Tomo mis maletas llenas de ropa y bajo las escaleras llegando al segundo piso, vuelvo a bajar las escaleras y -por fin- llego a la sala del trono donde está el rey hablando con su hermana, me detengo a unos pasos de ellos y medico a observarlos. Tienes un cierto parecido, su hermana sonríe más que él, es alta, puede que le llegue al cuello, ¿cuántos años tendrá?. Su pelo es del mismo color de su hermano. El rey sonrie completamente mostrando su dentadura tan perfectamente blanca y sus dientes alineados, su sonrisa es lindo, me mira, me está mirando pero no me detengo a observarlos hasta que su hermana tambien me mira y el rey se pone completamente serio juntamente con su hermana, tienen la misma mirada, hacen que te intimides pero la sonrisa de su hermana que es llena de ternura lo calma todo hasta la mirada de víbora de su hermano.
—¿Se le a perdido algo, señorita Petit?
—No alteza
—¿Trata de recordar mi cara?
Se acerca junto a su hermana y cruza de brazos, la diferencia de altura entre nosotros dos se puede ver enseguida, es muy diferente aunque le llegue al hombro, se puede notar.
—Si, claro -contesto sonriendo y luego miro a su hermana-. Princesa -me reverencio-. No me había dado cuenta de que usted es muy alta...
—¿De verdad? -sonríe.
—¿No se lo habían dicho?
—Solo mi mamá pero ya sabes como son las madres -rie.
Asiento y bajo mi mirada. Mi madre nunca me a dicho un halago y puede que unos cuantos, el que la princesa tenga a una madre amorosa me llena de gozo pues la princesa del otro reino vecino tiene a su madre pero la trata totalmente mal, no la toma en cuenta pero en cambio ella, puede contar anécdotas de su madre como compañía.
—¿Está bien? -alzo mi vista conectando con la del rey quien tiene el ceño fruncido.
—Si, disculpenme...
—¡Ouh! Voy arriba con Elizabeth. ¿Está en sus aposentos? -le pregunta a su hermano.
—Creo que si, no la he visto desde ayer.
¡¿QUÉ?!
¡No lo creo!
¡Ni yo! Pienso que ese hombre siempre está activo...
—Wow, esa es una noticia muuuuy impresionante
—Ja, ja, ja, sube, anda
Ella sonríe y a paso apresurado sube las escaleras hasta que estamos completamente solos el rey y yo.
—¿Está esperando al principe Vladimir?
—Si...
—Bueno, siga viendome
—¿Para tener grabada su cara mentalmente?
—¡Oh! Miss Petit, prête pour cette aventure? -interrumpe Vladimir mientras baja las escaleras con sus maletas.
—Prêt... -asiento sonriente a un tono razonable para que me escuche.
—Descuide -susurra el rey a mi oído antes de que baje completamente Vladimir-. Nos veremos muy pronto, señorita Petit -aleja su rostro y lo miro para luego me regale un guiño y comience a caminar en dirección al trono.
—Alteza -saluda el principe una vez en el piso-. ¿Nos vamos hermosa?
—Si. Gracias alteza -el rey me mira sentado en su trono tan decorado sosteniendo unos papeles en su mano. Me reverencio.
—Buen viaje, Petit
Asiento sin decir una palabra y comienzo a caminar a un lado del principe y en segundos los sirvientes se acercan a tomar las maletas de ambos y subirlas al auto.
Vladimir se acerca a la puerta y la abre dandome paso para entrar. Tomo ese acto y me adentro al auto y luego él cerrando la puerta, me observa recargando su cabeza en el colchoncito para reposar pues... la cabeza.
—¿Sucede algo? -pregunto despues de un largo silencio y el auto avanzando.
—En absoluto solo me pareces más hermosa que antes...
—¿Será porque me llevarás contigo?
—Tal vez -sonríe tomando mi muñeca y atraerme a su cuerpo, toma mi barbilla alzando mi cabeza y que mi mirada se sostenga en la suya, su mirada se ve diferente, se puede apreciar un brillo y ese cariño con la que me mira.
—¿Por eso me observas así?
—Así... ¿cómo?
—Con cariño, me atrevería a decir que con amor.
—Tal vez porque está creciendo un amor en mi corazón que se está preparando para entregarse ante ti.
Lo observo sorprendida a su respuesta, él sonríe hasta que se acerca acariciando mi nariz con la suya para luego juntar nuestros labios y dar un pequeño beso pero que desenfrena mi corazón como un caballo rebelde y joven.
Se separa de mi con sus ojos cerrados y sonríe soltando un suspiro, siento algo extraño en mi estómago, como cosquillas, algo raro.
—Tus labios son tan suaves, siento que estoy besando a algo tan... puro y que nadie puede tener. Creo que dejaré de tomar y tus labios se convertirán en mi adicción tan emocionante que nunca me aburriría, nunca me cansaré de besarte, Paulette -susurra-. Claro... -sonríe juntando su frente con la mia-. Si me dejas hacerlo cada mañana, cuando abra mis ojos, levantarme e ir contigo para besarte y que así empiece mis buenos y magníficos días... y obviamente ante de lavar mi boca
Sonrío. Pongo mi mano en su mejilla pues las cosas tan lindas que me a dicho en tan poco tiempo a despertado una curiosidad que siento que no tiene nombre o una palabra que lo defina con exactitud pero puede ser algo peligroso.
—¿Me dejarás besarte tantas veces?
—Mmm... tal vez pero no cuando tú quieras, te daré permiso solamente, no seré tan fácil para ti, he...-sonríe asintiendo.
—No busco lo sencillo contigo, hermosa, busco lo retador que me atrae y esa curiosidad que me vuelve loco, deseo tener una meta cada día al tenerte a mi lado...
—¿Entonces sí eentiendes que no soy fácil?
—A la perfección...
—Llegamos, principe -habla el chófer, luego baja y abre la puerta.
—¿En dónde estamos?
—En la casa de tus padres, hablé con ellos ayer por la noche
—Oye, tengo una pregunta
—Dime
—¿Qué habló contigo el rey ayer antes de todo lo que pasó?
—Me preguntó porque no me fui con mi hermano luego lo que me tenías que decir
—¿Y por qué se lo volviste a decir?
—Lo quería hacer en frente de ti
—¿Y por qué se impresionó?