. En un momento me arreglo y salgo.
—Te espero sentado en tu cama o tal vez acostado, no sé.
Sonrío asintiendo y él saliendo del ropero mientras tanto yo me desahogo de mi ropa poniéndome la falda, la ombliguera y sus adornos que van en la cintura y en el pecho. Tomo con lo que me voy a cubrir la mitad del rostro y sus acompañantes y antes de que yo salga siento un malestar en mi espalda, poniendo mi mano en mi espalda siento un papel que se entierra en mi piel, lo jalo y está marcado como "evento del sábado".
Salgo y veo a Vladimir sentado en una silla junto a la mesa de en medio, me dirijo a mi tocador donde me siento y tomo el cepillo comenzando a desenredar mi cabello.
—Me gusta tu pelo
—A mi también me gusta
—Creo que se dice gracias
—¿De verdad?
—Bueno, eso es lo que me han enseñado a mi, ya depende que educación te dieron.
Él sonríe hasta que nuestras miradas se encuentran en el espejo, él se acerca recargandose en la mesa del tocador.
—¿Te vas a peinar?
—Solo lo dejaré suelto pero inmóvil.
—Bueno
Vladimir suspira entrelazando sus brazos en el pecho haciendo que las mangas se ajusten a sus brazos.
...
—Hermosa, no es por apresurarte pero ya tardaste...
—Pues déjame decir eso que si me estás apresurando, me llevas diciendo eso como diecisiete veces.
—Disculpa...
—Ya
Me levanto sonriente pues el peinado no me gustó en como me quedaba así que me lo cambie por otro que si me a quedado, al momento de levantarme sonriente Vladimir voltea recorriendo mi cuerpo con su vista hasta que llega a mi rostro.
—¿Comes con la mirada?
Repito con lo que me había dicho hace un rato.