Un Corazón para el Presidente

Capítulo 5

El sol de la mañana se filtraba por las ventanas del Despacho Oval, dibujando líneas doradas sobre el escritorio Resolute donde el presidente Ethan Hamilton apoyaba sus manos. Desde su posición privilegiada, podía ver los jardines donde apenas un dia antes, su hija Sofía había convertido a Victoria Grayson en un meme viviente cubierto de glitter.

Ese era el único indicio visible del huracán de emociones que lo asaltaba cada vez que pensaba en Victoria. Claire había sido la única persona capaz de leerlo realmente, de ver más allá de la máscara del político perfecto. Ahora solo quedaba Ghinger Donovan, esa niñera con mirada de halcón que parecía ver demasiado.

Tres golpes precisos en la puerta.

—Adelante, Callahan.

Marcus "Mack" Callahan entró con la precisión militar que lo caracterizaba, pero algo en su postura llamó la atención de Ethan. Los hombros ligeramente menos rígidos, la mirada que se desvió un segundo hacia la ventana que daba a los jardines.

—Informe de seguridad matutino, señor presidente —anunció Mack, depositando la carpeta negra sobre el escritorio con su habitual eficiencia.

Ethan hojeó los documentos sin verdadero interés. Sabía que si hubiera una amenaza real, Mack ya habría movilizado a todo el equipo de seguridad. Lo que realmente le interesaba era otra cosa.

—¿Y cómo va nuestra nueva niñera y su incorporación al personal? —preguntó, haciendo girar lentamente su silla hacia la ventana.

El casi imperceptible cambio en la respiración de Mack no pasó desapercibido.

—La señorita Donovan cumple con todos los protocolos de seguridad. Excelente manejo de situaciones de crisis, y... —una pausa calculada— buena conexión con la señorita Sofía.

Ethan giró lentamente para mirar a su jefe de seguridad. Ahí estaba. Ese brillo apenas perceptible en los ojos normalmente impasibles de Mack cuando mencionaba a Ghinger.

—¿Buena conexión? —repitió Ethan, arqueando una ceja—. Ayer le lanzaron glitter a Victoria en plena Casa Blanca, Callahan.

Los labios de Mack se tensaron, pero no lo suficiente para ocultar el destello de humor en sus ojos oscuros.

—Técnicamente, fue un dispositivo de glitter activado por presión, señor presidente. Diseño y ejecución de la señorita Sofía. La señorita Donovan solo... proporcionó los materiales.

Ethan dejó escapar un resoplido que podría haber sido una risa ahogada. Claire siempre decía que su hija tenía un don especial para el caos organizado.

—¿Y el incidente del café?

—Química básica, señor presidente. Pastilla efervescente. Bastante ingenioso, si me permite la opinión.

Ethan se reclinó en su sillón, entrelazando los dedos.

—No recuerdo haber solicitado una evaluación tan entusiasta de sus habilidades, agente.

Mack se irguió aún más, si eso era posible. Pero las puntas de sus orejas delataban un rubor inusual.

—Solo cumpliendo con el protocolo de evaluación de personal, señor presidente.

—Ajá. —Ethan giró hacia la ventana—. ¿Y qué más dice tu exhaustivo análisis sobre la señorita Donovan?

El silencio que siguió fue tan elocuente que Ethan casi sintió pena por el hombre. Casi.

—Es... altamente competente, señor. Habla cuatro idiomas, experta en cuidados especiales en niños, señor es excelente como niñera

—Y hace pancakes con forma de dinosaurio —interrumpió Ethan, señalando el informe abierto donde alguien (¿Sofía?) había dibujado un corazón al margen junto al nombre de Ghinger.

Mack se quedó mudo, su legendaria compostura fracturada por primera vez en los doce años que llevaban trabajando juntos. Fascinante.

Ethan se levantó, acercándose hasta quedar a un paso de su jefe de seguridad.

—Mack, te vi saltar de un helicóptero en llamas en Kabul sin pestañear. Te vi negociar con terroristas sin perder la calma. —Hizo una pausa dramática— Nunca te he visto sin palabras.

El agente respiró hondo, eligiendo sus palabras con el cuidado con el que desactivaría una bomba:

—Es... diferente, señor presidente. La señorita Donovan no es el tipo de personal que uno esperaría como niñera. Es...

—¿Peligrosa? —sugirió Ethan, disfrutando cada segundo.

—Fascinante —corrigió Mack antes de poder detenerse.

El aire en el Despacho Oval se espesó. Ethan estudió a su hombre más leal, viendo algo que pocos tenían el privilegio de presenciar: Marcus Callahan, completamente fuera de guardia.

—¿Sabes lo irónico que es esto? —musitó Ethan, volviendo a su escritorio—. Contraté a Ghinger porque necesitaba a alguien que pudiera proteger a Sofía. Nunca consideré que el mayor riesgo fuera para mi equipo de seguridad.

Mack abrió la boca para protestar, pero Ethan levantó una mano.

—Relájate, soldado. Solo asegúrate de que tu... fascinación no interfiera con tu trabajo. Victoria ya está lo suficientemente encima de nosotros como para añadir distracciones.

En ese momento, la puerta se abrió sin previo aviso. Había solo una persona en la Casa Blanca con ese nivel de audacia.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.