Part. 1
Vladimir toma mi mano y su aroma me invade intensamente que me hace acercarme más a él.
Huele muy bien...
¡Ya sé!
No sé porque te enojas con él si huele tan delicioso
¡Calmada cavernícola!
—¿Estás bien?
No sé sinceramente, su aroma me embriaga y hace que me acerque más a él. Mi urgencia feminina hace que abrace su brazo y consigo su mirada con ceño fruncido.
—¿Si estás bien? -me pregunta direccionanme pues no sé en donde queda la sala que se llevará a cabo la cena.
—¿Por qué lo preguntas?
—Por que hace un momento me gritaste y ahora me estás... abrazando
—Solo estoy abrazando tu brazo -comento secamente.
—Pero estás abrazando una parte de mi...
—Bien -me separo de él y comienzo a caminar con paso apresurado hasta bajar las escaleras.
Yo creo que abajo está la sala.
Tomo el lado derecho hasta que Vladimir me grita.
—¡Es por acá!
Cierro los ojos y suspiro.
¿Por qué no puedo ser seria para los demás?
Me regreso y vuelvo a caminar hacia Vladimir que me sonríe tiernamente con su mano estirada.
¿Piensa que la voy a tomar?
Ni loca.
Paso por delante de él y veo que borra su sonrisa más esa mirada juguetona no se va. Dejo su mano estirada -espero que se le cansé- y camino guiandome por la música que comienza hacer eco mientras me voy acercando con el ruso detrás de mi.
Escucho más cerca la musica hasta llegar a unas puertas grandes y anchas que con solo verlos se me hacen pesadas.
Alzo mi mano en forma de puño con intención de tocar la puerta pero la mano en mi cintura no me lo permite y el jalón que tuve hacia el cuerpo de Vladimir bloquea aquella intención.
—No me gusta que hagas berrinches...
—No estoy haciendo ningún tipo de berrinche solo estoy expresando en como me siento... ¿Acaso no puedo?
—Puedes expresarte todo lo que quieras pero me hablas ¿entiendes?
—No tienes ninguna autoridad sobre mi -sonrío victoriosa.
—Mala suerte la tuya de que estás a mi cargo hermosa -ahora él sonríe sin mostrar su dentadura.
»Tus padres no vendrán a está cena, me avisaron y me dieron la autoridad sobre ti, ahora te comportas o seguimos con tus jueguitos que en sí no me molestan en ganarte ni hacer lo que me pidas -susurra a mi oido.
Aleja un poco su rostro con tal de verme directamente a mis ojos.
¿Piensa que me voy a sentir intimidada?
En segundos una sonrisa completamente extensa que muestra su perfecta dentadura, aparece en el rostro del principe haciendo entender que tiene ganada está pelea. Tal vez lo tenga pero lo que no sabe es que vivir conmigo es vivir con... problemas y adrenalina.
...
—¡Vladimir! -sonrie un señor con lentes delgados, pelo negro con canas y un bigote, acompañado con una dama rubia pero se le pueden notar las canas, aquel lunar junto a su boca le da una toque coqueto a sus facciones definidas.
—Señor del Valle -el principe sonríe educadamente aceptando la mano de aquel conocido para luego tomar la mano de la dama y besarla con elegancia haciendo lo posible para que la corona no se le resbale de su cabeza.
»Señora del Valle, encantado de verla y tener su presencia como acompañante -halaga.
—Muchas gracias Dimir...
La señora toma en cuenta mi presencia y sonríe haciendo que sus ojos se hagan pequeños.
¿Por qué le dice Dimir?
—¿Y esta señorita quién es?
—Ella será la futura madre de mis hijos, padrinos, ella es Paulette Petit -me presenta con una sonrisa encantadora.
—¡Que noticia tan hermosa! -expresa la dama-. ¿Ya están comprometidos?
—Aun no...
—Pero deja que se siente -comenta el hombre con... ¿alegría?.
Vladimir se acerca a la silla y la aleja un tanto para luego sentarme en ella y acercarme un poco, el ruso se sienta a un lado de mi.
Este matrimonio se roban la atención de todos porque no había visto a los demás y parece que Vladimir se olvidó de los demás que nos observan. En sí son puros hombres, las únicas mujeres somos nosotras.
—Soy Aurora del Valle-se presenta la mujer y con una sonrisa cariñosa-. Él es mi esposo, Francisco del Valle
—Un gusto señorita -asiento ante el señor Francisco.
De repente todos los hombres se levantan de sus sillas y hace una reverencia a excepción de uno, que trae puesto una corona de plata en su cabeza. Los demás se sienten.
—¿Les parece bien si comenzamos?
Pregunta Vladimir observando a los demás.
¿No se lleva con él?
—Ven cariño -me habla la señora del Valle-. Son platicas y acuerdos aburridos que entre ellos entienden.
Observo a Vladimir y él asiente alientandome a irme con la señora Aurora.
Me levanto al igual que ella y caminamos hacia la barra de bebidas. Ella pide vino para las dos después de sentarnos en las pequeñas y largas sillas.
—¿Son novios ustedes?
—Ouh... aún no
—Ese aún no ya lo he escuchado en tan poco minutos querida.
—Es que... queremos llevar las cosas con calma
—¿Pero él está enamorado de ti?
—Yo opino que si
—¿Te lo a demostrado?
—Me lo a declarado...
—Ya veo. ¿Tú pediste que fuera despacio?
—No como tal pero él me entiende