Al parecer no fui la única que se quedó impactada. Mi tío me miraba impresionado también.
—Cómo has crecido pequeña. Los años pasan sin darme cuenta. Apenas eras una niña la última vez que te vi y ya pareces una mujer.
No sé porqué me molestó que dijera “pareces”. Soy una mujer. Rectifiqué para mí pero sin atreverme a decirlo en palabras.
Luego de su extenso examen visual me abrazó con fuerza. Su cuerpo tibio me causó un profundo bienestar. Era confortante y acogedor su abrazo, por un momento me quitó la soledad de mi alma. Sentí sus labios tibios en mi mejilla y un escalofrío involuntario estremeció mi cuerpo. Cuando se alejó de mí sentí frío en mi ser.
—Estás hermosa.—expresó alegre sin dejar de mirarme.—Seguro que traes a muchos chicos detrás de ti.—continuó, imaginé que estaba bromeando pero su semblante reflejó una repentina seriedad.
Sentí fuego en mis mejillas. «Ya quisiera yo», pensé, al menos al único que me gusta pero ni eso. Nadie se fijaba en mí. Dominick tomó la maleta de ruedas que descansaba a su lado y se adentró en la casa. Siguió la ruta de las habitaciones y se instaló en el cuarto de huéspedes. Yo caminé en silencio detrás de él hasta el momento en que desapareció de mi vista tras la puerta y luego seguí para la mía. Entré y un suspiro salió de la nada. Me recosté sobre la cama y me quedé pensativa. No pasó mucho tiempo, creo, cuando tocaron a la puerta.
—¿Puedo pasar?—la voz profunda se mi tío hizo que me incorpora al instante. No quería que me viera tendida en la cama. Por instinto me coloqué el cabello que cayó en mi rostro detrás de las orejas, peinándolo un poco con mis dedos de forma rápida. Traía el cabello suelto. Cuando me quité el uniforme se me soltó la cebolla y por ir a abrir la puerta olvidé recogerlo de nuevo.
—Adelante.—dije.
—Se que hace mucho tiempo que no nos vemos pero soy tú tío. Tenemos la misma sangre aunque no hayamos convivido juntos. Espero que me veas cómo a tu padre pero también como un amigo. Puedes contar conmigo. No sé tratar con adolescentes pero haré mi mayor esfuerzo. Se que es incómodo para los dos y seguramente va a ser difícil la convivencia pero no tenemos más remedio que acostumbrarnos. No será de la noche a la mañana pero...
Dominick siguió hablando y yo dejé de prestarle atención. Comprendía muy bien a qué se refería y sabía que estaba haciendo su mejor esfuerzo. Él era soltero y todavía no tenía hijos. Era un espíritu libre y a jugar por las conversaciones de mis padres le aterraba el compromiso.
—Entiendo tío, no te preocupes. Si quieres puedes irte descansar. Más tarde preparo la cena.
—De acuerdo pero no tienes que cocinarme yo me puedo preparar mi comida o pedirla por encargo.
Seguía parado frente a mí. Se había quitado la chaqueta formal y la corbata. Dos botones de la camisa blanca estaban desabrochados . Se veía tremendamente sexi. Todo su cuerpo se notaba músculoso pero no exagerado. Su porte varonil e importante me atraía como un imán. Me di una cachetada mental, si él no estuviera presente me la habría dado de verdad. ¿Cómo era posible que me estuviera fijando en mi propio tío? El hermano de mi padre, su único hermano.
Bueno tampoco es que estuviera haciendo algo malo, no era con mala intención por lo menos, simplemente no era ciega y hacía mucho tiempo que no lo veía. Era mi tío y siempre lo respetaría, además el chico que a mí me gustaba era Derik. Salió del cuarto cerrando la puerta tras de sí pero si imagen quedó grabada en mi mente.
Recordé que cuando pequeña decía que mi tío era mi novio, cosas de niños. La inocencia es así pero ya no era una niña, ya comprendía la realidad. No tenía ninguna justificación. Me cacheteé ambas mejilla para ver si así despejaba mi mente. También para darme una lección por mis impuros pensamientos. Me merecía unos buenos golpes. Definitivamente algo no estaba bien en mi cabeza, cada vez me convencía más de que no era una chica normal.
Estaba preparando la comida cuando él llegó.
—Mmmmmm, huele muy bien.
—Justo a tiempo, ya voy a poner la mesa.
Él se puso a ayudarme a colocar la vajilla mientras yo terminaba con lo que estaba haciendo. Cenamos sin hablar. Estábamos uno en frente del otro pero aún así no me atrevía a mirarlo a la cara.
—¿Extrañas a tus padres?
Preguntó de repente. Estábamos sentados en la sala de estar, cada uno en un cómodo sofá. La brisa nocturna que entraba por el ventanal, abierto de par en par, era sumamente agradable. Reposábamos la comida mientras escuchábamos una música suave de fondo.
—No tanto, ya estoy acostumbrada...
—Debe haber sido muy difícil para tí.
—Un poco—admití intentando ocultar mi melancolía, aunque en realidad era muchísimo más que “un poco”—pero la Nana siempre estuvo a mi lado.
—Aún así debe haber sido muy difícil para ti, no es lo mismo.
Claro que no lo era pero así se ganaban la vida mis padres. Ese era su trabajo, ante eso no había nada que hacer. Hacía muchos años que me había resignado aunque aún me dolía.
—Lamento mucho no haber estado para ti.—sus palabras sonaron cien por cierto sinceras. Había mucho pesar en su voz.
—No era tu responsabilidad, no te preocupes.
—La tristeza que hay en tu mirada me duele. Siento que no he sido un buen tío. Ni siquiera un buen hermano...
Me extrañó el dolor que sentí en sus palabras.
—No te sientas así—quise consolarlo.—Después que uno es adulto tiene que vivir su propia vida.
—Hablame de tí. Cuéntame de tus amigos, lo que haces, que te gusta o qué no. Dime todo lo que quieras contarme. Quiero saber de tí. Hace mucho que no nos vemos y estoy perdido.
Cambió de tema. Parecía que tenía una herida que aún no cicatrizaba.
—No hay mucho que contar. Cuentame de tí. ¿ Tienes novia?
Yo también quería hacer lo mismo. Me refiero a cambiar el tema de conversación.
—Pues no, no tengo novia. Sigo soltero.
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Editado: 18.04.2021