Un cuerpo para dos

Capitulo#9 Recuerdos.

 

Narrado por Dominick:

No dejo de dar vueltas en la habitación. Me inquieta saber que solo nos separa una pared. No puedo perdonarme, por más vueltas que le de a la situación termino en el mismo punto. Estoy en un callejón sin salida. Pasan los años y no supero mi trauma. Rayilunsel siempre fue para mí lo que significa su nombre: Un ratito de luna en la selva. Era tan cálida como un rayito de esperanza en un lugar inhospito y tan inalcanzable como la Luna. Ella es una luz plateada que se me escapa entre las manos. Un rayito que no le pertenece a nadie y tan solitaria como su misma luz.

Mis pensamientos divagaban sin rumbo fijo. Recordé la etapa de mi niñez y mi adolescencia junto a ella. La primera vez que la vi era apenas una bebé. Tan pequeña y adorable. Me extrañó llegar de visita con mi madre y que nos recibiera mi hermano y su esposa con una niña en brazos. Ni mi madre sabía que era abuela.

—Hija, ¿Y esa bebé?—preguntó asombrada.

—Es nuestra hija.—costató Emma.

—No me diga que es adoptada, no supe que estuvieras embarazada.—reprochó mi madre.

—Lo supe en el trabajo y di a luz allá— respondió vagamente mi cuñada.

—Entonces, ¿porqué no me avisaron?

—No queríamos preocúpate madre—contestó mi hermano.—queríamos darte una sorpresa.

—¡Y vaya que me sorprendieron!

Más tarde Emma colocó a la niña en mis brazos y me dejó cargarla un rato. Apenas tenía 6 años en aquel entonces, era un niño cargando una bebé. Me robó el corazón es ese mismo instante y allí decidí ser su guardian para siempre.

Con frecuencia le insistía a mi madre para pasar una temporada con mi hermano y su familia. Mi insistencia tuvo éxito y luego se volvió una rutina Cada año íbamos Brasil y hasta en dos ocasiones a veces. En temporada de carnavales por lo general y siempre en las vacaciones. Mi personalidad cambiaba cuando estaba al lado de esa niña. Me sentía feliz y relajado. Era como mi oasis en medio del desierto de mi vida.

Desde que tenía cuatro años me empezó a decir novio y creo que hasta yo me lo creía en ocasiones. Era mi compañera inseparables y no dejaba que nadie más entrará a mi vida. En España era como si fuera otra persona. Era el chico popular de la escuela, muy bueno en los deportes y sin alardear. Especialmente en fútbol y natación. A medida que fui creciendo mi popularidad entre las chicas se hacía más grande pero a mí no me interesaba ninguna en particular. Seguía deseando con fervor que pasará el tiempo y llegará el día de reunirme con la pequeña Rayilunsel.

Me sorprendió la repentina muerte de mi madre. Un repentino ataque al corazón se la llevó de mi lado para siempre. Ese fue el día más triste de mi mida. Solo lo puedo comparar con la desesperación y la angustia que sentí tras la desaparición de mi sobrina. Siempre recuerdo el abrazo cálido y reconfortante que me dió aquel día, es algo que se quedó grabado en mi memoria. Lo necesitaba de verdad. No puede evitar llorar. Dicen que los hombres no deben llorar pero a veces el dolor es demasiado grande y hay que liberarlo de algún modo. Me esforcé por ocultarlo pero no sé si lo logré.

En el momento que corté el abrazo sentí la necesidad de ver su rostro. Sus labios entreabiertos me hipnotizaron y cómo si fueran un imán me atrajeron hacía los ellos inconscientemente. Estuve a punto de besarla, lo admito. Mi boca quedó a escasos milímetros de la suya pero afortunadamente mi conciencia regresó a tiempo. Me aparté de su lado y le hablé con una frialdad que jamás había utilizado con ella.

—Es tarde mocosa. Vete a dormir.

Recuerdo claramente que le dije o más bien le ordené que se fuera. Desde ese entonces mi vida se volvió un infierno. Estuve a punto de besar a mi adorada sobrina y lo peor era que lo deseaba. Lo deseé con tanta intensidad que creí que enloquecería. Esa misma noche hablé con mi hermano. Sabía que él no estaba interesado en el negocio familiar así que fui claro y preciso.

Nos encontrábamos en la sala. Era tarde y ambos estábamos desvelados. El dolor de la pérdida nos tenía así. Aproveché que estábamos solos para hablar.

—Me quedaré aquí y me haré cargo del negocio.

—Pero todavía no eres mayor de edad.—replicó Frederick.

—No falta mucho. Además aquí estoy estudiando. Puedo arreglármelas solo como otros jóvenes que estudian en el extranjero. Ya me llegó la aceptación de la carrera que pedí. Este año comienzo.

—Eso es una buena noticia hermano.— expresó emocionado—¿Por qué optaste?

—Administración de empresas.

—Muy bien. Estoy muy orgulloso de tí.

Si supiera lo que estuve a punto de hacer con su hija me estuviera ahorcando más bien. No era el orgullo de nadie. Estaba plenamente consciente de ello.

—Me alegro de que me comprendas.—comenté por decir algo. Estaba avergonzado de mi mismo.

—De cualquier forma sabes dónde estoy. Si quieres vivir con nosotros las puertas de mi casa siempre estarán abiertas para ti. Donde yo esté siempre será tu hogar. Podemos vender todo acá si quieres y puedes establecerte en Brasil.—sugirió—También es un buen país para los negocios.

—Gracias hermano. Lo tendré en cuenta.

Dije por formalidad pero ya estaba decidido, no volvería a ver a mi sobrina. No hasta que superara mis sentimientos. Nunca pensé que me tomaría tantos años y menos aun que cuando lo creía superado regresara todo con más fuerza. Tampoco quería deshacerme de la empresa de mi madre. Mantenerla como ella lo hizo era lo único que podía hacer para honrar su memoria.

Mi madre fue la cabeza de la empresa desde la muerte de mi padre. Era una excelente empresaria, todos sus subordinados la admiraban y la respetaban. Ella se ganó ese lugar con mucho esfuerzo y sacrificio. Durante los últimos años había hecho todo lo que estuvo a su alcance para que aprendiera de ella. Lamento mucho no haber sido un mejor hijo y más obediente. Hay que hacer las cosas mientras tenemos al lado a las personas que amamos para que cuando no estén no tengamos arrepentimientos. Yo tenía tantos y aunque me quisiera justificar con mi etapa de adolescente eso no me consolaba. Hay que ser un buen hijo mientas se pueda. Una vez que los padres se van no hay vuelta atrás. No se puede hacer nada por los muertos, tienes que aprovechar mientras vivan. Sus últimas palabras fueren.




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