Un corto más

Insania

El ruido de los autos y perros ladrando desaparecieron en ese instante, el simple goteo de la regadera era resonante mientras golpeaba contra la espalda pálida de una hermosa joven, su piel llena de gotas mientras su frente estaba sobre sus rodillas y sus ojos se encontraban cerrados; no se movía sólo escuchaba, trataba de escuchar como el agua se elevaba lentamente. Levantó su mirada, la cual se dirigía hacia aquella agua que se elevaba, junto a ella danzando serpientes emplumadas. Sus ojos se centraron en aquellas criaturas que día tras día variaban en toda forma, aquel sentido de sorpresa y temor había desaparecido, ya era costumbre ver aquellas figuras, aquellas cosas que nadie más podía observar, sólo ella.

Desde que comenzó a tener uso de razón aquellas figuras, sombras y pequeños monstros comenzaron a rondar a su alrededor; algunos días eran presentes y otros brillaban por aquella ausencia. Las figuras que aparecían eran de todo tamaño, grandes hombres cubiertos de sus espaldas con espinas, pequeñas hadas esqueléticas, duendecillos de ojos blancos, bellas mujeres con piernas y brazos de águilas, gatos que sus ojos eran sustituidos por relojes. Cada día era una nueva criatura diferente; su llanto era constante, pero la indiferencia de su madre era mayo, puede que se acostumbrara a que su niña llorara por cualquier pretexto la solución dejar que todo pasara, siempre que comenzaba a llorar la dejaba hacerlo hasta el momento en que no soportaba más dicho diluvio y tenía que ir fuera del departamento a cualquier lugar donde hubiese personas, la mayoría de las veces calmaba su miedo. Mientras los años pasaron sus bestias comenzaron a desaparecer, empezaron a retirarse; a pesar de haber desaparecido, recordaba cada una de ellas, como la atormentaban cuando era niña intentando pensar que eran simples pesadillas de una imaginación demasiado activa o simplemente monstros salidos de películas de terror.

Al cumplir los 14 años aquellas pesadillas comenzaron a materializarse de nueva cuenta; primero comenzó a ver sombras en la pared, siempre en forma de hombres con sombrero y cola de león, pensaba que era la falta de sueño por la saturación de proyectos en su instituto pero comenzaron a aparecer más, su angustia y crisis volvió, siempre con el miedo de que la atacaran o le hicieran daño. Con el tiempo su miedo desapareció, la angustia se convirtió en algo inexistente empezaba a verlos como si fueran un persona cualquiera aceptaba que eran parte de la realidad. Una realidad inexplicable para los demás.

-¡Magdalena!- gruñía su madre por el apartamento al no recibir ninguna respuesta, camino hacia la habitación de su hija, donde ella se encontraba con los cabellos húmedos y sentada al pie de la cama, con sus audífonos de diadema. ¡Te he dicho que no uses esas porquerías!

-El volumen esta moderado, solo estaba pensando.

-Pues no lo hagas, te ves como una loca viendo la pared, regreso en la tarde. Su madre salió azotando la puerta. Sus ojos negros se posaron de nueva cuenta en la pared de su habitación, para su madre era la nada pero para ella era un montón de duendecillos tratando de alcanzar un trozo de lo que parecía ser una galleta azulada, se reía mientras observaba como uno de ellos caía de la mini torre que hicieron y se golpeaba el trasero, mientras lo sobaba y hacia rabietas sus demás compañeros se burlaban de él. Se levantó de su cama, para dirigirse hacia la cocina, donde encontraría una nota para comprar los alimentos después de clases. Al ver la lista solo era un papel con las palabras “Tú”, las palabras fueron apareciendo en el papel, “Eres la salvadora, la que luchara por los oprimidos”. Las palabras se pintaron en un rojo carmesí y emanó un brillo de ellas. Un pequeño temor ante este hecho surgió, ninguna de estas cosas había contactado o tratado de comunicarse con ella. Acaso hablaban de ella, o su mente le pasaba una mala jugada, como lo había hecho siempre.

Su caminar a la escuela no fue tranquilo, no por las apariciones, si no por el pensamiento constante de lo que previamente había sucedido. “¿Por qué a mí?”, “¿Qué hice para merecer este castigo?”, “¿Por qué solo yo puedo verlos?”, las preguntas con las que se había atormentado hace tiempo volvieron, y la desesperación la consumía en cada paso. Comenzó a escuchar susurros en su mente, ruidos de distorsión, estática y voces gritando de fondo; sus manos se colocaron en sus oídos mientras corría rápidamente detrás de unos arbustos que se encontraban frente a un pequeño parque donde no había absolutamente nadie.

Su respiración se agitó y comenzó a jadear muy fuertemente, aquel momento se la comía viva.

Silencio, un eterno silencio se presentó en aquel momento, pero fue roto por una voz de mujer. -“una salvadora no se quiebra ante nada”. Su mirada se posó en todos los lugares que le permitía su visión pero no observaba a nadie.

-“No puedes verme, estoy en el lado de la iluminación; te preguntaras ¿Qué lugar es? Y puede que lo relacione con todas las pequeñas cosas que te rodean, pero no lo común, si no, lo que sólo tú has visto. Todas esas criaturas llegan de aquel mundo, son las pocas que pudieron escapar. También debes de preguntarte cómo es que puedo comunicarme; verás soy una de las guardiana del mundo donde provienen todas las criaturas, quedé atrapada entre ambos mundos pero no puedo resguardar ni a los de un lado ni a los del otro. Y tú eres la luz que nos guiará a la libertad- Pero magdalena no comprendía porque ella.



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En el texto hay: ficcion, enfermedades mentales, enfermos mentales

Editado: 05.06.2019

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