Jonatán
Cierro los ojos y cuento hasta diez pensando que así al abrirlos todo será diferente, pero no. Los abro y veo que el desastre permanece en casa.
—¡Papaaaaaa!
—¡Papaaaaa!
—¡Ahhhh!
Cuando uno de mis hijos llora, le siguen los otros dos. Es como si una luz se prendiera y automáticamente el resto le siguiera.
Tom llora en mis brazos.
Max está tirado en el suelo sacudiendo sus brazos y piernas mientras llora y Sally, ella la mayor, está con el rostro rojo lleno de lágrimas y empieza a lanzar las cosas al suelo.
—Niños, por favor… cálmense.
Esto es una locura.
Respiro hondo cuando escuchó los golpes en la pared, en el piso e incluso en la puerta.
Los vecinos de nuevo gritan pidiendo que mis hijos se callen.
Abro la puerta con mi hijo en los brazos que no ha parado de llorar y me encuentro con la vecina de frente mirándome furiosa.
—Si no calma a esos niños, llamaré a asistencia infantil. Es el colmo que no se callen en ningún momento, no lo soportamos más y le pido que desocupe el departamento lo más pronto posible. ¿Me ha entendido?
—Asiento sin decir nada y cierro la puerta recargando la frente en ella.
Respira.
De nuevo debo mudarme y no sé por cuánto tiempo me tomará estar en ese lugar.
Nos hemos mudado 6 veces en los últimos tres meses.
Nadie soporta el escándalo que hacen mis hijos día y noche.
Nuestras cosas se mantienen en cajas, ni siquiera pierdo el tiempo de desempacar.
Soy padre soltero, mi mujer me dejó solo con mis hijos y se marchó después de dar a luz a nuestro tercer hijo.
Dos meses después murió en un trágico accidente.
Antes de venir a la ciudad vivía en un pequeño pueblo al norte de California. Soy el menor de tres hermanos, de familia humilde, y conocí a Carmen toda mi vida.
Al vivir en un pueblo pequeño, tiendes a conocer a todos, especialmente cuando hay una única escuela. La típica historia que sueles leer en los libros, la chica popular y el chico deportista, tenían un futuro brillante a punto de ganarme una beca universitaria si no hubiera sido por calenturiento y haberme dejado llevar por la tentación.
Carmen quedó embarazada de inmediato y tuve que casarme con ella.
Su familia es de las más ricas de las zonas y no iban a permitir que me fuera a la universidad y dejara a su hija, así que tuve que renunciar a la beca y quedarme a ser responsables de mis actos.
Empecé a trabajar en la granja de mis padres, pero no había mucho que hacer y tuve que buscar empleo en otros sectores hasta que llegué a trabajar en una constructora que estaba haciendo una nueva urbanización en el pueblo.
Nuestro hogar tiene un enorme lago que llama a muchos turistas en los días de vacaciones, así que el pueblo estaba creciendo y construyendo casas para vender o alquilar.
Empecé a trabajar en construcción y fui aprendiendo gracias a un gran maestro que me enseñó todo lo que sé ahora.
Carmen y yo vivíamos en el terreno de su madre, una casa que yo mismo había construido, pero para mi mujer no era suficiente, así que me la pasaba trabajando hasta tarde y llegando cansado a casa. A mi esposa no le gustaban los anticonceptivos, decía que la engordaban, así que muchas veces utilizamos condones, pero había algunas ocasiones en que uno se dejaba llevar por la pasión y quedaba embarazada de nuevo.
Cuando quedó embarazada de nuestro tercer hijo, se puso furiosa y me dijo que abortaría y tuve que suplicarle y rogarle que no lo hiciera. Pude convencerla, aun así, ella había empezado a salir desde antes con sus amigas y cuando tuvo a nuestro tercer hijo, me dejó a mí y a nuestra familia.
Y todo se vino abajo.
Algunas ocasiones llegaba tarde a trabajar porque debía dejar los niños con mis padres o cuñadas para laborar y otras no alcanzaba a llegar haciendo que las cosas se complicaron y termine perdiendo el empleo justo cuando Carme murió en ese accidente.
Su familia se me vino encima culpándome por la tragedia, diciendo que no puede ser un buen marido y por eso mi esposa se fue detrás de otro.
Una cantante de un bar que salió ileso del accidente.
Me echaron de la propiedad.
Me despidieron del trabajo.
Me quede sin esposa y mis hijos sin su madre.
No sabía qué hacer y más cuando la madre de mi ex empezó a presionarme para que les entregara a mis hijos cosas que no haría, así que mi último recurso fue irme del pueblo donde nací y empezar de cero en la ciudad, pero no ha sido fácil.
Arrastro mis pies y sirvo los tazones con leche y cereal y así mismo como empezó mis hijos se callan.
Como dije, cuando uno empieza los otros lo siguen. Cuando uno termina, los otros también.
Sally al ser la mayor es la que manda y deja de llorar y se sienta en el comedor, su pequeño hermano Max la sigue y dejo a mi bebé en el asiento especial para él. Los tres comen en silencio con sus ojos rojos por el llanto, pero con una sonrisa en sus labios.
Sé que mis hijos no deberían solo comer cereales, ¿Pero qué puedo hacer? Su madre parece que es con lo único que los alimentaba. Por más que he tratado de que coman otra cosa es imposible, ellos solo son golosinas, cereales, pasteles y otras cosas que sé que no son buenas para ellos. También tengo un problema grave con el agua, a ellos les tienen pánico y no les gusta que los bañen y cuando intento hacerlo rompen en llanto.
Si no comen lo que ellos quieren, lloran.
Si los tratas de bañar, lloran.
Si le ordenas algo, lloran.
Por todo lloran y es el motivo por el que hemos tenido que desocupar los pequeños espacios en alquiler varias veces.
Me siento observándolos, sonreír entre ellos, siento mi motor para no desmoronarme en este momento.